Son tantas las cosas de las que tenemos que estar pendientes cuando hablamos de la crianza y la educación de un niño que, obviamente, alguna se olvida. Son muchos los expertos que aseguran que, como padres, tenemos que hacer un poquito más de caso a nuestra intuición e instinto, no pensarlo todo y, sobre todo, dejar de creer que no somos válidos para sacar adelante (emocionalmente hablando) a un pequeño.

Sin ir más lejos, la psicóloga Úrsula Perona así nos los explicaba directamente en nuestro podcast: “La generación millenial es la mejor preparada para ser padres y son los que mejor están desdibujando el rol de papá y mamá”.
Pese a todo lo bueno, es cierto que cuando sale ese ‘instinto animal’ (que sale a relucir, sobre todo, en momento difíciles como las rabietas o cuando los niños se ponen cabezones) sacamos a relucir todo eso que nos inculcaron nuestros padres cuando éramos pequeños. A veces es correcto y, a veces, podemos dañar con ello las emociones y los sentimientos de nuestros hijos.
Precisamente de ello queremos hablar hoy: de esas frases que tenemos tan integradas en nuestro lenguaje desde hace generaciones y que, sin embargo, pueden dañar los sentimientos de los niños. Frases que, de acuerdo al neuropsicólogo Álvaro Bilbao, impiden que los niños validen todas las emociones (incluso, las negativas).

Frases que deberías eliminar de tu vocabulario, según Álvaro Bilbao
“Si intentamos tapar los sentimientos de los niños, el día en que tengan que enfrentarse a ellos lo harán solos y el trabajo para saber enfrentarlos será el doble”, afirma en un post de Instagram que ya alcanza casi los 15.000 likes. “No dejemos que un ‘lo que me pasa no es tan malo, no debo sentirme triste’ les acompañe siempre; ni les obliguemos a evadirse siempre que surja un sentimiento desagradable”, prosigue.
Y es que, esos que nosotros consideramos ‘desagradables’ son también emociones necesarias y, por lo tanto, deben ser igual de validadas que las consideradas ‘positivas’.
Veamos cuáles son las frases que, a juzgar por su entendimiento y experiencia, es mejor que dejemos de decir a los más pequeños:
- “No llores; mira qué pajarito tan bonito, mira cómo vuelta ¿cómo hace el pajarito?”: una frase muy utilizada para distraer al niño del problema o rabieta que está teniendo
- “Solo se ha puesto un poco rojito, no es nada. Estás bien, no es para tanto”: con esta expresión minimizamos el daño que sufre y esto, a ojos de experto, no es bueno para su desarrollo
- “Es una hormiguita, es pequeña. No te va a hacer nada, no puedes llorar por un bichito”: con esto desacreditamos el miedo o temor que puedan sentir
¿Cómo dejar de decir estas frases?
De acuerdo, de nuevo a Álvaro Bilbao, el secreto es transformar esas expresiones negativas en otras positivas que sí hagan bien al proceso de autorregulación emocional por el que tendrán que pasar todos los niños.
Podemos conseguirlo diciendo alguna de estas frases cuando aparezca un conflicto:
- Sé empático con lo que le pasa: “Eso no te gusta y te has enfadado. ¿Te sientes muy enfadado?”
- Conecta con él: “Au, qué golpe te has dado. Está un poco rojito, ¿te pongo un poco de agua?”
- Compréndele: “Te asusta porque me oíste gritar con aquella avispa, ¿a qué sí?”