Invaginación intestinal en niños, un motivo de consulta urgente en pediatría

¿Qué es y en qué consiste la invaginación intestinal? ¿Cómo podemos detectarla y qué síntomas pueden surgir?
Invaginación intestinal en niños

Javier tiene 17 meses y hasta ahora, ha sido un niño sano. Una tarde, empieza con llanto intenso; su madre apenas puede consolarle. Encoge las piernas, se pone muy rojo y con el abdomen tenso. Los síntomas recuerdan a cuando tuvo cólico del lactante los primeros meses de vida, pero ya hace más de un año de aquello. A los minutos parece calmarse, pero después empieza de nuevo a quejarse, quedándose un poco pálido al terminar la segunda crisis de dolor. Su madre le ofrece su biberón, pero Javier vomita la leche casi inmediatamente, y posteriormente se queda muy “flojito”, muy decaído. Sus padres deciden acudir a urgencias. Parece que el pequeño tiene una invaginación intestinal. 

¿Qué es la invaginación intestinal?

Invaginación intestinal en niños - Foto: Istock

La invaginación es una obstrucción que ocurre como consecuencia de que las asas intestinales se deslicen unas dentro de otras. Se produce por tanto “un bloqueo” intestinal que puede ser grave si no remediamos la situación a tiempo. 

La obstrucción intestinal puede ocurrir por múltiples causas en los adultos, pero en los niños menores de 2 años, es decir, en los lactantes, la primera causa de que esto ocurra es la invaginación intestinal. Es más raro que aparezca a partir de los dos años, pero también podría darse en este grupo de edad o incluso en adultos. 

¿Cuál es la causa?

No está clara la causa o causas que pueden desencadenar una invaginación y, la mayoría de las veces, nos quedamos sin saber cual fue el origen. Se piensa que en algunos casos podría deberse a infecciones víricas intestinales y otras veces a estructuras anómala del intestino, como los pólipos.

¿Cuáles son sus síntomas?

El síntoma fundamental es el cólico intermitente, manifestado como episodios de llanto intenso, con encogimiento de piernas y dolor abdominal. A medida que pasa el tiempo, las crisis de dolor son más fuertes y duraderas, y entre ellas el niño se encuentra muy decaído y pálido, diferencia fundamental con los cólicos del lactante, típicos de los primeros meses de vida, en los que entre las crisis los bebés se encuentran perfectamente bien.

También son frecuentes los vómitos. Existe otro síntoma, muy característico, y específico, es decir, que prácticamente nos da el diagnóstico seguro de esta enfermedad, pero que se ve sólo a veces, y es la aparición de sangre en las deposiciones, con un aspecto que se suele recordar a la mermelada de frutos rojos. Si la enfermedad progresa, al final encontraremos al niño con muy mal aspecto, pálido, respirando muy rápido y con el pulso acelerado y débil, entrando ya en una fase de shock.

¿Cómo se diagnostica la invaginación intestinal?

Diagnóstico de la invaginación intestinal en bebés - Foto: Istock

Los síntomas son muy característicos y fácilmente nos van a hacer sospechar la presencia de una invaginación. Puede que encontremos una masa al palpar el abdominal del niño, aunque esto no ocurre siempre y, no encontrarla no significa que descartemos el diagnóstico, sobre todo si los síntomas son muy típicos. Confirmaremos la invaginación con técnicas de imagen, que suelen ser la radiografía y la ecografía.

En la radiografía de abdomen pueden verse signos indirectos de obstrucción intestinal, aunque si la invaginación es reciente puede que la radiografía sea normal. La ecografía abdominal es muy útil, pues si hay una invaginación suele apreciarse una imagen circular muy típica, que solemos llamar “en diana” o “donut”.

¿Cuál es el tratamiento?

Afortunadamente, la mayoría de los casos se resuelven sin pasar por el quirófano, mediante un enema de aire o líquido. Lo que hacemos es introducir un flujo de aire o líquido a través del ano del niño, mientras vamos controlando por técnicas de rayos X o ecografía, si resolvemos la invaginación. Este aire o líquido empujará el asa intestinal invaginada hacia su posición correcta, desobstruyendo el intestino.

Esta técnica radiológica debe hacerse siempre por especialistas en radiología y cirugía infantil y en un centro hospitalario, ya que se corre el riesgo de perforar accidentalmente la pared intestinal del niño.

Si la invaginación ya lleva evolucionada mucho tiempo o el pequeño no está estable, es decir, sus constantes vitales no son adecuadas, se debe realizar un tratamiento quirúrgico de urgencia, es decir, debemos operar al niño lo antes posible.

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  • Edgary Rodríguez R.