Vaya por delante que el deporte es importante, vital, más para nuestros pequeños. Este artículo no va de negar el deporte. Atento, porque tiene que ver contigo. Puede que al salir del trabajo recojas a tus hijos del colegio y te preguntes si dar un paseo o dejarles corretear un rato más en el parque compensa el cansancio del día. A veces, parece más sencillo volver directamente a casa. Pero ese momento en que deciden subirse a una piedra, correr sin rumbo o inventar una coreografía sin música puede estar marcando una diferencia real en su desarrollo físico. Lo que para los adultos es simplemente “jugar”, para ellos es mucho más: una oportunidad de fortalecer habilidades motoras fundamentales para toda la vida.
Un reciente estudio longitudinal realizado en Finlandia y publicado en la Journal of Sports Sciences confirma lo que muchos sospechaban, pero pocos habían medido con tanta precisión: dedicar al menos 30 minutos al día a jugar al aire libre durante la primera infancia predice una mejor competencia motriz más adelante, especialmente en niñas.Además, participar en múltiples deportes desde edades tempranas también se asocia con un mayor desarrollo de habilidades motoras. ¿La clave? La diversidad y la regularidad del movimiento.
El valor motor del tiempo libre
Cuando hablamos de “competencia motriz” nos referimos a la capacidad que tienen los niños para controlar sus movimientos: correr, lanzar, saltar, mantener el equilibrio. En este estudio, se evaluó mediante pruebas específicas como los saltos laterales o el control de objetos con las manos. Una de las conclusiones más relevantes es que el tiempo al aire libre, incluso en ausencia de deporte organizado, mejora de forma significativa estas habilidades en las niñas. Según el estudio: “el tiempo al aire libre entre 30 y 60 minutos al día predijo mejores puntuaciones en habilidades de control de objetos y habilidades motrices fundamentales en niñas”.
Es decir, no hace falta que los niños estén inscritos en múltiples actividades deportivas para que desarrollen bien sus capacidades físicas. Lo que importa es que tengan la oportunidad de moverse libremente. Saltar sobre charcos, trepar, empujar una pelota o hacer equilibrios sobre una valla baja son acciones suficientes para activar su coordinación, equilibrio y fuerza.

Multideporte: cuanto más variado, mejor
Por otro lado, la investigación destaca el papel fundamental del multideporte. Participar en más de una disciplina durante los años de educación infantil se asocia con un rendimiento más alto en todas las categorías de competencia motriz. "La participación en múltiples deportes predijo un mejor rendimiento en habilidades locomotoras, de control de objetos, habilidades motrices fundamentales y equilibrio dinámico", afirma el paper.
Esto no implica necesariamente saturar la agenda de los niños con extraescolares. Más bien, se trata de exponerles a diferentes formas de moverse, cada una con sus propios retos. Nadar, bailar, lanzar una pelota o patinar requieren tipos distintos de coordinación y fuerza. Según el estudio, el desarrollo de estas habilidades es más sólido y duradero cuando se practica una variedad de movimientos.

Niñas y niños: diferencias y aprendizajes
Un aspecto interesante que refleja la investigación es la diferencia de impacto según el sexo. Las niñas mostraron mejoras significativas en su competencia motriz asociadas al tiempo al aire libre, mientras que en los niños este efecto no fue estadísticamente relevante. ¿Por qué? Una posible explicación es que los niños, en general, ya pasan más tiempo activos al aire libre, por lo que su margen de mejora es menor. El estudio indica que “los niños fueron significativamente más activos que las niñas en tiempo al aire libre durante los días de semana”.
También se observó que los niños destacaban más en habilidades de control de objetos y motrices generales, mientras que las niñas tenían mejores resultados en habilidades locomotoras, como saltar o correr. Esta diferencia podría tener raíces tanto biológicas como sociales: las expectativas de género y el tipo de juegos que se promueven en cada caso influyen en las oportunidades de movimiento.

La importancia de la rutina diaria
Una de las aportaciones más interesantes de esta investigación es que no basta con actividades puntuales o intensas. Lo que más peso tiene en el desarrollo físico de los niños es la constancia. Jugar cada día al aire libre, aunque sea solo media hora, crea una base sólida sobre la que construir habilidades más complejas. Como señala el estudio: “los resultados subrayan el papel independiente de la participación en deportes organizados y del tiempo al aire libre en el desarrollo motor desde la primera hasta la mediana infancia”.
Esto significa que padres, madres y educadores pueden hacer mucho por el bienestar físico de los niños con decisiones simples y sostenidas en el tiempo. Por ejemplo, dejar que jueguen en el parque tras el colegio, permitir que vayan caminando al centro educativo o reducir el tiempo de pantallas para favorecer el juego activo.

¿Y si no hacen deporte organizado?
Una de las preocupaciones frecuentes entre familias es si sus hijos están “perdiendo el tren” por no asistir a clases de fútbol, danza o gimnasia. El estudio aporta tranquilidad: aunque los deportes organizados tienen un efecto positivo, no son la única vía para desarrollar habilidades motoras. La práctica libre también es valiosa, especialmente cuando se realiza al aire libre y de manera frecuente.
Eso sí, los beneficios del deporte organizado son mayores cuando se practica más de una disciplina. El artículo explica que “los niños que participaban en dos o más deportes mostraban una diferencia de alrededor de 5 puntos en la prueba de salto lateral respecto a sus pares no participantes”. Por tanto, si se opta por actividades estructuradas, conviene que haya variedad.
Implicaciones para las familias y la educación
Este trabajo, que analizó a más de 600 niños en un periodo de tres años, aporta datos sólidos para repensar algunas rutinas familiares y escolares. No se trata de llenar de actividades las agendas infantiles, sino de recuperar el valor del movimiento cotidiano. Algo tan sencillo como garantizar que los hijos pasen al menos 30 minutos diarios jugando al aire libre puede tener consecuencias duraderas en su salud física y bienestar general.
Además, es importante que las escuelas y centros de educación infantil ofrezcan espacios adecuados y tiempo suficiente para el juego activo libre. Esto no solo implica recreos más largos, sino también políticas que favorezcan la autonomía de los niños para moverse por su entorno sin una dirección constante.
Una inversión en salud futura
La competencia motriz desarrollada en la infancia no solo determina la capacidad para participar en deportes, sino también la propensión a mantener una vida activa en la adolescencia y adultez. Varios estudios ya han demostrado esta conexión. El presente trabajo confirma que esa trayectoria comienza mucho antes de lo que suele pensarse.
Promover que los niños se muevan, jueguen y se enfrenten a desafíos físicos diversos no es un lujo ni una pérdida de tiempo, sino una inversión en su salud física y emocional. No hacen falta grandes recursos: con espacio, tiempo y la libertad de moverse, ya tienen gran parte del camino recorrido.
Referencias
- Nanne-Mari Luukkainen, Arto Laukkanen, Donna Niemistö & Arja Sääkslahti (2025). Children’s outdoor time and multisport participation predict motor competence three years later. Journal of Sports Sciences, 43:5, 431-439. DOI: 10.1080/02640414.2025.2460892.