¿Cuántas veces al día tu peque te dice algo así como “Mamá/Papá, mira lo que hago”? No hace falta que respondas porque está claro que son muchas. Otra cosa distinta es el interés y el esfuerzo que hagas por atender a dicha demanda, algo que no siempre ocurre todo lo que debería cuando lo cierto es que es importante hacerlo. Y hay muchas razones para ello.
Los niños y niñas necesitan de la presencia real, del apoyo y aprobación de sus primogénitos. Y lo necesitan desde muy pequeños, como habrás comprobado ya si tienes un peque de dos años en adelante, que es cuando su autonomía se dispara y empiezan a ser conscientes de todos sus progresos.
No es fácil atender siempre a esa demanda porque a veces estamos liados con una cosa del trabajo desde casa, porque estamos inmersos en una tarea doméstica o muy interesados en alguna lectura o programa de televisión, pero los expertos inciden en la importancia de responder a su demanda con atención, conectando visualmente y mentalmente con ellos.
Por qué es importante responder a su demanda
Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y experto en educación, es uno de los divulgadores especialistas en la materia que recuerda lo importante que es responder a las demandas de tus hijos. “Muchas veces sentimos que son pesados, pero en realidad sentirse mirados es una necesidad muy importante que les ayuda a construir muchos pedacitos de su seguridad y autoestima”, dice.
Para demostrar el impacto positivo que tiene una respuesta afectiva acorde a lo que demandan -básicamente, que no pasemos de ellos, dicho de una forma más directa-, Álvaro Bilbao da siete razones distintas al respecto:
- Reafirmación: les hace sentir que existen y son reales.
- Seguridad: les ayuda a sentirse seguros.
- Motivación: quieren superarse para mostrártelo.
- Identidad: quieren mostrarte sus cualidades.
- Autoestima: sentir tu interés en su persona fortalece poco a poco su autoestima.
- Valía: les ayuda a sentirse valiosos ante los ojos de otros y ante sí mismos.
- Les ayuda a estrechar lazos contigo: hace que el vínculo entre padres e hijos se haga más fuerte.
En ocasiones no es posible atenderles justo en el momento en el cual demandan nuestra atención. Tampoco hay que fustigarse por ello porque es habitual y natural, pero sí es importante que no les gritemos ni perdamos la paciencia ante su insistencia.
Lo recomendable en este caso es dejar un segundo aquello que estemos haciendo para mirarle a los ojos, a su altura si es posible, y explicarle brevemente que en ese momento no podéis mirar y que lo sentís mucho pero que lo haréis en cuanto podáis. Probablemente no encontréis el éxito a la primera, ni tampoco a la segunda, pero esta es la única vía para conseguirlo; de nada sirve querer acortar tirando de respuestas drásticas o ignorándoles directamente.
La clave es ser sensibles en la respuesta y saber diferenciar entre necesidad y deseo, puesto que esto último siempre puede esperar un poquito siempre y cuando se les explique. De lo contrario, se convertirán en exigencias, llegará la insistencia y entonces sí será fácil perder los nervios, que es justo lo que debemos evitar en este tipo de situaciones con nuestros hijos.