Mi hijo habla mucho pero no dice ni una palabra en clase, ¿debo preocuparme?

Si el peque muestra un comportamiento sociable en entornos de seguridad, es muy probable que su actitud retraída en el cole se deba a una cuestión de timidez.

La timidez es una de las razones que pueden provocar un comportamiento retraído en un niño si todavía no siente que el espacio donde habita es seguro.

Esto es muy evidente cuando alrededor de los 3 años, el peque parece un “lorito”, dicho con todo el cariño, en casa o en grupos familiares o de amigos donde se siente protegido, y luego la profe nos dice que apenas habla cuando está en clase. “La timidez suele aparecer cuando el niño se encuentra ante situaciones nuevas o personas desconocidas. Lo usual es que el niño tímido se mantenga en silencio frente a extraños pero no tenga problemas para hablar cuando tiene confianza con las personas”, indican desde El Prado Psicólogos acerca de este tipo de personalidad. “A diferencia de los niños solitarios, que prefieren estar tranquilos y disfrutan de la soledad, los niños tímidos no se relacionan con los demás porque tienen miedo o sienten vergüenza”, añaden.

Entorno seguro

Si ocurre lo que describimos es bastante evidente que el motivo por el cual el niño o niña se comporta de una manera tan diferente según el lugar en el que esté se debe a una cuestión de timidez. Otra cosa diferente sería que no hablara nunca, que no se relacionara con otros niños en ningún contexto o que se hayan detectado otros síntomas que indiquen que algo en su desarrollo puede no ir bien. Pero en este caso concreto hablamos de los peques que, simplemente, cambian su manera de socializar cuando están en clase, donde se muestran tímidos.

En estos casos, lo primero que debemos tener en cuenta es que todos los expertos coinciden en su diagnóstico acerca de la timidez: no es un problema en sí misma. “Se debe aclarar que la timidez no es, necesariamente, un problema, depende de si se convierte en un impedimento para que el niño se relacione con los demás. La timidez solo es un problema cuando limita las potencialidades del pequeño y le hace sentir mal”, explican desde El Prado Psicólogos. “Ser tímido no es necesariamente nada malo, siempre y cuando el grado de timidez no vaya a los extremos y se convierta en ansiedad o fobia social. De hecho, tener un cierto grado de timidez puede ser beneficioso, ya que nos hace ser más prudentes, más cautos y a menudo nos obliga a observar durante más tiempo las escenas antes de entrar en ellas. El punto clave está en saber cómo afrontarla y sacar lo mejor de cada niño reforzando su autoestima”, afirman desde el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona (HSJD), especializado en pacientes infantiles.

Por lo tanto, de entrada basta con observar la evolución del peque en el cole. Lo hará su tutor, que os irá contando qué tal le va viendo a medida que avanza el curso. Es importante dar su tiempo al niño o niña para que interprete que el espacio escolar es seguro y amable y mientras tanto podemos proporcionarle herramientas y, sobre todo, acompañamiento emocional, para que asocie al cole a mensajes positivos. Para nada hay que forzarle a ser lo que no es. Así lo explican desde el HSJD: “Sobre todo hay que animar a un niño tímido a ser él mismo, es decir, no se trata de “cambiar de personalidad”, sino de ganar habilidades de comunicación y relación con otras personas y a creer en uno mismo. Está bien que los niños prueben otras maneras de relacionarse o conversar que utilicen otras personas, pero deben de hacer y decir lo que mejor encaje con su propio estilo”.

¿Hay motivos para preocuparse?

La preocupación ante un cuadro de timidez en un niño debe invadirnos cuando esta le afecta hasta el punto de hacerle sufrir. Desde El Prado Psicólogos se habla de timidez normal versus timidez patológica: “La diferencia radica en el grado de incapacitación que provoca. Si la timidez interfiere en el día a día y le impide al niño relacionarse con sus compañeros de colegio o tener éxito en la escuela, entonces se convierte en un problema que demanda ayuda psicológica”, aseguran.

Desde el HSJD consideran importante estar alerta acerca de la posible falta de conductas interactivas en el niño en clase de manera constante y sostenida en el tiempo, las conductas de temor, miedo o ansiedad en el momento de expresar una opinión o efectuar algún acto en presencia de otras personas y los problemas relativos a su autoestima. En este sentido, el equipo del hospital barcelonés da varios ejemplos: “sentimientos de inferioridad acompañados de falta de defensa y casos de niños con síntomas psicosomáticos (dolores de barriga, mareos, dolores de cabeza, etc.) con tal de evitar ciertas situaciones”, expone.

La timidez patológica sí puede derivar en problemas emocionales graves en el niño o niñas porque “suele generar una baja autoestima y sentimientos de inferioridad e indefensión”, explican desde El Prado Psicólogos, lo cual se debe “a que el niño tímido realiza atribuciones erróneas o inexactas que lo llevan a formarse una idea negativa de sí mismo y a desconfiar de sus capacidades”, concluyen.

Ante una situación así, el trabajo del equipo docente del colegio del niño o niña y del departamento de orientación en coordinación con los padres del pequeño es esencial. Además, también es recomendable poner la situación en conocimiento de su pediatra y de un psicólogo infantil, con los que debemos dejar los prejuicios a un lado igual que, poco a poco, estamos haciendo los adultos. Lo importante es la detección precoz del problema y trabajar de forma coordinada para ayudar de la forma más eficiente posible al pequeño, garantizando sus padres que cuenta con todo el apoyo emocional y el acompañamiento que requiere en una situación así.

Recomendamos en