Ser Padres

Vacaciones en casa de los abuelos

Te encantaría pasar el verano con tu hijo pero tienes que trabajar. Y como hace mucho calor en la ciudad, la casa de los abuelos en el pueblo se convierte en una gran alternativa… pero con algunas precauciones.

Marta Rubio

A todas las mamás nos gustaría pasar el día entero con nuestros pequeñines pero las obligaciones laborales nos lo impiden, y en la mayoría de los casos el sueldo no da para pagar a una tercera persona que cuide de ellos en casa mientras trabajamos.

Algunos padres resuelven el cuidado de los niños disfrutando las vacaciones por separado,  pero esto no es siempre posible y además las vacaciones no saben igual si no son en familia...¿qué hacer entonces? ¿buscar una guardería que abra  aunque esté en la otra punta de la ciudad? ¿contratar una persona que cuide de los críos durante ese tiempo? o ¿enviarles al pueblo con los abuelos aunque o sepamos  a ciencia cierta que los van a consentir y malcriar mal que nos pese, o ello suponga verles exclusivamente los fines de semana?

En general los padres se inclinan por esta última opción, más sencilla y económica que las demás, y los críos también suelen preferirla. Aunque todavía no puedan expresarlo con palabras, la carita de satisfacción que muestran al abrir la puerta y encontrarse con los abuelos, dice todo lo que hay que saber sobre sus sentimientos hacia esta figura tan entrañable.

Además, las abuelas adoran a sus nietos y la mayoría están dispuestas a echar una mano cuando haga falta.

La convivencia  entre nietos y abuelos suele resultar muy grata y enriquecedora, ya que estos suelen estar más relajados que los papás y tienen más ganas de jugar, pero también puede incidir de forma negativa sobre la educación del pequeño o dar lugar a conflictos entre padres y abuelos si no se establecen unas pautas educativas de antemano.

La mayoría de los abuelos se muestran mucho más flexibles y protectores con sus nietos de lo que fueron con sus hijos y restan importancia a las trastadas de los peques.

Esta es una actitud errónea que a la larga puede perjudicar al pequeño y crear tensiones con sus progenitores. Querer a un niño no significa mimarle todo el tiempo, también hay que educarle y saber ponerle límites.

Claves para suavizar el cambio

Para facilitar las cosas los padres deben explicar sus normas a los abuelos y estos respetarlas en lo posible, o por lo menos no contradecirlos, y aunque les cueste hacer un esfuerzo regañar al niño si hace algo mal. Además, los críos pequeños todavía no diferencian perfectamente los dos mundos educativos, y pueden desorientarse cuando cambian de ambiente. Por lo tanto durante la estancia en casa de los abuelos hay que intentar que todo siga más o menos igual, procurando alterar el mínimo su comportamiento y sus  horarios (comidas, baño, sueños..). Para ello es aconsejable:

  • Que el peque lleve consigo algo de casa como  su osito de peluche, su almohadita, sus juguetes favoritos o su cuna si no está habituado a dormir en cama, ya que ven los objetos familiares como parte de si mismos.

  • Ubicar  al chiquitín una habitación propia, donde además de dormir pueda jugar y guardar sus cosas. Lo normal es que ya duerma solo en casa así que nada de colocar la cuna en el cuarto de los abuelos para tenerle más cerquita. 

  • Disponer de  espacio en el que pueda moverse con libertad y seguridad. Un patio, un jardín, o al menos un salón libre de figuritas pequeñas que pueden romperse o hacerle daño. Las medidas de seguridad que guardan los papás en casa deben trasladarse al hogar de los abuelos.

  • Explicarle la situación. Aunque parezca que  no nos entiende se da perfecta cuenta de lo que pasa, y se sentirá traicionado y confuso si jugamos al escondite cada vez que nos despedimos, o le decimos que volvemos enseguida y luego no lo hacemos.
    Aunque llore al decir adiós, a la larga se sentirá más tranquilo y confiado al comprobar que es verdad lo que le hemos dicho. Si el peque pasa todo el mes fuera y los papás le ven solo los fines de semana, los abuelos pueden poner fotos de la familia en su cuarto para que sienta que aunque está de paso tiene un hogar allí. 
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