Mi hijo me responde mal: ¿qué puedo hacer?

Si tu hijo es respondón, debes mantener la calma y no caer en responderle tú también. Aborda la situación tomando nota de estos consejos.
Mi hijo me responde mal: ¿qué puedo hacer?

¿Quién no ha respondido alguna vez de mala manera? Que si estrés, que si falta de sueño o simplemente un mal momento. Pues al igual que cualquier adulto, los niños también pueden tener malas contestaciones. El objetivo es que esto no se convierta en una costumbre. Descubre algunas ideas para saber actuar en estas situaciones.

Cuando un niño tiene una mala respuesta puede ser por varias razones, e intentar buscar la causa es importante. Seguramente detrás de la contestación haya un enfado, o sea una manera de llamar la atención de los padres.

Normalmente, respuestas de este tipo suelen aparecer en torno a los 6 años cuando los pequeños empiezan a alcanzar algo más de madurez y comienzan a tener motivos para molestarse cuando algo no les parece bien. Por ello, que un niño sea respondón puede significar que esté tratando de mostrar sus sentimientos. Es de importancia, entonces, tratar de encontrar la razón de su conducta.

Consejos para actuar frente a las malas respuestas

Sea cual sea el motivo por el que tu hijo está teniendo malas contestaciones, tu objetivo es que abordes la situación para que ni vaya a más, ni tampoco se convierta en un hábito. Veamos algunos consejos:

Pongámonos en contexto, tu niño llega, le pides algo, pero su reacción ya sabes cómo es: te responde, y no de una manera muy dulce que digamos. ¿Qué es lo que debes hacer?

Lo primero es mantener la calma y no caer en responderle tú también (recuerda predicar con el ejemplo). Sobre todo, hay que mostrar firmeza, pero también tener empatía. Después, por difícil que sea, debes ignorar su contestación y no darle una excesiva importancia.

Piensa que muchas veces cuando un niño tiene una rabieta o se enfada sin control, lo que hacen muchos padres es prestarle demasiada atención, y claro, para él es casi como un premio porque ya tiene lo que buscaba. Así que la próxima vez que quiere el mismo objetivo, no se lo piensa mucho y sabe exactamente lo que debe hacer.

Sin embargo, no se trata de no hacer caso a los niños, se trata de brindarles la atención que requieren, pero cuando respondan de manera adecuada. En esta circunstancia, cuando no insulten o no griten, por ejemplo.

Asimismo, recuerda no tomarlo como algo personal, muchas veces los niños responden solo por llevar la contraria porque están conformando su personalidad y sus propios criterios, y ser consciente de ello te ayudará a abordarlo con más paciencia.

Por otro lado, los más pequeños están aprendiendo a cómo deben comportarse, por lo que es esencial en este sentido poner unos límites. Es decir, establecer unas normas para que entiendan qué es lo que deben hacer y qué es lo que no es correcto. Para ello, también se pueden dar alternativas de comportamiento y decirles las formas en las que te gustaría que se comportasen. En el caso de que el niño no cumpla con las reglas, el fin de los padres será hacerle ver que las está infringiendo.

Muy ligado a esto último, es importante que el pequeño entienda que, si no cumple las normas y contesta mal, su acción puede tener repercusiones que no le gusten mucho. Es decir, que si responde mal va a haber unas consecuencias negativas.

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