De igul forma que abrazar a los bebés desde su nacimiento les aporta grandes beneficios, un grupo de investigadores españoles pertenecientes al grupo Genud de la universidad de Zaragoza han demostrado en un estudio recién publicado la posible relación entre las prácticas alimentarias durante los primeros años de vida de los niños y sus hábitos alimentarios a largo plazo.
“Promover una lactancia materna prolongada e introducir alimentos en trozos o con diferentes texturas ya sea mediante el método BLW o mixto pueden impactar positivamente en los comportamientos alimentarios de los niños reduciendo la selectividad alimentaria y fomentando una relación positiva con la comida, a través del disfrute de los alimentos”. Estas son las conclusiones de un nuevo estudio científico desarrollado por investigadores españoles.
El estudio, que se denomina ‘Prácticas de alimentación temprana y conducta alimentaria en niños en edad preescolar: la cohorte CORALS’, fue dado a conocer este verano a través del Centro de Investigación Biomecánica en Red, entidad dependiente del Instituto de Salud Carlos III, por lo que se trata de una fuente oficial de enorme rigor y fiabilidad.

Los investigadores españoles de varios grupos del CIBEROBN pero liderados, como decíamos, desde el grupo Genud de la Universidad de Zaragoza, han analizado datos de 1.215 niños de entre 3 y 6 años que participan en el estudio Corals en siete ciudades españolas. Este estudio, explican en su página web oficial, “es el primer estudio de cohortes prospectivo multicéntrico, que incluye niños de 3 a 6 años con recogida de información anual en los que se pretende realizar un seguimiento durante una media de 10 años”.
Pues bien, en base a estos datos recogidos por Corals, los investigadores españoles han encontrado “asociaciones significativas entre la duración de la lactancia materna y el método de alimentación complementaria con el comportamiento alimentario en la etapa preescolar”, apuntan desde el centro de investigación.
En concreto, los resultados demuestran que los niños que tomaron leche materna durante 4 meses o más en sus primeros meses de vida presentaron niveles más bajos de selectividad alimentaria en la etapa preescolar si se comparan con los niños y niños que solo tomaron leche materna durante un mes. Esto es, sus hábitos alimentarios fueron mejores durante los años posteriores a la lactancia materna.
Como es lógico, eso sí, no es el único factor del que dependen los hábitos a largo plazo. Hay otros factores que también afectan: por ejemplo, por qué nunca debes utilizar la comida como premio o castigo.

Además, el estudio ha demostrado también un efecto positivo del método conocido como Baby Led Weaning (aquí puedes consultar un menú diario Baby Led Weaning para la primera semana de alimentación complementaria, a modo de ejemplo), que adelanta la introducción de los alimentos sólidos en la infancia, y del método mixto, que combina sólidos, papillas y purés al 50%. Según el estudio, los peques alimentados de estas dos formas mostraron un mayor disfrute de la comida y menor selectividad alimentaria que los menores que que iniciaron la alimentación complementaria de forma tradicional, sin ingerir alimentos sólidos.
Estos hallazgos, aseguran desde el Centro de Investigación Biomecánica en Red, “respaldan investigaciones previas que sugieren que una lactancia materna prolongada promueve hábitos alimenticios más saludables en los niños a través de la adquisición del gusto por una variedad de alimentos, a través de la exposición repetida a diferentes sabores y composición nutricional que refleja la dieta materna”.
Además, en relación a la alimentación temprana con alimentos sólidos, el centro destaca que la investigación española resalta la importancia “de las prácticas de alimentación perceptiva, donde los padres y cuidadores permiten la autoalimentación de los lactantes, respetando sus señales de hambre y saciedad, exponiéndolos también a una variedad de texturas desde el inicio de la alimentación complementaria”.
En definitiva, el estudio científico recién publicado concluye que es bueno para que os peques desarrollen hábitos alimentarios saludables que se prolongue la lactancia materna y que se adelante la ingesta de alimentos sólidos en la primera infancia, a partir del sexto mes en el que se comienza, salvo excepciones, con la alimentación complementaria.
“Para padres y cuidadores, estos hallazgos subrayan los beneficios de adoptar prácticas de alimentación que apoyen la autorregulación y expongan a los niños a una variedad de sabores y texturas desde una edad temprana”, concluye el Centro de Investigación Biomecánica en Red.
En el estudio, que ha sido realizado por la investigadora Daniela Ortega, supervisada por Luis Moreno, investigador principal del grupo Genud, y las investigadoras María Luisa Miguel y Pilar de Miguel pertenecientes al CIBEROBN y la Universidad de Zaragoza, han colaborado también la Universidad Rovira i Virgili y el Instituto de Investigación Pere Virgili (URV-IISPV), el Instituto Maimónides de Investigaciones Biomédicas de Córdoba (IMIBIC), el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS), la Universidad de Valencia, el Instituto IdisNA de Investigación Sanitaria y el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona.