A la hora de empezar a leer, igual que en cualquier otro aspecto del aprendizaje infantil, hay que respetar al máximo los ritmos de cada niño. Los expertos no se cansan de repetir que, aunque hay unas edades medias estipuladas para alcanzar hitos en el desarrollo, cada niño es un mundo y, dependiendo de su ritmo, su nivel de aprendizaje y otras circunstancias de su entorno, puede que no cumplan esas medias y que todo sea normal en él.
Es el caso, por ejemplo, de la edad de empezar a leer, como decimos. Aunque la ciencia se ha encargado de descifrar cuál es la ventana de edad a la que los peques suelen estar listos, no todos cumplen con ella. Y no pasa nada.

La ciencia dicta la edad a la que los niños pueden leer
Un estudio llevado a cabo en 2012 y publicado en la revista Early Childhood Research Quarterly señala que los niños están preparados para iniciarse en la lectura sobre los seis o los siete años. Algunos lo hacen a los cinco pero, de acuerdo a esta investigación, esta se considera una ‘edad temprana’.
De acuerdo a este estudio se posicionan las especialistas en educación infantil Marga Carrascal Rosal y Natalia del Campo Mozos: “A los seis años se considera que ya se han adquirido los procesos previos necesarios para que este aprendizaje se adquiera de manera natural y no traumática para aquellos que no están preparados”, decían a Ser Padres.
Pese a ello, insistimos en la necesidad de no fijar esta edad como el límite para cualquier niño: cada uno tiene sus ritmos. De hecho, según aseguran los expertos de la Universidad Oberta de Catalunya, fijar una edad para aprender a leer puede terminar por frustrar a los niños. “Hay niños que a la edad de cinco o seis años no están preparados para iniciarse en la lectura y ello no debe representar ningún problema, asegura Amàlia Gordóvil, psicopedagoga en esta universidad. “Al contrario, se debe respetar su velocidad de ‘maduración neurobiológica’”, sigue.
Lo que tienen que saber los niños antes de aprender a leer
“Leer requiere una enseñanza con unas prácticas educativas concretas, hay que cumplir unos requisitos previos vinculados a la maduración neurológica que se correlacionan positivamente con la edad (cuanto mayor es el niño, más maduración hay)”, afirman Gordóvil.
De acuerdo al profesor emérito de la Universidad de Illinois-Chicago, Timothy Shanahan, los peques tienen que ser capaz de dividir las palabras en sílabas o tener buena memoria visual y auditiva para que recuerden cómo se leen las diferentes sílabas.
Además, Marga Carrascal y Natalia del Campo también explicaban que sería bueno tener una buena coordinación espacio-temporal, para que no cometan errores típicos la rotación de letras (confundir la b con la p o la q con la d, porque se escriben de manera parecida).