El café se caracteriza por ser una de las bebidas más populares y consumidas del mundo. De acuerdo a las estadísticas, de media, una persona tiende a consumir cada año alrededor de 1,3 kg de café, aunque existen determinados países en los que el consumo por persona es mayor. Por ejemplo, en Finlandia, se estima que una persona puede consumir 12 kg de café al año.
A muchas personas les encanta tomar café incluso desde el mismo momento en que se levantan. Y lo hacen por gusto o por conseguir que el café les proporcione ese aporte de energía extra, producido habitualmente por su alto contenido en cafeína (entre otros compuestos destacables).
Sin embargo, algunas personas prefieren sustituir el café por café descafeinado, ya sea porque la cafeína tiende a afectarles muchísimo, o porque simplemente desean limitar su consumo de cafeína por preferencias personas o por razones exclusivamente de salud. En estos casos, no hay duda que el café descafeinado puede convertirse en una excelente alternativa. Pero, ¿es también una bebida adecuada para los niños?
¿Qué es el café descafeinado?
El café descafeinado es una bebida igualmente popular que se puede elaborar al fuego igualmente con agua con la ayuda de una cafetera italiana, o que puede venir ya preparado para servir directamente a cucharadas, el cual se consume habitualmente con leche. Sin embargo, a diferencia del café normal, su contenido en cafeína es mínimo, de ahí que su sabor y color sea ligeramente más suave (aunque todo dependerá del método utilizado en su elaboración).
No en vano, el café descafeinado es café proveniente de granos a los que se les ha eliminado alrededor del 97 por ciento de cafeína, utilizándose para ello diferentes técnicas, que incluyen el uso de agua, dióxido de carbono o solventes orgánicos.
Para su elaboración, los granos de café son lavados en un solvente hasta que se extrae la mayor parte de su cafeína. Y, posteriormente, el solvente también es eliminado. Eso sí, también es posible eliminar la cafeína con la ayuda de un filtro de carbón o un dióxido de carbono.
En cualquier caso, los granos de café siempre son descafeinados antes de proceder a su tueste y molienda. No obstante, lo más común es que el valor nutritivo del café descafeinado suele ser bastante similar al del café normal, salvo por su bajo contenido en cafeína.
¿Cuánta cafeína encontramos realmente en el café descafeinado?
Como ya te hemos mencionado en las líneas anteriores, debemos tener en cuenta que el café descafeinado no se encuentra completamente libre de cafeína. Es más, en realidad tiende a contener cantidades variables, aunque en la mayoría de las ocasiones lo más común es que contenga alrededor de 3-4 mg de cafeína por taza.
Por ejemplo, un estudio publicado en el año 2006 encontró que una taza de 180 ml de café descafeinado contenía entre 0 a 7 mg de cafeína (como máximo). Mientras que, una taza de café normal, tiende a contener entre 70 a 140 mg de cafeína, lo que dependerá del tipo de café, el tamaño en sí de la taza y el método de preparación.
¿Es una bebida adecuada para niños por su bajo contenido en cafeína?
Por el momento, los estudios no han encontrado evidencias de que el consumo en cantidades pequeñas de cafeína perjudique a los niños. En particular, los investigadores no han encontrado evidencias de hiperactividad, mayor nerviosismo o mayor riesgo de determinadas enfermedades, como la osteoporosis o enfermedades cardíacas.
A pesar de ello, y debido al bajo contenido de cafeína que encontramos en una taza de café, no se trataría de una opción inadecuada para niños a partir de 8 o 9 años de edad, aunque debemos tener en cuenta que como ocurre con todas las bebidas que carecen de un valor nutricional significativo, el café no debería convertirse en un sustituto de la leche, la cual proporciona cantidades importantes de calcio y proteínas.

Lo realmente curioso de todo es que muchos de los padres que se preguntan si el café sería originalmente una bebida adecuada para los niños, no tienden a hacerse el mismo planteamiento cuando, en las comidas, le sirven al pequeño un vaso de refresco con alto contenido en cafeína (y azúcar).
Como es de imaginar, el mayor problema que encontramos cuando un niño se toma ocasionalmente una taza de café descafeinado es si se endulza o no, y no por el hecho de que se trate de una bebida con un contenido bajo en cafeína, ya que al endulzarlo con azúcar lo estaremos convirtiendo en un líquido repleto de calorías vacías. Y esto sí sería un problema evidente.
Es más, como ha descubierto algún que otro estudio, aquellos niños que consumen una o más bebidas azucaradas de 355 ml al día (lo que incluye los refrescos, jugos azucarados e incluso el propio café descafeinado con leche y azúcar), presentan un 60 por ciento más de riesgo de sufrir obesidad.
Por tanto, en caso de que al niño le guste el café descafeinado, no habría inconveniente en que se tome alguna taza de vez en cuando, siempre y cuando no se trate de un niño pequeño, puesto que el café descafeinado aún contiene un pequeño porcentaje de cafeína, y en niños/as de menor edad no es necesario que tomen grandes cantidades de cafeína para que su consumo acabe desencadenando efectos adversos innecesarios.