Los expertos en lactancia materna coinciden en que no es raro que las madres tengan miedo a este proceso. "Cómo no hacerlo, con todo lo que habrás leído y escuchado", matiza Alba Padró, auxiliar de clínica y consultora internacional de lactancia.
La buena noticia, explica, es que el miedo no es un mal sentimiento si lo identificamos y aplacamos (más o menos) o podemos llegar a gestionarlo. El miedo puede ser el resorte que te lleve a prepararte más, a buscar ayuda para el posparto, a leer como una loca todo lo que caiga en tus manos para deshacer dudas y miedos que tengas... Ya ves que no es siempre un mal aliado en el embarazo", matiza la experta en su libro Mucha teta: el manual de lactancia materna.
Padró dedica un amplio capítulo a hablarnos acerca de cómo prepararnos para dar el pecho durante el primer embarazo. Entre los puntos fundamentales que aborda sobre cómo se desarrolla este proceso, el primero se centra en uno de los miedos más profundos: "No sé si quiero dar el pecho".
"Amamantar no es una obligación, sino que tiene que ser algo de lo que tengas ganas, algo que te apetezca a priori y puedas disfrutar. Por supuesto, durante el proceso vas a tener miedo, dudas y mil emociones encontradas, pero nunca te sientas obligada a dar el pecho si no quieres", indica Padró.
Otras cuestiones relevantes que irás viendo y descubriendo, según la experta, serán:
- Dolor en el pecho y el pezón durante el embarazo: "Es un tema fisiológico y hay poca solución más que esperar".
- Picor en el pecho: Su recomendación es aplicar una crema hidratante, que no tiene por qué ser específica para el embarazo o lactancia. "Normalmente sólo hace falta durante el primer trimestre de embarazo, que es cuando más crece todo el tejido mamario".
- Cambios de color y crecimiento del pezón y la areola: "Cuando hayas iniciado la lactancia, a medida que pasen los meses, el color del pezón y la areola se van a ir normalizando y volverán al color anterior al embarazo".
- Los "granitos" en la areola: "Cuando empezaos la toma, el bebé suele realizar golpecitos en esta zona. Esto hace que la areola y los corpúsculos areolares se contraigan para que de esta manera al bebé le sea más fácil encontrar la zona, agarrarse y succionar.
- Sequedad de la areola y el pezón: Para ello, recomienda hidratación máxima en la zona. "Con un aceite de almendras o similar sirve también", añade.
Alba Padró expone también otras cuestiones como el calostro, la aparición de costras en el pezón, verrugas, observar el pezón, dudas sobre el pecho...
Entre todas ellas, que aparecen detalladamente enumeradas en su mencionado libro, hace una mención especial a cómo preparar el pezón para la lactancia.
No, no hay que preparar el pezón para la lactancia:
"No hay que preparar el pezón, nos tenemos que preparar nosotras para nuestra futura lactancia: lee, observa, pregunta, resuelve... Esto es lo que hay que preparar. La lactancia va más allá de algo físico: requiere entender lo complejo del proceso de crianza, que implica una atención continuada y sostenida. Los bebés nacen inmaduros y, de hecho, somos las crías más inmaduras de entre todos los mamíferos, por lo que van a necesitar nuestra presencia y cuerpo durante muchos meses. El bebé va a querer mamar siempre, con una frecuencia que es posible que te avasalle y sorprenda", concluye.
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