Por qué inducir el parto en la semana 41 es la opción más segura para el bebé

Si una embarazada, asesorada y debidamente informada, decide no inducir el parto en semana 41, y mantener actitud expectante, debe saber cuál va a ser el manejo a seguir.
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Antes de determinar si es mejor finalizar o mantener una actitud expectante, es adecuado definir qué es una gestación prolongada. Es aquella que dura más de 42 semanas (> 294 días), o 14 días después de la fecha probable de parto. Esta definición está avalada por Organizaciones Internaciones como OMS (Organización Mundial de la Salud), FIGO (Federación Internacional de Ginecólogos y Obstetras), ACOG (American College of Obstetricians and Gynecologists).

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Todas estas guías clínicas indican la finalización entre la semana 41 y 42 de la gestación, por el aumento de la morbilidad materna y fetal pasadas estas semanas. No obstante, en la última guía clínica de la ACOG, recomienda la finalización entre la semana 42 y 42 más 6-7 días, basándose en la evidencia consultada.

¿Cuánto aumenta el riesgo para el bebé?

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A partir de la 41 en adelante, aumenta de forma global el riesgo de complicaciones fetales, aumenta la morbimortalidad. Se considera que el riesgo se incrementa 6 veces desde la semana 37 hasta la semana 42.  

¿Qué complicaciones pueden aparecer en los casos de embarazo prolongado?

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Las principales complicaciones que pueden aparecer en el recién nacido, derivan principalmente de tres mecanismos que acontecen durante el embarazo.

1. Disfunción placentaria: con el paso de las semanas, el funcionamiento de la placenta puede verse afectado, lo que generaría alteraciones en el bebé.

2. Riesgo de bebés grandes: esto podría ocasionar mayores traumatismos y problemas durante el parto (distocia de hombros, partos instrumentales, mayor riesgo de cesárea)

3. Alteraciones del líquido amniótico: puede verse disminuido en las últimas semanas y esto provocar compresiones del cordón y problemas derivados al bebé.

¿Y que pasa si la mujer no desea inducción?

Lo primero que tener en cuenta es que siempre se debe informar a la mujer y su pareja de las opciones de las que dispone, siempre y cuando se trate de un embarazo de bajo riesgo con un feto de peso normal. Es la pareja, si no hay ningún problema, debe decidir en último término si desea esperar o inducir. Los ginecólogos debemos informar de los riesgo que tiene esperar, de en qué consistiría la inducción y al final es la embarazada la que debe decidir.

Las dos opciones son:

  • Actitud expectante con seguimiento y control estrecho y valorar finalizar en semana 42.
  • Inducción a partir de la semana 41.

Si se plantea actitud expectante es importante un buen control ecográfico y de parámetros de bienestar fetal:

  1. Registro cardiotocografico: es muy frecuente que en el embarazos aparezcan patrones anormales en los registros de la frecuencia cardíaca fetal, asociado a la posible insuficiencia placentaria que se puede producir
  2. Medición de la biometria del bebé. En estas semanas en ocasiones se evidencian retrasos de crecimiento, de nuevo producido por el menor funcionamiento de la placenta
  3. Perfil biofísico. Este incluye la estimación aproximada del volumen de líquido amniótico, contraje del número de movimientos fetales.
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4. Doppler uteroplacentario. Es una manera de conocer cómo es el estado de la circulación sanguínea en la placenta. Esto es especialmente útil e importante en bebés que tienes alteraciones en el crecimiento.

5. Doppler fetal. Cuando hay un compromiso en la circulación en la placenta, de manera correlativa se pueden producir manifestaciones en la circulación del bebé. Esto indicaría un compromiso de la salud del bebé secundario a la alteración en la placenta.

Por lo tanto, los riesgos de mantener el embarazo más allá de la semana 41 deben plantearnos si finalizar o mantener actitud expectante y, si todo está bien, será la pareja, asesorada y adecuadamente informada por su ginecólogo, quien decida cuándo valorar la inducción médica del parto.  

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