Tres-cuatro años: así dibujan a esta edad

Es el momento de darles facilidades para que jueguen con los colores y las formas a su aire. Ya habrá tiempo para que se conviertan en pequeños Picassos. Y si no, no pasa nada.

Cuántas veces les decimos: «¡Está perfecto! No te has salido de la raya». Y es verdad, están haciendo muchos progresos en la coordinación y hay que felicitarles, pero a esta edad, y aunque parezca increíble por lo rápido que aprenden, el cambio más fascinante se está produciendo dentro de sus cabecitas. Cuando el pequeño señala el borrón en su cuaderno y dice «es mi mamá», ha dado un paso de gigante en su desarrollo cognitivo: ha aprendido a representar gráficamente algo que hay en su mente y está experimentando con una nueva forma de expresión. ¿Es o no es un gran avance?

Que practique con total libertad

Dibujar es una de las actividades favoritas de los niños. Primero pintan con las manos, después con ceras o pinceles. Para ellos es un juego y estarían encantados de convertir toda la casa en obra de arte. Cuando dibujan, sobre todo disfrutan, pero además les reporta muchas otras cosas:

Mejoran la coordinación ojo-mano y la motricidad fina, es decir, que aumenta el control sobre los movimientos que necesitan más precisión y que tendrán que poner en práctica, por ejemplo, cuando aprendan a escribir las letras, cuando empiecen a abrocharse los botones ellos solos...

«Garabatos con forma»

Aunque cada niño tiene una evolución diferente, los niños entre los 3 y los 4 años suelen estar en la etapa que los expertos llaman «garabateo con forma». Antes pintaban por el simple placer del movimiento, pero ahora tienden a dibujar formas más o menos geométricas (sobre todo círculos y líneas), que pueden repetirse incesantemente o combinarse entre ellas.

La diferencia con la etapa anterior es que ahora el peque intenta representar algo de la realidad. Por ejemplo, nos dice: «Voy a dibujar un sol», y lo intenta. Eso sí, el resultado puede no parecerse a la realidad o también puede que los mayores no seamos capaces de reconocer lo representado. Por otra parte, el color juega un papel secundario: los niños usan los colores para experimentar o simplemente por placer, así que no hay por qué insistir en que en sus primeras obras los cielos tengan que ser azules o los soles amarillos.

Asesora: Pilar Álvarez, directora del Centro Ágora de Psicología infantil y autora de libro Enseñando a expresar la ira.

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