Al contrario de lo que muchos padres creen, no siempre que un niño tiene fiebre hay que llevarlo a un médico y mucho menos a urgencias. Incluso si la fiebre persiste y cuesta bajarla. Si bien es cierto que en los bebés de menos de tres meses es fundamental acudir a un centro médico en caso de que le suba la temperatura, a partir de esa edad, depende de cada caso. Descubre todo lo que hay que saber sobre la fiebre infantil.
Entendiendo la fiebre infantil
La fiebre infantil es una preocupación común entre los padres, pero no siempre es motivo de alarma. Hay que recordar que la fiebre es una respuesta natural del cuerpo para combatir infecciones. En este artículo, te proporcionaremos información detallada sobre cómo entender y manejar la fiebre en niños, cuándo preocuparse y qué medidas tomar en casa.
¿Qué es la fiebre y por qué ocurre?
Aunque a la mayoría de las mamás y los papás se les olvida, la fiebre es un mecanismo de defensa frente a las infecciones que limita el crecimiento bacteriano y la replicación viral y, en definitiva, colabora en la resolución de los procesos infecciosos.
La fiebre se define como un aumento temporal de la temperatura corporal, a menudo debido a una enfermedad. En los niños, se considera fiebre cuando la temperatura supera los 38°C. Este aumento de temperatura es una respuesta del sistema inmunitario para combatir infecciones, ya que muchos virus y bacterias no pueden sobrevivir a temperaturas más altas. La fiebre en sí misma no es una enfermedad, sino un síntoma de que el cuerpo está trabajando para protegerse.
Algunos niños pueden tener fiebre alta y estar activos y alertas, mientras que otros pueden tener fiebre baja y sentirse muy mal. Es fundamental observar el comportamiento general del niño y no solo centrarse en el número del termómetro.
El papel de la fiebre en el sistema inmunitario
La fiebre ayuda al sistema inmunitario al ayudar a combatir infecciones. Aumentar la temperatura corporal es una estrategia del cuerpo para limitar el crecimiento de bacterias y la replicación de virus. Y es que muchas veces, los organismos patógenos no pueden sobrevivir a temperaturas elevadas, ¡así que en realidad la fiebre es algo muy sabio que nuestro cuerpo pone en marcha para combatirlos!
Además, la fiebre activa la producción de células inmunitarias, como los glóbulos blancos, que son esenciales para combatir infecciones. Este aumento en la actividad inmunitaria ayuda a que el cuerpo responda de manera más efectiva a los patógenos invasores. Aunque la fiebre es un mecanismo de defensa, es natural (y lógico) que los padres se preocupen cuando sus hijos tienen fiebre.

Cuándo preocuparse por la fiebre en niños
Cuando un niño tiene fiebre “hay que tratar al niño, no al termómetro”, y esta es una de las frases que más repetimos los pediatras. Incluso cuando esa fiebre no baje. Debemos dejar el termómetro a un lado y fijarnos en el bebé, en si está contento, duerme como un bendito y realiza bien las tomas. El objetivo no debe ser que la fiebre desaparezca, sino que el pequeño se encuentre mejor si la fiebre le estaba haciendo sentir mal. Otra cosa es tratar los síntomas que pueden aparecer cuando la temperatura corporal se eleva, como por ejemplo el malestar general o los escalofríos. Podemos bajar la fiebre con analgésicos tipo paracetamol o ibuprofeno, sabiendo que la máxima temperatura que se conseguirá descender es de aproximadamente un grado.
Esto es, si tratamos a nuestro bebé cuando tiene 39° C y durante las próximas horas comprobamos que se encuentra mejor no debemos obsesionarnos con que le baje la fiebre. Lo más habitual es que en las primeras 24-36 de fiebre cueste mucho bajarla y sea más frecuente, pero esto no es signo de que algo va mal.
Cuándo acudir al pediatra
Si tiene 37 grados pero se nota que está enfermo, incluso tras haber tomado analgésicos, entonces hay que ir a urgencias. Si tiene 38 ó 39 grados pero se encuentra feliz, sonríe, salta, corre y no parece que esté malo, entonces no hay motivo para correr. De hecho, acudir rápido al pediatra no asegurará ningún diagnóstico precoz. Solo conseguirá aumentar la inquietud de los padres, pues la exploración física será normal con casi toda seguridad, y no tendrán valor las pruebas complementarias.
Eso sí, independientemente de la fiebre que tenga, si el pequeño se encuentra adormilado, no tiene fuerzas o presenta una coloración pálida o grisácea sí hemos de solicitar atención pediátrica “urgente” ya que no importa la temperatura, sino el estado general del niño.
Signos de alarma
Existen ciertos signos de alarma que indican que la fiebre puede ser un síntoma de algo más serio y requieren atención médica inmediata. Uno de los signos más importantes es la fiebre persistente que dura más de tres días sin mejora, lo que puede indicar una infección que necesita tratamiento. Otros signos de alarma incluyen fiebre acompañada de vómitos persistentes, que pueden llevar a la deshidratación. Si el niño presenta dificultad para respirar o tiene una coloración pálida o grisácea, es mejor buscar atención médica de inmediato, independientemente de la temperatura. Las petequias, pequeñas manchas rojas en la piel que no desaparecen al presionarlas, también son un signo de alarma.
En resumen, los signos de alarma son:
- Fiebre de más de 3 días que no cede.
- Fiebre en menores de 3 meses.
- Fiebre que asocia vómitos persistentes (que impiden una adecuada hidratación).
- Fiebre y dificultad respiratoria.
- Fiebre y petequias (pequeñas lesiones rojizas que aparecen en la piel y que no desaparecen a la presión).
Aunque la fiebre en sí misma no suele ser peligrosa, estos síntomas adicionales pueden indicar condiciones más serias que necesitan intervención médica. Mantener la calma y observar cuidadosamente el estado general del niño es clave.
Fiebre en bebés menores de tres meses
La fiebre en bebés menores de tres meses es siempre motivo de preocupación. A esta edad, el sistema inmunitario del bebé no está completamente desarrollado, lo que los hace más vulnerables a las infecciones. En los recién nacidos, incluso una fiebre leve puede ser un signo de una infección seria, como una infección del tracto urinario o una sepsis. Por esta razón, los médicos suelen recomendar una evaluación exhaustiva para identificar la causa subyacente de la fiebre y determinar el tratamiento adecuado.
Causas comunes de la fiebre en niños
A la hora de analizar las causas de la fiebre, en más del 95% de los casos se trata de una infección, y de esas el 80% de los casos tendrá su origen en un virus para el que los antibióticos no tendrán ningún efecto. Además, en un porcentaje no desdeñable de casos, la temperatura corporal puede verse elevada por exceso de abrigo (no es raro que temperaturas de 38 grados en el domicilio desaparezcan por arte de magia en la sala de urgencias).
Infecciones virales y bacterianas
Las infecciones son la causa más común de fiebre en los niños, y dentro de estas, las virales son las más frecuentes. El resfriado común, la gripe y otras enfermedades respiratorias suelen causar fiebre en los pequeños. Aunque estas infecciones pueden ser molestas, generalmente no son peligrosas y se resuelven por sí solas con el tiempo y el cuidado adecuado en casa.
Las infecciones bacterianas, aunque menos comunes, también pueden causar fiebre en los niños. Estas incluyen infecciones del oído, infecciones del tracto urinario y neumonía. A diferencia de las infecciones virales, las bacterianas pueden requerir tratamiento con antibióticos para evitar complicaciones.
Otros factores: vacunas, dentición y exceso de ropa
Además de las infecciones, hay otros factores que pueden causar fiebre en los niños. Las vacunas, por ejemplo, pueden provocar un aumento temporal de la temperatura corporal como parte de la respuesta inmunitaria del cuerpo a los antígenos introducidos. Esta fiebre suele ser leve y de corta duración, y es una señal de que el sistema inmunitario está respondiendo adecuadamente.
La dentición también se asocia con fiebre en los niños, aunque la fiebre relacionada con la dentición tiende a ser baja. Durante este proceso, los niños pueden un ligero aumento de la temperatura, pero no debería ser motivo de preocupación a menos que la fiebre sea alta o persista.

Tratamiento y manejo de la fiebre infantil en casa
Recuerda que el objetivo no es bajar la temperatura a toda costa, sino asegurar que el niño se sienta cómodo y que su estado general sea bueno.
¿Cómo podemos hacerles sentir mejor?
Se puede utilizar un antipirético para controlar la fiebre de los peques, y es importante recordar que no hay que abrigarles o desabrigarles demasiado ni forzarles a comer. Lo que sí hay que hacer es animarles a beber para que se mantengan hidratados.
Uso adecuado de antipiréticos: paracetamol e ibuprofeno
Sea cual sea la causa, lo más habitual para tratar la fiebre es administrar a cualquier edad paracetamol o ibuprofeno (este último no es menores de 6 meses). Sea cual sea el fármaco administrado hay que olvidarse del termómetro. Si tras 60-120 minutos no han mejorado los síntomas y nuestro hijo sigue afectado, entonces sí es recomendable que sea valorado por un pediatra. Además, es importante destacar que la vida media de los analgésicos es de 4-6 horas. Es decir, la fiebre volverá. No hay que asustarse, no hay motivo.
No conviene alternar ni combinar estos medicamentos sin la orientación de un médico, ya que esto puede aumentar el riesgo de efectos secundarios. Además, no se debe recurrir a los antipiréticos simplemente para bajar la fiebre, sino para mejorar el bienestar general del niño si está incómodo o molesto.
Importancia de mantener al niño hidratado
Durante la fiebre, el cuerpo puede perder líquidos más rápidamente debido al aumento de la temperatura corporal y la sudoración. Por lo tanto, es esencial asegurarse de que el niño beba suficientes líquidos para mantenerse hidratado, lo que también puede ayudar a reducir la fiebre.
Ofrece agua, caldos claros... En los bebés lactantes, es importante continuar con la lactancia materna o la leche de fórmula con regularidad. Si el niño no quiere beber grandes cantidades de líquido de una sola vez, se le puede ofrecer pequeñas cantidades con frecuencia. La deshidratación puede agravar los síntomas de la fiebre y hacer que el niño se sienta peor, por lo que hay que estar atentos a signos de deshidratación como boca seca, llanto sin lágrimas o disminución de la cantidad de orina.
Errores comunes: no forzar la alimentación ni el abrigo
Durante la fiebre, es normal que el apetito del niño disminuya, y no es necesario obligarlo a comer si no tiene hambre. ¡Lo más importante es que el niño esté bien hidratado! Otro error frecuente es abrigar en exceso al niño con fiebre, con la intención de "sudar" la fiebre. Sin embargo, esto puede elevar aún más la temperatura corporal. Es mejor vestir al niño con ropa ligera y mantener la habitación a una temperatura cómoda.
Medición de la fiebre infantil: métodos y consejos
Si tienes en casa un termómetro, quizá cada vez que tomas la temperatura sale un resultado diferente. ¿Cuál es la mejor manera de tomar la temperatura?
Cómo utilizar correctamente un termómetro
Existen varios tipos de termómetros disponibles. Los termómetros digitales son los más comunes. Asegúrate de limpiar el termómetro antes y después de cada uso. Al medir la temperatura oral, asegúrate de que el niño no haya consumido alimentos o bebidas calientes o frías en los 30 minutos previos a la medición. Para la medición axilar, coloca el termómetro en la axila del niño y asegúrate de que esté en contacto directo con la piel.
La temperatura puede variar según el método de medición utilizado. Lee bien las instrucciones del termómetro que tengas en casa para usarlo correctamente.
Diferencias entre medición rectal, axilar y oral
Existen diferentes métodos para medir la temperatura en los niños. La medición rectal se considera la más precisa para los bebés y niños pequeños, ya que da una lectura cercana a la temperatura central del cuerpo. Sin embargo, puede ser incómoda y debe realizarse con cuidado para evitar lesiones.
Por eso, la medición axilar es quizá la más común, porque es menos invasiva y más cómoda. Es importante asegurarse de que el termómetro esté en contacto directo con la piel y no con la ropa. La temperatura axilar suele ser aproximadamente 0.5°C más baja que la temperatura rectal, simplemente hay que tenerlo en cuenta.
La medición oral es adecuada para niños mayores que pueden colaborar en el proceso, pero es importante asegurarse de que el niño mantenga la boca cerrada durante la medición para obtener una lectura precisa. Al igual que la medición axilar, la temperatura oral puede ser ligeramente más baja.

Preguntas frecuentes sobre fiebre infantil
Como decíamos, la fiebre infantil en sí no es mala: es una defensa del cuerpo ante algo.
¿Qué hacer si no baja la fiebre con apiretal o ibuprofeno?
Si la fiebre de tu hijo no baja después de administrar apiretal (paracetamol) o ibuprofeno, es importante no entrar en pánico. En primer lugar, asegúrate de que has administrado la dosis correcta para el peso del niño y que has esperado el tiempo suficiente para que el medicamento surta efecto. Recuerda que puede tardar entre 60 y 120 minutos en notar una mejoría en los síntomas.
Si después de este tiempo la fiebre persiste y el niño sigue mostrando signos de malestar, considera consultar a tu pediatra. También es importante observar otros síntomas que puedan indicar una infección más seria, como dificultad para respirar, erupciones cutáneas o letargo. Además, recuerda que la fiebre es solo un síntoma y no siempre es necesario bajarla a toda costa si el niño está cómodo y no muestra signos de enfermedad grave.
¿Cuándo es necesario llevar al niño a urgencias?
En general, se recomienda buscar atención urgente si el niño es menor de tres meses y tiene fiebre, ya que las infecciones en esta edad pueden ser más graves. También es importante acudir a urgencias si el niño presenta síntomas como dificultad para respirar, letargo extremo, erupciones cutáneas inusuales o vómitos persistentes. Si la fiebre infantil dura más de tres días sin mejoría o si el niño parece estar empeorando, es aconsejable buscar atención médica. Además, si el niño tiene una condición médica que podría complicarse con la fiebre, como una enfermedad cardíaca o pulmonar, es importante actuar con precaución.