Dermatitis atópica, ¿qué cremas podemos usar para aliviar la piel del niño?

¿Cómo poner freno a una de las enfermedades de piel más frecuente en niños y que tanto altera la calidad de vida de ellos y sus padres? Hoy la dermatitis atópica es un mal crónico más llevadero. ¿La clave? Mucha información…

La dermatitis atópica, también denominada “eczema atópico”, es una enfermedad de la piel, de carácter crónico, acompañada de prurito e inflamación que evoluciona por brotes. Suele afectar a niños a partir de los 3 meses aunque lo habitual es que remita en la adolescencia y en la actualidad el 20 % de los niños menores de 7 años la padecen.

Las zonas en donde suele aparecer la dermatitis atópica varía dependiendo de la edad del niño pero en los bebés suele darse en las zonas redondeadas como rodillas, frente, mentón… mientras que en los niños de más edad se suele dar en los codos detrás de las rodillas, antebrazos, en los pies, manos, torso y cuello… Cuando la afección se da en la edad adulta suelen verse afectadas las zonas de la cara, los codos y las manos.

Aunque, como ya hemos dicho, la dermatitis atópica suele desaparecer después de los 7 años en los periodos de estrés, ya sea en la adolescencia como en la edad adulta, suele volver a aparecer y siempre habrá que tener en cuenta que este tipo de piel con dermatitis será una piel con tendencia a la sequedad e irritabilidad por lo que habrá cuidarla especialmente con productos para pieles sensibles.

Con el paso del tiempo, y gracias a la innovación de los tratamientos, los brotes cada vez son menos frecuentes y la sintomatología de la enfermedad más llevadera. Su evolución es paralela a la maduración del sistema inmunitario, por ello, en edades adultas, en muchas ocasiones el problema queda solucionado.

¿Cuál es el origen de la dermatitis?

Los últimos estudios constatan que existen dos factores fundamentales, estrechamente relacionados entre sí, que determinan el origen de la dermatitis atópica:

El tratamiento es clave

Debido a la inflamación que experimentan estas pieles, la epidermis tiende a secarse en extremo, por ello, para iniciar un buen tratamiento, hay que pasar por una limpieza extremadamente delicada evitando sustancias sintéticas y sulfatos o cualquier otro activo potencialmente alérgeno y optar por jabones suaves y naturales, ricos en sustancias grasas (mejor los de factura artesanal), elaborados a base de glicerina y extractos de plantas, aceites vegetales como el de oliva o girasol y sustancias que nutran la piel sin agredirla.

La epidermis debe mantenerse constantemente hidratada y nutrida, mejor apostar por extractos botánicos de reconocida eficacia contra la atopia, como la caléndula, la manteca de karité o la avena. La fiebre eco nos ha dejado un buen arsenal de marcas y productos, incluso certificados por los Organismos Eco más afamados, elaborados de forma natural y con el máximo respeto a las pieles más delicadas. Además, conviene evitar ciertos ingredientes de algunas cremas que, al contrario, pueden empeorar la dermatitis. De igual manera, hay que tener especial cuidado si los niños tienen la piel sensible.

De igual modo, el sol es un buen aliado para que la atopia remita espontáneamente, pero hay que tomar medidas de precaución extremas eligiendo productos con un buen nivel de fotoprotección, que no incluyan sustancias sintéticas que podrían agravar el problema. ¿Lo mejor? Elegir las gamas solares específicamente formuladas para pieles atópicas.

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