Hay enfermedades infantiles muy desconocidas cuya prevalecía no es tan baja como parece que merece la pena conocer, al menos grosso modo. Es el caso de la protagonista de esta pieza, una patología llamada megaloeritema cuyo nombre popular es muy llamativo: “enfermedad del niño abofeteado” o “enfermedad de la bofetada”.
La Asociación Española de Pediatría (AEP) explica que esta es una “enfermedad vírica que se manifiesta con una erupción muy característica en las mejillas que hace que se parezca a una bofetada”. Lucía Bertrand, ‘Lucía mi pediatra’ en las redes sociales, lo explica de manera muy gráfica: “El niño sale del colegio o se levanta por la mañana con los mofletes rojos, rojos. Como si alguien le hubiera “cruzado” la cara, y el niño suele tener ligera molestia, así como ardor, febrícula o fiebre”, dice la médico.
Al día siguiente o a los dos días, continúa la doctora Bertrand, “esa rojez empieza a descender por el cuerpo hacia el tórax y las extremidades inferiores, en un patrón que llamamos “encaje de bolillos” porque es una distribución muy característica de las lesiones enrojecidas, muy mapeado”.
La AEP pone otro ejemplo textil para dar una referencia similar, el encaje. “La lesión cutánea se suele extender después por el resto del cuerpo, siendo muy característico que afecte a nalgas y extremidades, con lesiones rojizas, no elevadas, reticulares que asemejan un encaje. No suele aparecer en las palmas y las plantas”, dice.

Causas de su aparición
Causado por el parvovirus B19, se trata de un virus muy contagioso “cuando el niño la está incubando —no así cuando ya tiene todo el cuerpo enrojecido—“ a través de las gotitas que emitimos a través de la saliva y es muy habitual sobre todo en primavera. Afortunadamente, “a los niños el enrojecimiento que genera en su cuerpo no les suele picar ni suele tener mayores complicaciones”, apunta Lucía, mi pediatra. “Un porcentaje pequeño de casos, estos niños pueden tener afectación articular, pero no es lo habitual. Y se pasa de forma espontánea, sin tratamiento”, añade.
El megaloeritema “afecta principalmente a los niños en edad preescolar o escolar, aunque puede aparecer a cualquier edad” y “Muchos adultos han pasado la infección por este virus, pero la mayoría de ellos no lo recuerdan”, advierte la AEP.
El gran peligro de la enfermedad del niño abofeteado y prácticamente el único es el daño que puede causar en un feto si la enfermedad se contagia a una mujer embarazada, que puede llegar a ser grave, no como ocurre con los niños y niñas que la padecen y, por ende, contagian.
La doctora Bertrand advierte de ello para que se mantenga siempre a un niño que la padezca o que existan sospechas de ello lejos de quien esté esperando un bebé. La dificultad radica en saber cuándo un menor padece la enfermedad de la bofetada antes de que aparezca el enrojecimiento, que es, como decíamos antes, la fase de la misma en la que más se contagia.
Al ser leve, el megaloetima no suele requerir un tratamiento específico en los niños y niñas que la sufren. Como concluye la doctora Bertrand, “igual que viene, se va”.