Los hombres que son padres de una niña aumentan su esperanza de vida. Así lo afirma un estudio publicado por la universidad polaca de Jaguelónica, que ha analizado los datos de 4.310 individuos (2.147 eran madres y 2.163, padres).
Los resultados de este estudio muestran que existe una correlación positiva entre la longevidad de los padres (varones) y que su descendencia sea femenina. En concreto, señalan los investigadores que la media de la esperanza de vida es mayor en 74 semanas en los padres que tienen hijas con respecto a los que solo tienen hijos. No influye, según el estudio, si tienen una o más niñas, ni tampoco el número de hijos que tienen en total.
Además, el estudio de la universidad polaca, publicado en la American Journal of Human Biology, asegura que todos los hijos, da igual si son niños o niñas, tiene un efecto negativo en la esperanza de vida de las madres. En ambos casos, según la investigación, se reduce.
Otros estudios en la misma línea
Este estudio se une a otros publicados con anterioridad que reflejan un impacto positivo en los padres que tienen descendencia femenina. Por ejemplo, en el 2019 se publicó una investigación en la revista Behavioral Neuroscience que concluía que los padres tienen respuestas cerebrales distintas en función de si juegan con niñas o con niños. Lo que dicho estudio remarcaba es que son más receptivos con las necesidades de las niñas que cuando tienen descendencia masculina, ya que, por ejemplo, comparten de manera más abierta sus emociones si tienen niñas. "Si el niño llora o pregunta por papá, los padres de hijas respondieron más que los padres de hijos", dijo cuando se publicó el estudio la investigadora principal, Jennifer Mascaro, de la Universidad Emory.

En cambio, dicha investigación señala que cuando se trata de niños, los padres participan de forma más brusca en el juego de sus respectivos hijos, utilizando además un lenguaje distinto que si fueran niñas, ya que están más presentes en sus discursos los conceptos relacionados con el éxito y los logros. Son, al menos en el lenguaje verbal, más competitivos. "Debemos ser conscientes de cómo las nociones inconscientes de género pueden influir en la forma en que tratamos incluso a los niños muy pequeños", apuntó entonces la investigadora que lideró el estudio.
Para llegar a estas conclusiones, el equipo de investigadores de la universidad de Emory y de la de Arizona utilizaron datos de 52 padres de niños pequeños, 30 con descendencia masculino y 22 con descendencia femenina. Les colocaron un dispositivo electrónico que se encendía de manera aleatoria durante 50 segundos cada unos pocos minutos para grabar todo tipo de sonidos durante dos días. "La gente actúa sorprendentemente normal cuando lo usa. Se olvidan de que lo están usando o se preguntan cuáles son las probabilidades de que lo lleven en este momento", expuso Mascaro al presentar el estudio, que también registró interacciones nocturnas de los padres con sus hijos e hijas.
Además, se sometieron los adultos analizados a escáneres cerebrales por resonancia magnética a la par que veían fotografías de un adulto desconocido, un niño desconocido y de su propio hijo o hija experimentando distintas emociones. La conclusión es que los padres con hijas tuvieron respuestas faciales felices con reflejo en áreas del cerebro que tienen impacto en cuestiones como el procesamiento visual o la regulación de las emociones.
En cambio, no se pudieron demostrar diferencias en las reacciones faciales a otros sentimientos como la tristeza. La conclusión a la que sí llegaron Mascaro y su equipo, de cuya investigación se hizo eco la Asociación Estadounidense de Pediatría, es que “el género infantil influye en el comportamiento, el lenguaje y la función cerebral de los padres”.