Ser Padres

Sobre el frasco de la calma y otros mitos del método Montessori que no son verdad

¿Sabías que el famoso bote de la calma no aparece por ningún sitio en el método Montessori? Ese es solo uno de los mitos que hay que desterrar.

Marta Moreno

Sí, ya sabemos que el método Montessori aboga por una educación respetuosa en la que el niño sea el protagonista de su aprendizaje. Que dice que tenemos que adaptar el ambiente en el que se mueve el menor para que todo esté a su altura, que hemos de fomentar la autonomía en edades tempranas y que hemos de utilizar, en la medida de lo posible, elementos (o artículos) hechos con materiales sostenibles y naturales y que, además, sean evolutivos.

Aunque el método pedagógico creado por María Montessori a principios del siglo XX está lleno de muchas verdades, con el paso del tiempo han ido sucediéndose diferentes mitos que se han instaurado también como verdades absolutas sin serlo. Mitos que algunos gurús de esta pedagogía alternativa se encargan de transmitir como tal a fin de que nadie se confunda.

Vamos a recopilar algunos de los mitos más extendidos sobre el método Montessori para que nadie se vuelva a confundir.

No, el frasco de la calma no es Montessori

Lo confesamos: nosotros también hemos caído en este mito. Lo que considerábamos un frasco hecho con materiales naturales y con el objetivo de que el pequeño se calmase en momentos de rabietas, resulta no ser un recurso propuesto por la doctora Montessori en su método.

“La doctora Montessori no habla de este frasco en ninguna parte. No es un recurso de la metodología Montessori”, explica la guía Marta Prada en su perfil de Instagram. “Aunque no dudo de que para algunos niños y niñas pueda contribuir a deshacer el enfado y enfocar su atención en otra cosa, lo cierto es que una gestión sana de emociones no puede depender de un frasco”, argumenta.

De hecho, pone un ejemplo gráfico: “Si intento dar a mi hijo un tarro lleno de agua y purpurina cuando está enrabietado chillando probablemente me lo tire en la cara”.

Dice que la promesa de que con solo un tarro puedes calmar a un niño en un momento de rabieta es tentador, porque sabemos que los padres solemos perder la paciencia cuando nos encontramos ante esta situación. Sin embargo, repite: no es un elemento del método Montessori y nadie debería dejarse engañar con él.

"El método Montessori es para personas con mucho dinero"

Otro mito del todo extendido: son muchas las personas que piensan que lo mejor para un niño es que vaya a un centro educativo donde se tenga en cuenta este método, pero lo cierto es que beneficiarse de él es mucho más sencillo y basta con ponerlo en práctica en casa.

María Montessori no creía en los juguetes: para ella, cualquier cosa era susceptible de ser material pedagógico (sí, incluso aquello que nosotros consideramos juguetes). Y es que, no veía diferencia entre el juego y la realidad y, por eso, consideraba que cualquier objeto que dejásemos al niño para explorar debía ser un reflejo del mundo real.

¿Qué queremos decir con esto? Que el material pedagógico que utiliza Montessori no son juguetes hechos exactamente para tal fin: hojas del campo, papel, pintura, artículos de madera… Cualquier cosa bien gestionada puede ser susceptible de ser utilizado en el aprendizaje infantil.

"Hay que tener mucho espacio en casa para llevarlo a cabo"

Otro mito que es conveniente desterrar: no, no hace falta tener una gran casa o una gran habitación para jugar para poner en práctica el método Montessori. Una de las máximas de esta educadora es que el ambiente esté adaptado al niño, pero no especifica cuánto debe medir ese ambiente.

Es suficiente con adaptar nuestra casa (sea como sea) a nuestro pequeño. Colocar un perchero a su altura, sus cuentos y juguetes en una altura accesible para ellos o una sillita donde él solo pueda sentarse y levantarse.

Más que un gran espacio, Montessori aboga por el minimalismo y por el orden. Así que si las pocas cosas que tengamos están adaptadas a él, será suficiente.

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