Pros y contras de poner alfombra en la habitación de los niños

Aunque están en desuso, siguen siendo una opción a tener en cuenta para combatir el frío del invierno en los hogares, sobre todo en las estancias dedicadas al sueño de los más pequeños de la casa.

Si bien las alfombras son un producto que está en claro desuso en el ámbito del hogar, cada invierno aparece el debate en muchas familias con niños si merece la pena o no poner una en la habitación de los peques.

Como tantas otras cuestiones, es difícil posicionarse claramente de un lado o del otro porque ambas opciones cuentan con argumentos a favor o en contra. En estos casos, la mejor decisión es la que se toma una vez se conocen los pros y los contras, se valoran, y se dan prioridad a unos sobre otros en base a vuestros gustos y las características de vuestra casa -fría o calurosa, grande o pequeña, etcétera-.

Ventajas

Las ventajas de poner alfombra en la habitación de los niños en invierno son diversas, aunque la más destacable es la calidez que ofrecen a la estancia. Son tan gustosas de pisar, que apetece pasarse un buen rato descalzo sobre ellas. Esto es especialmente importante si los niños suelen jugar en esa habitación, porque podrán estar más protegidos del frío que si están sobre el suelo.

Además, la alfombra es una capa involuntaria de insonorización. No es su objetivo original, pero ayuda a amortiguar los ruidos, que son muchos en casas con niños. Y de igual forma que limita las molestias a los vecinos de abajo, también hace lo propio con las agresiones al suelo, que si tienes peques ya habrás comprobado que no son moco de pavo. Los picotazos en el parqué son una consecuencia irremediable de tener hijos y las alfombras son una “herramienta” ideal para evitarlas en aquellas habitaciones donde podáis colocarlas.

Inconvenientes

En el otro lado de la balanza, el de los contras de poner alfombras en la habitación de los niños, podemos empezar precisamente por los errores que se cometen cuando se escoge mal. Sobre todo cuando se coloca una alfombra en tonos oscuros en una estancia pequeña, lo cual no hace más que potenciar la sensación de claustrofobia, de estrechez de los espacios.

Otro inconveniente es el desgaste a la que son sometidas por el “maltrato” que los peques dan a todo aquello que pisan a menudo. El primer año están relucientes, y a partir del segundo se van apagando a medida que se deterioran y se ensucian. No sería demasiado problema si fueran sencillas de limpiar, pero las alfombras son productos delicados en general, que requieren por lo tanto cuidados permanentes para que el paso del tiempo no se note en ellas. Tampoco son fáciles de reparar en caso de que se rompan por alguna de sus partes, ni se lo ponen nada sencillo a los robots aspiradores, detalle a tener en cuenta en caso de que hayas invertido en uno para tu casa.

Por último, un tercer inconveniente es el polvo que acumulan. Todos los pediatras recomiendan que el espacio dedicado al sueño de los más pequeños esté permanentemente limpio, sin ácaros en el ambiente que puedan dificultar la respiración por la noche y, en consecuencia, el descanso. Esto es especialmente preocupante si hay niños atópicos o alérgicos en la casa, porque pueden verse afectados por la suciedad que suelen acumular las alfombras. 

Ahora ya sabes cuáles son las ventajas y los inconvenientes de apostar por la alfombra para la habitación de los peques en los meses fríos del año. Ya estás en disposición de tomar una decisión al respecto. Lo bueno es que en ningún caso es algo trascendental.

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