Si tu hijo (o hija) de 4,5, 6 o 7 años es de los que no dice nada sale del colegio o si todo lo que dice es un frío “bien” cuando le preguntas cómo le fue en el colegio y después se encierra en su mundo sin contarte más, tranquila, tranquilo, no eres el único que vive esta situación. Esa escasa comunicación no es un problema personal ni algo que estés haciendo mal. Pasa a menudo, hay una explicación científica y también algunos recursos que pueden ayudar.
Según la psicóloga especializada en crianza Emilia Aguilera, este silencio tiene mucho que ver con el neurodesarrollo infantil y con cómo los niños procesan y expresan sus vivencias. Es un proceso natural relacionado con el desarrollo cerebral y lingüístico de los pequeños.
Hay varios factores que influyen en esta aparente “reticencia” a contar lo que hacen. Por eso, no es raro que se limiten a respuestas breves y a no entrar en detalles.
- Memoria episódica: a esta edad, los niños y niñas están aprendiendo a recordar eventos concretos y ordenarlos en secuencias. Eso no es algo que ocurra de forma instantánea ni sencilla.
- Lenguaje narrativo: expresar lo vivido requiere construir relatos coherentes y detallados, lo que es un aprendizaje que mejora con la edad y la práctica.
- Nivel de cansancio: después de un día agotador, a menudo lo último que quieren es extenderse en una conversación compleja.
- Diferencias de intereses: lo que para ti fue importante puede no haberlo sido para ellos. Y viceversa.

Estrategias para hijos que nunca cuentan nada (4-10 años)
Para ayudar a los niños y niñas que tienen dificultad o desinterés para contar las cosas que viven y les ocurren, la clave está en cambiar la forma en que hacemos las preguntas y crear espacios para que se sientan motivados y cómodos para compartir.
En este sentido, hay algunas estrategias o trucos que puedes poner en práctica según la psicóloga Emilia Aguilera. Te dejamos hasta 5 ideas distintas.
Preguntas más específicas y creativas
Prueba a hacer preguntas que despierten su imaginación y que sean más fáciles de responder:
- ¿Qué fue lo más divertido que pasó hoy?
- Si tuvieras que dibujar algo de hoy, ¿qué dibujarías?
- Si el profe te dejara elegir qué hacer mañana en clase, ¿qué escogerías?
- Si fueras un superhéroe en el colegio, ¿qué misión tuviste hoy?
Estas preguntas no solo invitan a contar hechos, sino que además fomentan la creatividad y hacen la conversación más divertida.
Dos verdades y una mentira
Cuéntales sobre tu día dos cosas que realmente pasaron y una que te inventaste. Pídeles que adivinen cuál es la mentira. Luego, que te cuenten ellos su turno.
Este juego rompe la rutina y genera un ambiente distendido para hablar.

Dibujar el día
Para los más pequeños o para aquellos que no se sienten cómodos hablando, ofrece papel y colores. Pídeles que dibujen lo que más les gustó o lo más extraño que vivieron.
El dibujo se convierte en un puente para abrir la comunicación.
La pregunta incompleta
Empieza frases que ellos puedan completar:
- Hoy en el recreo me gustó cuando…
- Me reí mucho cuando…
- Algo que me costó fue…
Este método reduce la presión de inventar todo el relato y permite que su imaginación complete lo que falta.
Cuéntame algo como si yo fuera…
Juega a cambiar los roles para que se expresen desde diferentes personajes o estilos, lo que hace la conversación más dinámica y entretenida:
- Cuéntame como si yo fuera un perrito que te está escuchando.
- Dímelo como si fueras un robot.
- Cuéntamelo en clave de espía.
Puede que te funcionen mejor o peor no solo en función del niño o niña, sino también del día, porque las circunstancias cambian. Por ejemplo, el cansancio. Lo importante es que, como padres, no perdamos la paciencia ni la curiosidad. Cambiar la manera en que preguntamos puede ser la llave para que ese “silencio” se transforme en un diálogo rico y lleno de historias.