Cada 5 de enero, tres sabios magos llegados de Oriente llegan a España e inundan las calles de nuestro país de alegría, jolgorio y caramelos. Aunque pueda sonar ridículo o inverosímil no son pocas las visitas a urgencias que están relacionadas con las cabalgatas de reyes. Obviamente la alegría de los peques al ver a los reyes magos debe prevalecer antes que dejarlos en casa. Pero no está de más tener en cuenta ciertas precauciones.

Ojo a los empachos
Cuando los padres compran golosinas o caramelos son conscientes, básicamente porque son los que los pagan, del número de caramelos que están comprando y que va a tomar el niño. Pero durante una cabalgata, el peque va a intentar hacerse con el mayor número posible de caramelos y golosinas. Por lo que una vez finalizada la misma puede que los bolsillos del abrigo del niño estén más cargados de lo que los padres creen. Y las golosinas en el bolsillo de un peque no suelen durar mucho, aunque sea a costa de un empacho.
Si al número de caramelos tomados obtenidos en la cabalgata le añadimos el roscón característico de la fecha y los dulces de navidad se tienen muchas posibilidades de que la jornada del 5 de enero acabe en un "mamá me duele la tripa".
Aunque sosegar a un niño un 5 de enero es tarea difícil, los padres deben inculcar en los niños la idea de no comerse todos los caramelos la misma noche o en los siguientes dos/tres días.Una buena opción es poner los caramelos en un cuenco o plato en una zona común como el salón. Así los padres podrán vigilar mejor el número que falta y además el peque aprenderá a compartir su "botín" con el resto de familiares.
Ojo con el azúcar
La Organización Mundial de la Salud nos insiste en no dar azúcar a los niños menores de dos años. Además, la ingesta de un número elevado de caramelos no es recomendable para los dientes de los niños. Una opción es que los padres se hagan con caramelos sin azúcar y den "el cambiazo" a algunos caramelos del "botín de la cabalgata" una vez lleguen a casa. En este punto recordad que los edulcorantes no están recomendados antes de los tres años.
Atragantamientos
Es, con diferencia, el mayor peligro al que están expuestos los peques. Un caramelo al ser tragado entero puede taponar la vía aérea del niño. No os recomiendo dar caramelos a los niños menores de 5 años, independientemente de sus dimensiones o el deseo que manifieste el pequeño. Uno de los problemas más frecuentes en los atragantamientos es que el hermano menor tome un caramelo no adecuado para su edad por imitación del hermano mayor.
Un caramelo al ser tragado entero puede taponar la vía aérea del niño
Aquí la solución es que los padres opten por una piruleta siempre y cuando se vigile al niño. Por ejemplo mientras este está sentado en las piernas de uno de los padres. Al ser el caramelo de la piruleta de una dimensiones mayores que la boca del niño, no podrá tragárselo por lo que se limitará a chupar. Así saciará su deseo respecto el hermano mayor y aprenderá que los caramelos se chupan, no se muerden. Insisto, siempre que los padres estén junto con el niño.
Un importante matiz es la falsa creencia de los padres de dar caramelos blandos a los niños. Al no ser duros piensan que no son susceptibles de provocar atragantamientos. No sólo no es cierto, es que incluso pueden ser aún más peligrosos. Mucho cuidado con gominolas, caramelos blandos de gominola, nubes o chicles. No sólo pueden obstruir las vías, es que en muchos casos dificultan el auxilio que se le presta al niño al "pegarse" a las paredes de los conductos de la garganta. Mucho cuidado por tanto con estos productos.
Aglomeraciones
No relacionado directamente con los caramelos pero sí íntimamente relacionado con las cabalgatas de reyes son los accidentes causados por empujones, pequeñas estampidas, choques al coger un obsequio lanzado y sí, también los famosos "caramelazos". Los padres deben tener en cuenta dos factores de importancia. En primer lugar que una cabalgata supone un número elevado de personas concentradas en un mismo punto y que los caramelos y obsequios que se lanzan son gratuitos por lo que la gente a veces se va a lanzar a por ellos de forma casi irracional.
Si ambos padres acuden y uno de los hijos es aún pequeño, un buen consejo es que uno se quede en una zona más atrasada y tranquila con el benjamín mientras que el otro acude a una zona de mejor visión con el hijo mayor. Los padres deben colocarse detrás del niño con objeto de poder interponer su brazo en caso de empujones o de lluvia de "caramelazos".
A su vez, es buen momento para que el niño guarde sus gafas en su funda. Los padres no se lo deben tomar a guasa; año tras año después de las fiestas navideñas los ayuntamientos acaban con varias denuncias por rotura de cristales interpuestas por vecinos que acudieron a la cabalgata. Huid de zonas con los típicos paraguas abiertos para coger caramelos, pues hay muchas papeletas para que alguien se lleve un golpe en la zona facial y peor aún, en la zona ocular.