La conexión entre madre e hijo se genera con el contacto, con la mirada, con el amor y unas veces va más deprisa y otras más despacio. Hay momentos clave, como tras el parto, en los que todas nuestras hormonas están preparadas para generar esta conexión con el bebé. Pero si no puede ser en ese momento, podemos favorecer situaciones de vinculación más adelante.
Todas las experiencias de contacto físico agradables liberan en el cerebro hormonas que favorecen la unión con el bebé. Si dejamos nuestros pensamientos a un lado y nos sumergimos en los sentidos, el vínculo fragua más deprisa porque podemos entender mejor las señales de nuestro bebé. Y eso, a su vez, nos hará sentir más seguras. Nuestro cuerpo aprende rápido.
¿Cómo establecer el vínculo si está en la incubadora?
«Las circunstancias que rodean un nacimiento prematuro suelen ser bastante traumáticas», afirma la doctora Ibone Olza, psiquiatra infantil y perinatal. «Hay toda una serie de pérdidas que asumir: pérdida de las últimas semanas de embarazo, pérdida del parto soñado, a veces de la salud del bebé...». Así que es totalmente normal que la mujer tenga emociones ambivalentes. Muchas madres en estas circunstancias, y sobre todo si la salud del bebé está en peligro, evitan inconscientemente vincularse para no sufrir una posible pérdida. Reconocer qué nos está pasando y poner palabras a nuestros miedos nos ayudará a dar los siguientes pasos.
Así puedes establecer el vínculo: El método canguro ha demostrado ser muy eficaz en estos casos. El estrecho contacto piel con piel con el bebé devuelve a la madre la confianza, la seguridad, la conexión con su hijo. Las hormonas presentes en el parto y responsables del «enamoramiento», como la oxitocina, son segregadas en el contacto piel con piel. Así que mantener a nuestro hijo cerca de nuestro cuerpo nos ayudará. Si no es posible, servirá acariciarle siempre que podamos, cantarle, darle el pecho, mecerle, observarle muy de cerca... Todas estas son acciones que van generando el vínculo. Los centros sanitarios cada vez están más concienciados en la necesidad de este contacto físico entre padres e hijos y, si médicamente no se desaconseja, lo propician.
¿Cuándo pedir ayuda?
Siempre. A veces el parto o el posparto son muy duros y simplemente no podemos conectar con nuestro bebé debido a nuestras propias necesidades no cubiertas. O a experiencias anteriores relacionadas con nuestra propia experiencia de vinculación, que quizá es el momento de resolver. Si no podemos establecer un buen vínculo con nuestro bebé, pidamos el apoyo necesario. Puede que nos baste con reconocer y expresar lo que nos pasa, puede que necesitemos el apoyo de nuestra familia, de nuestra pareja, de un amigo, o de un profesional. Lo que haga falta.
Asesora: Dra. Ibone Olza, psiquiatra infantil y perinatal.