A los adultos, madres y padres (y abuelos, y tíos, etc.) no suele gustarnos, o no terminamos de entender bien, que un niño o niña “mayorcito” hable con un bebé para pedirnos algo. O que nos demande brazos cuando “ya no tiene edad”. O que le dé por molestar más de la cuenta a sus hermanos y pague con ellos y ellas algo en lo que no tienen nada que ver. Y algunas cosas más. Lo que pasa es que, en la mayoría de ocasiones, este tipo de actitudes tienen una explicación que le da sentido a todo. Lo explica muy bien Álvaro Bilbao.
En uno de sus últimos post publicados en redes sociales, el neuropsicólogo y divulgador profundiza en algunas actitudes típicas en los niños y niñas pequeñas que tienen en común el motivo: la necesidad de atención por parte de sus adultos de referencia. Sobre todo, de sus padres. Cuando requieren que conectemos con ellos y ellas, suelen hacer determinadas cosas.
En concreto, Álvaro Bilbao señala seis en el citado post. Las seis las vas a reconocer haber vivido en tus propias carnes en muchas ocasiones si tienes o has tenido peques en casa en una etapa anterior (ánimo con la adolescencia si estás metido en ella…).
Las seis actitudes en busca de conexión
Dice Álvaro Bilbao que un niño pequeño no expresa verbalmente nada parecido a su necesidad real cuando se siente “desconectado de ti”, pero sí es capaz de mostrar esa necesidad a nivel gestual y de comportamiento.
Lo hace, especialmente si están sus padres delante, comportándose de una de estas seis maneras distintas, descritas todas ellas por Álvaro Bilbao:
- Pueden darte un manotazo: “es una manera desesperada de llamar tu atención y a la vez de entrar en contacto físico contigo”, señala el neuropsicólogo al respecto.
- Pueden seguirte a todas partes: “Cuando el niño o niña se siente cansado, frustrado o invulnerable, puede expresar así su angustia de separación”, explica Álvaro Bilbao, que compara la situación con la necesidad de repostar gasolina para los coches. En el caso de los peques y su necesidad de conexión, “puede acentuarse si te acabas de enfadar con ellos”, concluye Bilbao.

- Pueden incordiar a sus hermanos: “es un instinto natural el quitar de en medio a personas que compiten por tu atención”, indica el especialista en el cerebro de los niños. En su opinión, este hábito “se suele acentuar cuando esto ocurre y los padres acudimos rápidamente a prestarles atención aunque sea de una forma no tan cariñosa”.
- Pueden pedirte una y mil veces que mires lo que están haciendo: dice Álvaro Bilbao que “para un niño o niña pequeño, sentir la mirada de sus padres es esencial para sentirse validado y construir su autonomía”. Por eso, a veces“pueden parecer pesados pero, en realidad, solo te están diciendo: ‘Verme reflejado en tus ojos me ayuda a ver mi valor’”, añade el neuropsicólogo.
- Pueden pedir brazos: Álvaro Bilbao describe esta estrategia adaptativa de los niños como “muy inteligente” porque, explica, “el contacto físico que un niño recibe cuando está en tus brazos o le sientas sobre tus piernas le ayuda a generar oxitocina y calmar los niveles altos de cortisol que pueden aparecer cuando está cansado o se siente solo”.
- Pueden lloriquear o pedir cosas gimoteando. Quizá sea esta la que más desespera a los adultos, que no terminan de entender por qué sus hijos e hijas lo hacen. “El ‘lloriqueo’ es una llamada para reclamar la atención de los padres y hacerles saber que necesitan ‘algo más’ de lo que están pidiendo”, apunta Álvaro Bilbao. “Necesitan atención y conexión”, concluye el experto.