Si hay un vínculo que nos conecta de manera directa con nuestra naturaleza y con nuestro yo más animal, ese es el instinto materno. El vínculo más puro, salvaje y fuerte de la Tierra. El vínculo entre una madre y su hijo es, de hecho, casi mágico y la ciencia se ha encargado de demostrarlo a lo largo de los años.
Ya hemos hablado del poder del olor de mamá para tranquilizar al bebé pero, yendo un paso más allá, ¿sabías que la madre es capaz de sincronizar su cuerpo con el del recién nacido para lograr que se calme gracias al contacto? No lo decimos nosotros: es lo que acaba de afirmar un estudio científico reciente publicado en la revista Journal of Psychopathology and Clinical Science.
El corazón de la madre late al ritmo que necesita el bebé
“Nuestro estudio ha demostrado empíricamente, por primera vez, que la fisiología sincronizada entre las madres y los bebés desempeña un papel en el alivio de los niños angustiados”, ha afirmado uno de los autores de la investigación hace tan solo unos días en un comunicado.
El secreto está en los latidos de su corazón, los cuáles son capaces de cambiar la frecuencia precediendo al estado de angustia de los bebés dirigiendo, en palabras de los investigadores, un “baile relajante” que calmaba el nerviosismo de los recién nacidos. Sin embargo, en las madres con depresión posparto, el patrón que demostró el monitoreo fue justo al contrario.
Las madres con depresión posparto encuentran dificultades para clamar al bebé
Bien es sabido por todos que la depresión posparto es una de las afecciones mentales más frecuentes en mujeres que acaban de dar a luz. La imposibilidad de crear un vínculo sano con el bebé e, incluso, el rechazo a este, son solo algunos de los síntomas que experimentan. Pero esta investigación, además de demostrar cómo la madre se sincroniza con su hijo para calmarlo, ha demostrado cómo el bebé encuentra dificultad a la hora de sincronizarse con su madre cuando hablamos de mujeres que están sufriendo depresión posparto.
En este caso, ese ‘baile relajante’ del que hablábamos antes era dirigido por el bebé, que enviaba primero a su madre la señal de estar angustiado, antes de que ella pueda recibirla. Por esta razón, resultaba más difícil ayudar a tranquilizar al pequeño.
Sin embargo, la investigación también llegó a la conclusión de que después de recibir tratamiento psicológico, las madres con depresión posparto consiguieron empezar a guiar ese ‘baile’ de ritmo cardiaco y ayudar a sus bebés a tranquilizarse sin problema.
¿Cómo se llevó a cabo la investigación?
Para llegar a estos resultados, los investigadores trabajaron con dos grupos diferentes: 32 madres y sus bebés sanos y 26 madres y bebés quienes, en el caso de la madre, había recibido un diagnóstico de depresión posparto posterior al momento de dar a luz.
Todos los grupos pasaron por tres etapas diferentes de interacción:
- Una etapa de juego, en la que la madre interactuaba con su bebé jugando, cantando, hablando, tocándolo…
- Una etapa denominada ‘rostro inmóvil’ en la que las madres debían mantener el contacto visual con sus hijos pero sin mostrar muecas y sin hablarlos (con el fin de conseguir que el bebé se angustiase)
- Una última etapa de reencuentro en la que la madre volvía a implicarse con su hijo, esta vez angustiado, para conseguir tranquilizarlo
Aunque durante las tres fases tanto madres como bebés tuvieron monitorizado su ritmo cardiaco, fue la última la protagonista del estudio: encontraron una especie de ‘intercambio’ de ritmo cardiaco (el ‘baile’ antes nombrado) que era diferente en las madres sanas y en las madres con depresión posparto. En las segundas era incapaz de sincronizarse bien con el de su bebé.
El olor de mamá calma el llanto del bebé
No es, sin embargo, la primera investigación que habla de esa ‘magia’ en el vínculo materno-filial para calmar el llanto y el malestar del bebé recién nacido. Hace algunos años, científicos del Wellcome Trust Sanger Institute encontraron en una investigación que ya desde el útero materno el bebé es capaz de identificar el olor de su madre y cuando nacen, recuerdan su aroma y despiertan su instinto para mamar y alimentarse. ¿No es maravilloso?