Hay niños y niñas que cogen el lápiz con el puño cerrado y otros que ya hacen trazos con precisión a la misma edad. El desarrollo de la psicomotricidad fina, como es el caso de las habilidades manuales, como tantos otros aspectos del desarrollo infantil, no siempre sigue ritmos paralelos: aunque suene a frase manida, cada peque tiene su ritmo. Sin embargo, es casi inevitable que se produzcan comparativas en madres y padres sobre el desarrollo de las habilidades psicomotoras finas de sus hijos e hijas en comparación con sus iguales. Además, surgen las dudas.
Afortunadamente, la ciencia da respuesta a muchas de estas dudas que van surgiendo en la crianza respecto al desarrollo de las habilidades desde el nacimiento. Ejemplo de ello es una una nueva investigación que describe con detalle cómo evolucionan las habilidades manuales en los primeros años de vida: las niñas desarrollan antes la psicomotricidad fina.
El estudio, publicado en Human Movement Science y realizado por un equipo de la Universidad de Groningen, ha observado con lupa el desempeño motor de 182 niños y niñas entre 3 y 6 años, evaluando su forma de agarrar, manipular y coordinar movimientos en tareas cotidianas. Los resultados confirman lo que muchas familias ya intuyen: las niñas tienden a adquirir antes ciertas destrezas motrices finas que los niños.
Pero lo novedoso no es solo eso. Esta investigación no se queda en lo cuantitativo —por ejemplo, en lo rápido que hacen una tarea o si la completan bien—, sino que se adentra en la calidad de los movimientos, permitiendo ver cómo se pasa de movimientos torpes a otros más precisos en un proceso evolutivo lleno de matices.

Análisis con grabaciones de vídeo
Leila Faber, Marina M. Schoemaker y su equipo analizaron con grabaciones en vídeo tres tareas incluidas en la prueba estandarizada Movement Assessment Battery for Children-2 (MABC-2): colocar monedas en una hucha, ensartar cuentas y dibujar una línea dentro de un camino. Lo hicieron no solo midiendo resultados, sino observando detalladamente cómo se ejecutan los movimientos implicados: tipo de agarre, uso de dedos, coordinación entre manos, posición del cuerpo, etc.
Así, pudieron describir secuencias de desarrollo dentro de cada tarea. Por ejemplo, observaron que los niños más pequeños (3 años) tienden a usar agarres con toda la mano, mientras que los mayores (5-6 años) ya aplican un pinzamiento con los dedos más preciso.
En el dibujo, se pasa de mover el brazo desde el hombro a utilizar los dedos con soltura. Y en el caso de ensartar, se evoluciona desde ayudas con la otra mano o el cuerpo a manipular las cuentas solo con los dedos.

Estos avances no son iguales en todos. El estudio encontró diferencias por sexo en las edades más tempranas: a los 3 y 4 años, las niñas mostraban una mayor madurez motriz en tareas como el dibujo, utilizando agarres más avanzados, más movimientos de los dedos y mejor apoyo del papel con la otra mano.
En cambio, los niños y niñas tendían a usar agarres más rudimentarios y a mover el brazo desde el hombro. Eso sí: las diferencias tienden a igualarse a partir de los 5 años.

El desarrollo de las habilidades manuales en las edades tempranas
Una de las principales aportaciones del estudio es que no todos los niños desarrollan las habilidades manuales al mismo ritmo, pero sí siguen una secuencia común. Saber identificar en qué punto está nuestro hijo o hija puede ayudarnos a acompañar mejor su evolución y evitar comparaciones innecesarias.
El estudio, por tanto, no solo aporta datos científicos, sino también herramientas concretas para la crianza consciente. Saber que existen secuencias naturales en el desarrollo motriz, que niñas y niños pueden ir a ritmos distintos y que hay formas de apoyar sin presionar es un regalo para las familias.
En este sentido, pueden serte de ayudas estas ideas prácticas que extrapolamos de las conclusiones y aprendizajes derivados de la investigación en cuestión:
- No adelantarse a la madurez motriz: a los 3 años es normal que aún usen el puño para dibujar o necesiten ayuda para enhebrar. El paso a un agarre tipo pinza o la manipulación solo con dedos llega progresivamente.
- Evitar forzar el agarre "correcto" demasiado pronto: el estudio muestra que el uso de agarres maduros aparece de forma natural entre los 4 y 6 años. Insistir antes puede generar frustración o tensiones innecesarias.
- Observar más allá del resultado: no se trata solo de si logran completar la tarea, sino de cómo lo hacen. Por ejemplo, un niño puede meter monedas en una hucha, pero usando movimientos torpes que indican que aún no domina la motricidad fina.
- Valorar las diferencias entre niños y niñas sin convertirlas en etiquetas: aunque las niñas suelan mostrar antes ciertas destrezas, no significa que los niños vayan mal. Lo importante es respetar los tiempos de cada uno.
Referencias
- Leila Faber, Marina M. Schoemaker, Dagmar F.A.A. Derikx, Heleen Seetsen-van Schelven, Esther Hartman, Suzanne Houwen. Qualitative age-related changes in fine motor skill performance among 3- to 6-year-old typically developing children. Human Movement Science, 2024. DOI: 10.1016/j.humov.2023.103169