Periodo de adaptación en el colegio: pros y contras
Esta herramienta educativa se impone en la mayoría de centros escolares en las dos etapas de educación infantil para facilitar la transición de los más pequeños del verano al aula.
En la escuela infantil y en el segundo ciclo de educación infantil, especialmente en el primer año, el que supone la incorporación al colegio de los niños de 3 años -2 en el caso de los peques que cumplan años en el último trimestre del año-, el período de adaptación es una herramienta implementada en cada vez más centros educativos.
Esto se debe a que para los niños tan pequeños, la separación de sus padres tras muchas semanas juntos en verano supone un cambio en su vida que no solo es drástico, también es desconocido para muchos de ellos. Los profesionales expertos en psicología infantil y educación en los primeros años se decantan por mayoría por facilitar que los peques afronten esta transición de la forma menos brusca posible y eso pasa por atender sus necesidades de forma individualizada, para lo cual es esencial el período de adaptación.
Ventajas para los niños
Al ser uno de los primeros contactos sociales fuera del ambiente familiar, hay muchos niños que no llevan bien la llegada a un nuevo entorno, hostil de primeras para ellos, donde no se sienten seguros al estar lejos de sus pilares, sus padres y familiares más cercanos.
Incluso en el caso de los niños que se adaptan rápido y bien, el período de adaptación es interesante porque les permite familiarizarse con el colegio, sus maestras y maestros y sus compañeros poco a poco. Al acudir durante un tiempo limitado a clase durante los primeros días -se suele aumentar de manera progresiva durante las dos primeras semanas de curso aunque depende de cada centro y de cada alumno, ya que es posible respetar distintos ritmos de adaptación-, de esta manera no se siente desbordado por la nueva rutina y se limita la resistencia al cambio o el rechazo, algo que es común en los primeros días de cole.
Al mismo tiempo, también es un período de transición que los profesionales de la educación exprimen al máximo para conocer de cerca a su alumnado y detectar cuanto antes sus necesidades, que no siempre son las mismas.
La dificultad de conciliar
Las ventajas se imponen de largo a los contras en lo que respecta al período de adaptación. De hecho, en la lista de estas últimas apenas hay una que se puede destacar: la dificultad añadida que supone para la conciliación familiar el hecho de que el peque no vaya a tiempo completo al centro escolar las primeras semanas de curso. Esto es un hándicap para los adultos, pero no para el niño.
En cambio, desde el punto de vista del pequeño y del profesorado, los beneficios son múltiples. Por un lado, porque ayuda a disminuir el sentimiento de abandono que sufren los niños tan pequeños al llegar al centro escolar y alejarse de sus padres por primera vez en tanto tiempo y también facilita el control de la ansiedad de esta separación. Y, por otro, porque favorece que el vínculo entre el educador y el niño se construye paso a paso y no de forma radical y forzada en un tiempo récord por tener que pasar juntos durante todo el horario escolar desde el primer día de clase.
En definitiva, siempre que podáis conciliar trabajo y atención de vuestros hijos, si un centro educativo os recomienda la incorporación progresiva de vuestro hijo a clase en la etapa de educación infantil, facilitad que así sea. Y no os olvidéis de reforzad en casa el esfuerzo que hace el personal educativo y también vuestro pequeño por adaptarse a la nueva rutina cumpliendo con los consejos que dan los expertos en la materia: actitud y refuerzo positivo, comprensión, legitimación, anticipación -visitar el cole días antes, habladle de ello, cambiar los horarios con tiempo, etcétera- y apoyo emocional son algunas de las claves para favorecer la transición del verano al centro escolar a los niños pequeños.