Son muchas las preguntas que se hacen los padres y madres de niños y niñas con altas capacidades. Muchas, lo digo por experiencia. Sobre todo al principio. Y una de ellas es si debemos decirles a los niños con altas capacidades que las tienen. Y, a continuación, si debemos recurrir al argumento de que son muy inteligentes para hacerlo. ¿Es una forma de validación o una etiqueta que puede limitar? La duda es más frecuente de lo que parece y toca una cuestión clave en la crianza de estos perfiles: cómo les hablamos de lo que son, de lo que sienten y de cómo funciona su cerebro. ¿El elogio a la inteligencia les ayuda o les condiciona? Esto es lo que dice una psicóloga experta en altas capacidades.
Antes de ofrecer la respuesta de Ana Gloria Sánchez conviene precisar algo: el matiz importa. No es exactamente lo mismo plantearse si conviene decirles que tienen altas capacidades que decirles que son muy inteligentes para explicar lo primero.
En Ser Padres hemos abordado ampliamente la primera cuestión, con un largo historial de temas dedicados con rigor a las altas capacidades. Ya te contamos por qué es recomendable no ocultarle a los niños que tienen altas capacidades y te dijimos que pediatras como Lucía Mi Pediatra aconsejan explicárselo claramente.
También hemos abordado cómo explicarles que tienen esta neurodivergencia: con claridad, sin condescendencia y usando palabras que puedan entender. Te dejamos una guía de consejos para contarles que tienen altas capacidades sin generarles ansiedad o confusión innecesaria.
Pero esta vez abordamos otra pregunta: parecida, aunque no idéntica. La pregunta es si es buena idea explicarles lo que les pasa en términos de inteligencia. Si es útil decirles que son muy inteligentes.

Las altas capacidades van más allá de la inteligencia
La psicóloga y pedagoga Ana Gloria Sánchez, especializada en altas capacidades, lo tiene claro: no es la mejor estrategia.
“Yo muy pocas veces hago alusión a la inteligencia como tal”, explica. “Ayudo mucho más a los niños a entenderse a sí mismos explicándoles que cada cerebro aprende a un ritmo diferente, y que hay cerebros muy veloces en el aprendizaje o que necesitan menos repetición para comprender algo. Y esto es una realidad en ellos”, agrega la experta.
Su enfoque parte de una convicción que comparte con muchos profesionales de la psicología infantil: todos los niños y niñas tienen derecho a conocerse. “Se trata de que todo el mundo tenemos derecho a conocernos. Es algo suyo, es una clave suya de su puzzle. Por lo tanto, nosotros tenemos que ofrecérsela”, afirma.

Pero ofrecerles esa clave no significa reducirla a la idea de ser “muy inteligente”. Tener altas capacidades implica muchas más cosas. “La explicación no tiene que quedarse única y exclusivamente en la inteligencia. Tener altas capacidades implica también sensibilidad, creatividad, intensidad emocional o necesidades diferentes en el aula”, recuerda la psicóloga.
¿Por qué evitar la palabra “inteligente” como definición central? Porque puede convertirse en una etiqueta que limita. Decirles que son muy inteligentes no les ayuda a entender por qué se aburren en clase, por qué se frustran más fácilmente o por qué a veces sienten que no encajan. En cambio, si les explicamos —como propone Ana Gloria Sánchez— que sus cerebros funcionan de forma distinta, que a veces necesitan menos repeticiones para aprender algo, y que eso explica muchas de sus vivencias, se sienten comprendidos.
“Se trata de ir acompañándoles en su proceso de autoconocimiento. Y que este proceso sea realista, que se adapte a cómo son ellos, a su realidad, a sus necesidades, a sus puntos fuertes y también a sus puntos más vulnerables o a aquellas cosas que les cuestan más”, concluye.

¿Decirles entonces que tienen altas capacidades? Sí, con naturalidad, como quien explica cualquier otra característica importante. ¿Decirles que son muy inteligentes? Mejor no limitar el mensaje a eso. Mejor ayudarles a entenderse de forma completa, con sus fortalezas y sus retos. Porque lo importante no es que se sientan especiales. Lo importante es que se conozcan de verdad.