Las pantallas están en todas partes: en el salón, en el coche, en la cocina, en la habitación (aunque no sea lo recomendable)… ¡en el bolsillo del pantalón!. A menudo, se convierten en un recurso en el día a día de las familias. Pero los estudios recientes no dejan de alarmar con las consecuencias demostradas que tiene el abuso de los dispositivos tecnológicos. Y más, según una nueva investigación, si se combinan con un entorno emocional del niño o niña marcado por el estrés o la tristeza de su madre.
Un estudio científico reciente ha puesto cifras y contexto a una preocupación creciente. Según los investigadores del Instituto Finlandés de Salud y Bienestar, el uso excesivo de pantallas en la infancia se relaciona con mayores síntomas de hiperactividad, impulsividad, problemas de atención y alteraciones emocionales a los 5 años.
No son conclusiones sorprendentes y, si te interesa esta cuestión de las pantallas en la infancia, tampoco llamativas. Abunda la evidencia científica al respecto. Un ejemplo recientes: el uso acumulado de pantallas desde la niñez predice niveles más altos de estrés y depresión en la adolescencia.
Sin embargo, esta investigación finlandesa, además de reforzar la citada evidencia científica sobre el impacto negativo de las pantallas en la infancia, aporta una nueva mirada porque vincula dichos efectos de las pantallas con el estado emocional de la madre de familia.
Los datos del estudio muestran que los niños y niñas cuya madre presenta síntomas de depresión o estrés sufren con más intensidad los efectos negativos del tiempo frente a las pantallas. Y no se trata de un efecto menor. Incluso ajustando por otros factores como el nivel educativo, la estructura familiar o la asistencia a guardería, el patrón se mantiene.

Salud mental de la madre e influencia de las pantallas
Este trabajo forma parte del proyecto finlandés CHILD-SLEEP, una cohorte de nacimiento iniciada en 2011. En esta ocasión, se analizaron datos de 671 niños y niñas de cinco años, junto con información sobre el bienestar psicológico de sus padres y sus estilos de crianza.
El tiempo de pantalla se midió sumando el visionado de programas tanto en televisión como en otros dispositivos. Los niños del cuartil superior de uso —más de 88 minutos al día (una hora más al día de pantallas perjudica a las habilidades sociales en la infancia)— fueron clasificados como grupo de alta exposición.
Además, se evaluó la presencia de síntomas psicosociales en los niños (problemas de atención, hiperactividad, síntomas emocionales y de conducta) y el estado emocional de las madres y padres mediante escalas validadas de depresión, estrés percibido y estrés vinculado a la crianza.

Las conclusiones son relevantes:
- Los niños y niñas con más tiempo frente a pantallas mostraban más síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad.
- Estos efectos no se explicaban únicamente por el estrés o los estilos educativos parentales.
- Cuando la madre estaba estresada o deprimida, el impacto del uso de pantallas en los síntomas infantiles se duplicaba. Este efecto moderador no se encontró en los padres, ni se explicó por los estilos de crianza.
Los investigadores concluyen, por lo tanto, que el uso elevado de pantallas tiene un impacto independiente en los síntomas psicosociales del niño, que se agrava especialmente cuando la madre presenta problemas de salud mental.

Qué implicaciones tiene para la crianza y la vida familiar
Este estudio refuerza la teoría de que las pantallas, por sí solas, no son el problema. Lo esencial es, por un lado, cómo y cuánto se utilizan, y por otro lado, el contexto emocional y la calidad del acompañamiento adulto.
Dicho de otro modo, no basta con contar minutos y poner un tope de tiempo a las pantallas. Conviene incluir otros factores a tener en cuenta a la hora de gestionar el uso de las pantallas en casa.
En este sentido, estas preguntas pueden servir de guía, siguiendo las conclusiones de este estudio:
- ¿Qué ocurre en casa mientras el niño está frente a una pantalla?
- ¿Cómo se siente su madre? ¿Está disponible emocionalmente?
- ¿Qué rol tiene ese momento digital en la dinámica diaria?

Conviene subrayar que los investigadores no juzgan. De hecho, reconocen que muchas madres pueden recurrir a las pantallas como una forma legítima de pausa o supervivencia. Lo que sugieren es que cuando la salud mental de la madre se ve afectada, los efectos de ese recurso puntual pueden amplificarse en los hijos.
Cuando hay pantallas de por medio, el acompañamiento emocional adulto no solo suaviza los efectos, sino que puede proteger de sus consecuencias. Pero para que eso ocurra, es necesario que las madres —y padres— estén bien.
En ese sentido, este estudio puede servir como una llamada a cuidar a quienes cuidan. Si una madre atraviesa un momento difícil, más que señalar el tiempo de pantalla, es prioritario ofrecerle apoyo emocional, acompañamiento y recursos.
Referencias
- Janette Niiranen, Olli Kiviruusu, Riitta Vornanen, Anneli Kylliäinen, Outi Saarenpää-Heikkilä, E. Juulia Paavonen. Children’s screen time and psychosocial symptoms at 5 years of age – the role of parental factors. BMC Pediatrics, 2024. DOI: 10.1186/s12887-024-04915-8