Estudio duda que los hombres sean menos sensibles al llanto del bebé: "No explica la distribución desigual del cuidado nocturno" 

Un nuevo estudio pone en duda que los hombres sean menos sensibles al llanto nocturno del bebé y apunta a una explicación más incómoda: no es que no oigan, es que no se levantan.
Aunque ambos padres oyen el llanto, solo uno se levanta. Un estudio de la Universidad de Aarhus desmonta el mito biológico sobre el cuidado nocturno.
Aunque ambos padres oyen el llanto, solo uno se levanta. Un estudio de la Universidad de Aarhus desmonta el mito biológico sobre el cuidado nocturno (Midjourney-RG)

Durante décadas, muchas madres hemos escuchado –y muchas veces dicho, con resignación– que “él no se despierta” cuando el bebé llora por la noche, en referencia a que el padre no escucha el llanto como lo hace la madre de un recién nacido. Se asume que las mujeres tienen un radar interno, una especie de sexto sentido biológico que las mantiene en alerta incluso mientras duermen. Y así, entre excusas como que mañana tienen que trabajar y rutinas que se repiten sin pensar demasiado y acaban convertidas en verdades universales dentro de la cultura popular, las mujeres han ido cargando con la mayoría del cuidado nocturno.

Y en este contexto irrefutable, irrumpe con fuerza y notabilísimo interés un nuevo estudio publicado en la revista científica Emotion, liderado por la Universidad de Aarhus (Dinamarca), acaba de poner esa idea en duda. Lo hace con datos que resultan tan reveladores como incómodos: la diferencia de sensibilidad entre hombres y mujeres al llanto del bebé durante la noche es mínima.

La diferencia existe, pero es mínima y no alcanza para explicar que las madres sigan siendo quienes se levantan casi siempre. “No explica la distribución desigual del cuidado nocturno", aseguran con rotundidad los investigadores desde la primera línea de sus conclusiones.

En el estudio, las madres atendieron tres veces más al bebé durante la noche. No por mayor sensibilidad auditiva, sino por dinámica social.
En el estudio, las madres atendieron tres veces más al bebé durante la noche. No por mayor sensibilidad auditiva, sino por dinámica social (Midjourney-RG)

Un estudio, dos fases: no hay grandes diferencias entre sexos

El estudio ha contado con dos fases: una investigación en un entorno controlado para desarrollar un experimento y otra parte desarrollada en un entorno familiar real.

El experimento: ¿quién se despierta más por el llanto del bebé?

En el primer estudio, los investigadores reunieron a 142 personas adultas sin hijos y les hicieron dormir en un entorno controlado mientras les reproducían sonidos: desde una alarma hasta el llanto de un bebé. 

El resultado es que solo a volúmenes muy bajos (entre 33 y 44 decibelios), las mujeres tenían un 14 % más de probabilidad de despertarse que los hombres. Pero cuando el volumen aumentaba –como lo haría naturalmente un bebé que llora sin consuelo a mitad de la noche– esa diferencia desaparecía.

Por ello, los investigadores no encuentran evidencia de que los hombres simplemente durmieran a pesar del llanto del bebé, como se suele creer. De hecho, aseguran que hay variabilidad en ambos géneros dentro de la muestra estudiada. 

El mundo real: ¿quién cuida más?

En la segunda parte del estudio se observó lo que ocurría en casas reales. Participaron 117 parejas de padres primerizos durante una semana. El resultado no sorprendió, pero es concluyente: las madres atendieron al bebé por la noche tres veces más que los padres.

Entonces, el equipo de investigación quiso ir un paso más allá: cruzaron los datos del experimento de laboratorio con los del mundo real, simulando qué pasaría si la diferencia de sensibilidad auditiva fuera el único factor que explicara la desigualdad. Y la conclusión es que no alcanza. La biología no justifica la desigualdad.

Madres que sostienen, calman y duermen: la sobrecarga del cuidado nocturno no responde solo a biología, sino a roles que aún no se reparten igual.
Madres que sostienen, calman y duermen: la sobrecarga del cuidado nocturno no responde solo a biología, sino a roles que aún no se reparten igual (Midjourney-RG).

Por qué sigue la desigualdad en el cuidado nocturno

La desigualdad en el cuidado nocturno del bebé sigue a la orden del día. Sin ir más lejos, un estudio reciente demostró que una de cada tres madres primerizas pasa más de 24 horas sin dormir en la primera semana de vida del menor. Y otra investigación concluyó que el déficit de sueño persiste al menos 18 meses tras el parto.

La explicación más plausible, según los autores, es una combinación de factores sociales, culturales y estructurales. Por ejemplo:

  • Permisos parentales desiguales: en muchas familias, la madre es quien toma la baja por maternidad desde el inicio, lo que la hace más experta –y responsable– en los cuidados del bebé. Este factor en España aplica entre comillas porque el segundo progenitor, si lo hay, debe tomar de forma obligatoria un permiso de seis semanas desde el nacimiento de su hijo o hija, pero también es cierto que a partir de ese momento suele ser la madre quien sigue de baja mientras el segundo progenitor se reincorpora al trabajo.
  • Lactancia nocturna: si la madre da el pecho, muchas veces se asume que el padre “no tiene nada que hacer”, cuando podría ayudar de otras formas.
  • Expectativas de género: vivimos en una sociedad donde todavía se espera que la mujer sea la cuidadora principal, incluso en parejas con discursos igualitarios.
  • Inercia doméstica: cuando una madre se despierta una, dos, veinte noches seguidas, se convierte en la que “mejor lo hace”. Y ahí se instala una rutina difícil de romper.
La brecha en el cuidado nocturno no se explica por el oído, sino por la costumbre. ¿Y si la igualdad empezara también de madrugada?
La brecha en el cuidado nocturno no se explica por el oído, sino por la costumbre. ¿Y si la igualdad empezara también de madrugada? (Midjourney-RG)

El estudio abre un debate interesante

El estudio no solo desmonta un mito; también abre la puerta a una conversación pendiente de abordar en profundidad a nivel social: la de cómo podemos repartir de forma más justa la crianza nocturna. Porque dormir no debería ser un privilegio. Ni una batalla solitaria.

Algunos países están empezando a hacer cambios. En Dinamarca, por ejemplo, el permiso de paternidad se amplió de dos a once semanas. Y en este sentido, el mejor ejemplo es el español, donde ambos progenitores tienen garantizadas 16 semanas de permiso, con ese objetivo de las 20 semanas de permiso parental incluido en el borrador de la denominada Ley de Familias que no ha salido todavía adelante.

Por otro lado, este estudio también nos recuerda algo fundamental: no hay instinto que pese más que un acuerdo explícito y una voluntad compartida. En resumen, la ciencia deja claro que los hombres también oyen al bebé llorar por la noche. Y si no se levantan, quizás no sea porque no puedan… sino porque no tienen que hacerlo. Porque alguien más ya se levantó.

Referencias

  • Vermillet, A.-Q., Skewes, J. C., & Parsons, C. E. (2025). Men and women’s waking patterns to infant crying: Preparenthood differences are insufficient to explain uneven sharing of nighttime care. Emotion. Advance online publication. https://doi.org/10.1037/emo0001478

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