Si, por el motivo que sea, has recurrido a la lactancia artificial para alimentar a tu bebé, puedes estar tranquila: la leche de fórmula proporciona todos los nutrientes que los recién nacidos necesitan para su óptimo desarrollo (para elegir la mejor leche para bebés de 0 a 6 meses puedes guiarte por los consejos de la Asociación Española de Pediatría). Pero, además, debes saber que el vínculo con tu bebé no va a verse afectado si le vas a dar el biberón en vez de el pecho, pues la relación madre e hijo va mucho más allá de la alimentación. Así lo aseguran los expertos.
Desde la Unidad de la Mujer de la Clínica Ruber se preguntan cómo es posible que el tema de la lactancia pueda generar hoy en día tanto desasosiego y controversia. “La lactancia materna es muy beneficiosa. Sin embargo, la presión a la que se somete a las mujeres en muchas ocasiones cuando no pueden o, simplemente no desean apostar por esta opción, les genera mucha frustración”, afirma Elena Iracheta, psicóloga de la Unidad de la Mujer en la clínica Ruber.

Hay distintas razones por las que se opta por la lactancia artificial. Como por ejemplo, porque el bebé no agarra bien el pecho (algo muy común en bebés prematuros) o por la baja producción de leche materna. Esto es precisamente, lo que le ocurrió a Begoña, cuando nació su hijo Hugo. Esta madre narra su experiencia en el blog y tienda online Chavalines y da las gracias a la lactancia artificial porque gracias a ella su bebé "que nació prematuro con poco más de dos kilos de peso ha alcanzado con nueve meses talla y peso adecuado a su edad".
Sin discutir los beneficios de la leche materna, sobre todo desde el punto de vista inmunitario, Begoña explica que el objetivo de narrar su experiencia con la leche artificial es "descriminalizar esta opcióny con ello a todas las madres que deciden, por el motivo que sea, tomar la decisión de dar el biberón en vez de el pecho".
Dice Begoña que, en un principio, no se planteaba la leche de fórmula y le hubiera gustado criar a su bebé con leche materna, pero las circunstancias le llevaron a optar por ella y da gracias por haber sabido tomar la decisión a tiempo. “Mi bebé nació por cesárea a las 36 semanas de gestación (decidieron adelantar el parto porque se había paralizado su crecimiento). Yo tenía muy claro que quería dar el pecho pues como bien se habían encargado de hacerme saber comadronas, médicos, la familia, blogueras… es lo mejor. Creo que en este sentido, los cursos preparto (o al menos los que yo he visto) no te preparan realmente para el puerperio, ni la lactancia y sus dificultades. El bienestar de la mamá debería tratarse más, ya que es imprescindible y va estrechamente ligado al del bebé”, opina esta madre.
Begoña cuenta que al nacer Hugo le puso el pecho cada tres horas, como le recomendaron, pero no paraba de llorar en toda la noche porque a ella no le salía leche y él se quedaba con hambre: “A los cuatro día me fui para casa, dolorida por la cesárea, con el pecho mordido por mi pequeño, sin leche, con sentimientos de culpa por no satisfacer su hambre y con las opiniones y presiones de los demás”.
A la semana, el pediatra le recomendó continuar con el pecho pero le advirtió que si quería seguir había que evitar la lactancia artificial aunque llorase “para saber si realmente se alimentaba o no de mi pecho cuando a la siguiente semana lo pesáramos”. Y ese fue el riesgo que Begoña no quiso correr: De esta forma, “una semana después de dar a luz decidí priorizar nuestro bienestar y me dejé llevar del todo por la lactancia artificial intentando no culpabilizarme más por ello”. Desde entonces, añade esta mamá, “mi bebé comió, creció y gano peso y yo puede recuperarme física y emocionalmente y dedicarme en cuerpo y alma a él gracias a la lactancia artificial”.

Y es que, como afirma la psicóloga clínica de la Unidad de la Mujer del hospital Ruber, “el vínculo afectivo madre-hijo va mucho más allá de la alimentación” y resalta la importancia de que la madre reciba el apoyo de su entorno sin sentirse prejuzgada a través de frases estereotipadas y estigmatizantes: “Con este concepto nos referimos, precisamente, a frases como: “no vas a tener el mismo vínculo con tu bebé”, “no vas a alimentarlo igual” o “no vas a recuperar de la misma forma tu figura” y un largo etcétera”.
Estas afirmaciones, añade Iracheta, no tienen en cuenta que lo que de verdad repercute en el bebé es el bienestar de su madre. La psicóloga explica que “el vínculo se forma a través del contacto físico, el olor, las caricias, la ternura, el cariño…”. Por tanto, añade que “incluso cuando la lactancia artificial es la única opción viable, el bebé no solo tendrá su bienestar físico garantizado en lo concerniente a la alimentación y aporte de nutrientes, sino también en lo emocional o afectivo”.
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