Los padres tenemos la oportunidad de ser los mejores guías emocionales para nuestros hijos. Aprender a ver las emociones, incluso las más difíciles como la ira, los celos o el miedo, no solo ayuda a nuestros hijos a gestionarlas, sino que también fortalece el vínculo familiar. Elsa Punset, escritora y experta en inteligencia emocional, explica que comprender y guiar estas emociones es clave para el desarrollo personal de los niños. “Cuando te dejan expresar una emoción, te sientes apreciado y comprendido, y automáticamente baja tu intensidad emocional”, comenta Punset, destacando la importancia de crear un espacio seguro donde los niños se sientan escuchados y valorados.
Para que un niño aprenda a gestionar sus emociones, es fundamental que los padres le ayuden a identificar y nombrar lo que siente. Esto, según Punset, requiere paciencia y serenidad. “Cuando escuchamos al niño o a la niña, podemos ayudarle a poner nombre a sus emociones y acompañarle mientras busca soluciones a sus problemas”, explica la experta, añadiendo que este proceso es un verdadero regalo para el desarrollo emocional de los pequeños.
¿Deberíamos preocuparnos por la felicidad de nuestros hijos?
Elsa Punset sugiere que los padres debemos detenernos y reflexionar si realmente estamos contribuyendo a la felicidad de nuestros hijos. “¿Este niño es feliz? ¿Podría ser más feliz? ¿Le abrazo lo suficiente? ¿Me divierto con él o ella lo suficiente?” plantea Punset como preguntas esenciales para evaluar el bienestar emocional de los hijos. Un niño suele ser naturalmente alegre y curioso, y si no expresa estas emociones, puede ser señal de que algo no está bien. "Si no se ríe un montón de veces al día, algo está pasando", alerta la experta, enfatizando la importancia de la observación y del tiempo compartido de calidad.
La influencia de nuestra felicidad en los hijos
La felicidad y el estado emocional de los padres influyen directamente en los hijos. “No importa tanto lo que decimos a nuestros hijos, importa lo que nos ven hacer”, afirma Punset, recordándonos que ellos imitan nuestro comportamiento emocional. Los padres somos el principal modelo a seguir, y nuestra forma de resolver los conflictos emocionales se convertirá en la suya. “¡Somos sus entrenadores emocionales! Aprendemos imitando a nuestros padres”, subraya Punset, alentándonos a ser conscientes de cómo nuestras emociones impactan en los hijos.
¿Pueden los padres tristes afectar el estado emocional de sus hijos?
Según Elsa Punset, la respuesta es sí. “Sabemos que incluso un bebé que tiene un cuidador deprimido probablemente muestre mayores dificultades en su desarrollo cognitivo y emocional”, explica. De hecho, los estudios reflejan que los hijos de padres emocionalmente inteligentes suelen tener mejor salud, mejor rendimiento académico y relaciones más satisfactorias. Punset insiste en que nuestra gestión emocional repercute en el bienestar general de nuestros hijos.
Cultivar la felicidad es un aprendizaje
Finalmente, Punset nos recuerda que la felicidad no depende solo de la suerte o de las circunstancias externas, sino de nuestros hábitos mentales y emocionales. “Puedes aprender a gestionar tus emociones a cualquier edad, pero si aprendes de pequeño a entrenar tus emociones, ¡ganas tanto tiempo!” aclara Punset, destacando que la capacidad de ser feliz está en gran medida ligada a habilidades que pueden aprenderse y desarrollarse.
En conclusión, Elsa Punset nos invita a ser una fuente de apoyo emocional para nuestros hijos, brindándoles un espacio seguro donde expresarse y aprender a gestionar lo que sienten. A través de la escucha, la comprensión y el ejemplo, podemos contribuir a que nuestros hijos crezcan con las herramientas necesarias para enfrentar el mundo con resiliencia y optimismo.