Gloria Fuertes fue una escritora madrileña conocida sobre todo por sus poemas, cuentos e historias destinadas al público infantil. Apodada como “la poeta de los niños”, les dedicó buena parte de su obra literaria. Sus poemas sencillos, con un lenguaje más que asequible para todas las edades, siguen llenos de vitalidad y a día de hoy continúan emocionando a grandes y pequeños. Su forma de escribir, directa y espontánea, lleva décadas enganchando a todas las generaciones que descubren en la lectura un universo lleno de historietas divertidas e inverosímiles, llenas de una belleza lingüística inigualable. El mensaje cargado de amor y pacifismo que transmiten sus versos, alejados de grandilocuencias, llega a cualquier lector que se atreva a sumergirse en ellos.
Para Gloria Fuertes era importante que los niños y niñas leyeran poesía, aunque más que importante lo consideraba necesario. Por eso, y recuperando una pequeña parte de su gran legado, la Navidad es un momento idóneo para que los más pequeños descubran a esta poeta tan especial con sus mejores poemas navideños.

1. El camello cojito
El camello se pinchó
con un cardo del camino
y el mecánico Melchor
con buen tino le dio vino.
Baltasar fue a repostar
más allá del quinto pino...
mientras intranquilo Melchor
consultaba su "Longinos”.
—¡No llegamos, no llegamos,
y el "Santo Parto" ha venido!—
son las doce y tres minutos
y tres reyes se han perdido.
El camello cojeando
más medio muerto que vivo
va espeluchando su felpa
entre los troncos de olivos.
Acercándose a Gaspar,
Melchor le dijo al oído:
—Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido.
A la entrada de Belén
al camello le dio hipo.
¡Ay qué tristeza tan grande
en su belfo y en su hipo!
Se iba cayendo la mirra
a lo largo del camino,
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.
Y a las tantas ya del alba
—ya cantaban pajarillos—
a la puerta de Belén
el supremo rey estaba.
Los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
oyendo hablar como a un Hombre
a un Niño recién nacido.
—No quiero oro ni incienso
ni esos tesoros tan fríos,
quiero al camello, le quiero.
Le quiero, —repitió el Niño.
A pie vuelven los tres reyes
cabizbajos y afligidos,
mientras el camello echado
le hace cosquillas al Niño.

2. Villancico del niño dormilón
No te duermas, Hijo,
que están los pastores.
Ellos te traen quesos,
ellos te traen flores.
Hijo, no te duermas,
que vienen los Magos.
Melchor, si le vieras,
los ojos muy largos,
Baltasar muy negros
y Gaspar muy claros.
Hijo no te duermas
que nace mi llanto.
No cierres los ojos,
que te está mirando
un pastor sin madre
que vino descalzo
a ofrecerte un cuenco.
Cuenco de sus manos
lleno de azulinas
de las de tus campos.
¡Hijo, no te duermas,
que te están rezando!

3. ¿Dónde vas carpintero?
—¿Dónde vas carpintero
con la nevada?
—Voy al monte por leña
para dos tablas.
—¿Dónde vas carpintero
con esta helada?
—Voy al monte por leña,
mi Padre aguarda.
—¿Dónde vas con tu amor
Niño del Alba?
—Voy a salvar a todos
los que no me aman.
—¿Dónde vas carpintero
tan de mañana?
—Yo me marcho a la guerra
para pararla.