Con los niños pequeños, el desnudo ha de tratarse con la mayor naturalidad posible. Si los padres son nudistas o están dispuestos a serlo (entendiendo por nudismo un modo de ver la vida, no una experiencia esporádica), no hay nada que oponer a que incluyan a sus hijos en esa concepción de vida.
Con todo, la última palabra corresponde a los padres.