Se burlan de mi hija por el color de piel
Aunque parezca increíble en esta sociedad globalizada aún siguen existiendo prejuicios por el color de piel. Y los niños, a veces, son los más crueles. Los padres sí pueden y deben tomar medidas.
El ser de una raza diferente (niños adoptados, inmigrantes...) puede ser una de las causas por las que un niño sufra maltrato por parte de sus compañeros. En muchísimos colegios la integración de razas se practica sin problemas, pero hay chicos con reacciones racistas, igual que ocurre con ciertos adultos. Además, puede convertirse en un pretexto para que uno o varios matones de colegio acosen a un compañero.
Los padres (y los profesores) deben saber que la víctima de acoso escolar o "bullying" frecuentemente sufre su tragedia en un avergonzado silencio. Por eso hay que estar alerta a las posibles señales: ropa o libros rotos, contusiones, aislamiento social, fobia al colegio, alteraciones del humor o malestares físicos, llanto u otras conductas “inexplicables”...
¿Y si nuestro hijo llega llorando a casa diciendo que le insultan por su color de piel o notamos una de estas conductas "silenciosas"? ¿Qué podemos hacer?
1. Decirle a un chico que se defienda de sus compañeros “matones” respondiendo a sus agresiones no es positivo y, muchas veces, ni siquiera es posible. Puede enseñarse al niño a que responda con la mayor decisión posible algo como “no tengo por qué aguantaros” e inmediatamente acudir a un profesor.
2. El comportamiento apocado y el silencio de las víctimas envalentona a los matones. Del mismo modo hay que enseñarle a que evite en lo posible andar solo por lugares donde pueda ser agredido.
3. También hay que hablar con los profesores, incluso con el director del colegio, para que tomen las medidas oportunas. Si el asunto no se soluciona puede ser oportuno intervenir a través del consejo escolar o la asociación de padres de alumnos.
4. El hecho de saber que cuenta con nuestro apoyo, que no le forzamos a enfrentarse directamente y que aprobamos que acuda a los adultos infundirá valor al chico-víctima, así como el poder sincerarse con nosotros y saber que le comprendemos y apoyamos.
5. La educación para la tolerancia y contra el racismo debe practicarse tanto en la escuela como en la familia. Tengamos en cuenta que nuestros hijos no solo pueden ser víctimas; también podemos llegar algún día a encontrar en casa a un agresor.