Tenemos cada día más claro que como planteaba María Montessori, el niño no es un adulto en miniatura, ni tampoco un sujeto pasivo. Todo lo contrario.
Un niño o una niña, necesitan tener libertad suficiente para aprender a su ritmo, para desarrollar su creatividad, su imaginación y por supuesto, su pensamiento crítico.
El ambiente en el que va a crecer, siguiendo la filosofía Montessori, va a ser fundamental por lo que debe contar con orden, los tamaños ser los adecuados y por supuesto tiene que ser confortable, agradable, bonito.
Siguiendo su filosofía, lo que tenemos que hacer es preparar un ambiente que de verdad beneficie el desarrollo de su autonomía y su potencial.
Un ambiente en el que los adultos podamos acompañar y evitar peligros sin dirigir sus movimientos ni sus interacciones, donde ellos se sientan libres de poder hacer lo que les interese en cada momento.
Una cama casita en su habitación
No, María Montessori no se dedicó al diseño de interiores ni de mobiliario pero es verdad que siguiendo las pautas más centrales de su filosofía se puede planificar la habitación de nuestro hijo o hija.

Si uno de los pilares es permitir el movimiento libre del niño por su propia habitación nos queda claro que los dormitorios que siguen la filosofía Montessori carecen de cunas ya que son espacios que reducen la movilidad del bebé de forma muy evidente.
La alternativa es colocar un colchón a ras del suelo que le permita subir y bajar con libertad y también con seguridad.
Normalmente lo más práctico es colocar ese colchón o esa cama baja pegado a una de las paredes del dormitorio para que así haya el mayor espacio posible por el que distribuir el resto del mobiliario necesario para nuestro hijo o hija.
Estanterías con libros a su alcance, una alfombra, sacos, cajas o bolsas divertidas en las que organizar sus juguetes.

La cama casita se puede situar sobre una alfombra mullida que sea más grande que el colchón para que sea más sencillo y menos peligroso el movimiento de nuestra hija o hijo o podemos ponerla justo delante, por la zona por la que nuestro hijo va a salir y a entrar de su cama.
Es una forma de que al mismo tiempo tengan seguridad al no tener la cama, una altura que le pueda provocar una caída y que tampoco haya ningún obstáculo que le impida el libre movimiento, como son los tradicionales barrotes de las cunas o las barreras de las camas de altura más convencional.
Una vez que hemos visualizado el colchón en el suelo ¿por qué no hacerlo más confortable colocando la estructura de una casita de madera sobre él?
Cada día encontramos más posibilidades, desde tipis indios a casitas con estructuras sencillas llegando a otras más elaboradas, algunas con guirnaldas de luces para acompañar en la oscuridad y otras incluso con telas de colores para dar mayor sensación de independencia. Todas ellas funcionales pero también bonitas y agradables para nuestro hijo o hija.

La idea no es simplemente una cama llamativa o instagrameable, la idea principal es la de una crianza en completa libertad para su desarrollo y su aprendizaje que no tiene porqué renunciar ni a la belleza ni a la diversión con una cama-casita para tener dulces y creativos sueños.