Cómo saber si mi hijo es sensible a la luz

La fotofobia infantil es una patología de la vista que conviene conocer porque hay síntomas concretos que son los que dan la pista de que un menor puede sufrirla.
Cómo saber si mi hijo es sensible a la luz

La fotofobia o sensibilidad a la luz no solo se produce en los adultos, sino que también puede darse en los niños. Te contamos qué es, por qué se produce y qué consecuencias tiene.

Como explica Mari Ángeles Muñoz Rodríguez, optometrista y directora del centro óptico Atenea Optometría de Rivas Vaciamadrid, “La fotofobia es una molestia o sensibilidad a la luz que sufren algunas personas con luz brillante o excesiva -puede ser tanto solar como artificial-, aunque también se da en casos más extremos en algunas personas a pesar de luminosidad media o baja”.

En el caso de los niños, continúa la especialista, “la suelen padecer niños con migrañas, pupilas grandes o con ojos claros, ya que tienen menos pigmentos para protegerlos de una iluminación fuerte” e indica que también existen “una serie de factores externos que pueden producir fotofobia como úlceras o heridas oculares, quemaduras, infecciones, glaucoma o inflamación del ojo”

Zoraida Marqués, experta en salud visual de Essilor, añade que “Es especialmente importante prestar atención al cuidado de la salud visual de los niños, ya que su cristalino absorbe seis veces más radiación UV que el de los adultos”. A esto, Marqués suma dos factores más de por qué puede afectar la fotofobia en los más pequeños incluso más que en los adultos: “la exposición anual es unas tres veces superior, porque pasan más tiempo al aire libre y la pupila de los niños es más grande y su cristalino más claro, por lo que no son tan capaces de filtrar los rayos UV y absorben radiación dañina”, explica.

Cuáles son los síntomas más evidentes

No es fácil detectar la fotofobia en los niños porque no siempre comunican con precisión lo que les ocurre, pero hay detalles que pueden indicar que existe dicho problema relacionado con su vista. El picor de ojos, el lagrimeo, el enrojecimiento ocular, el dolor de cabeza, incluso náuseas y mareos son síntomas compatibles con esta patología tanto en personas adultas como en los niños, coinciden las dos especialistas consultadas.

“En niños muy pequeños podemos observar que rechazan los lugares con luz y les produce mucho lagrimeo y los más mayores nos dirán que les molesta la luz, tendrán dificultades para abrir los ojos cuando hay luz intensa y mantendrán un ojo guiñado”, afirma Mari Ángeles Muñoz como algunos de los síntomas visibles de la fotofobia infantil.

“Es importante estar pendientes si entrecierra los ojos con asiduidad, incluso en casa -estando cerca de una ventana, por ejemplo- o si hay lagrimeo excesivo, enrojecimiento o inflamación de los ojos porque pueden estar indicando que nuestro hijo tiene fotofobia”, dice Zoraida Marqués, que destaca por encima de todos los síntomas un gesto concreto: que el pequeño se frote los ojos inmediatamente después de salir a la calle. “Es el síntoma más evidente, que indica que la luz le molesta en exceso”, asegura.

Aunque en la mayoría de los casos la fotofobia no indica que que el niño tenga una patología o problema ocular, Mari Ángeles Muñoz indica que “hay ocasiones en las que sí debemos tenerlo en cuenta para realizar una valoración con el oftalmólogo” porque puede indicar la aparición de un estrabismo, por ejemplo, dice la optometrista y directora del centro óptico Atenea Optometría de Rivas Vaciamadrid. En concreto, añade la experta, esto se puede detectar cuando “los padres notan que aparte de la sensibilidad a la luz a veces el niño desvía un ojo”.

En este caso, y también “Cuando la sensibilidad a la luz es intensa a pesar de luz baja, cuando es de aparición brusca, cuando se asocia con dolores de cabeza o vómitos y cuando la aparición es tras una cirugía ocular o tras un traumatismo, Mari Ángeles Muñoz recomienda llevar al menor a un especialista y no dejar pasar más tiempo.

Cómo prevenir la fotofobia

En paralelo a esta visita, en caso de que sea necesaria, también se pueden tomar otras medidas preventivas para minimizar las consecuencias de la fotofobia infantil. “Será imprescindible salir con una gorra o visera para minimizar la llegada de los rayos de sol a los ojos, pero también va a ser fundamental llevar unas gafas de sol adecuadas para que el niño pueda protegerse completamente”, aconseja Zoraida Marqués, algo en lo que coincide plenamente Mari Ángeles Muñoz: “Una forma de reducir los síntomas es utilizar gafa de sol con protección ultravioleta en un centro óptico y si son lentes polarizadas ayudarán a reducir los deslumbramientos, siempre que hayamos descartado en el especialista que no hay ninguna patología o problema ocular que lo esté provocando y sea solamente una alta sensibilidad a la luz”, expone al respecto.

Es absolutamente imprescindible acudir a un centro óptico donde un especialista en la materia pueda aconsejar qué gafas son las que necesita el niño porque esta es, además, la mejor forma de garantizar que las gafas elegidas cubren sus necesidades, no solo para la fotofobia que sufre, sino también para prevenir cualquier otro tipo de enfermedad que se pueda producir en su visión en el futuro.

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