Lavados nasales con monodosis: qué son, cómo hacerlos y consejos útiles
Cuando al bebé está acatarrado y tiene un exceso de mucosidad, suele ser muy habitual que tenga la nariz taponada, lo que puede provocar que no respire adecuadamente, y que por tanto descanse peor en las siestas y por la noche. Los lavados nasales con monodosis se convierten en una opción excelente para ayudarle a expulsar los mocos.
Un lavado nasal con solución salina (o con agua) se convierte en la mayoría de las ocasiones en una opción de tratamiento más cuando el bebé o el niño pequeño está agripado o resfriado, y tiene un exceso de mucosidad que le impide respirar con normalidad, y descansar adecuadamente por la noche, puesto que ayuda a retirar el exceso de moco y añadir humectación.
Por este motivo los lavados nasales son también interesantes a la hora de aliviar los síntomas directamente relacionados con la alergia nasal (al ayudar a limpiar también el polen, el polvo y cualquier otro resido presente en el conducto nasal y que sea la causa de los síntomas), y a prevenir determinadas infecciones de los senos paranasales, como sería el caso de la sinusitis.
En cualquier caso, y a diferencia de lo que habitualmente pensamos, la realidad es que los lavados nasales no son solo útiles cuando el bebé o el niño está enfermo. O cuando, en definitiva, presenta un exceso de mocos. Al contrario, pueden ser de enorme ayuda prácticamente cada día, para mantener limpio el conducto nasal del niño.
¿Por qué? Muy sencillo: los lavados nasales no solo aflojan suavemente la mucosidad, ofreciendo la posibilidad de que su expulsión sea muchísimo más sencilla. También evita que la nariz se seque, irrite o que se formen costras, síntomas muy comunes ante la presencia de una baja humedad en el aire, polvo o alérgenos. En definitiva, ayuda a humectar la nariz, de ahí que se aconseje utilizarlos con cierta regularidad, o al menos, tan pronto como el bebé o el niño pequeño empiece a mostrar síntomas de congestión nasal.
¿Qué son los lavados nasales con monodosis?
Un lavado nasal, como su propio nombre indica, es básicamente eso: un enjuague que se lleva a cabo en la nariz con la intención de limpiar y humectar los conductos nasajes, ayudando a eliminar la mucosidad, los alérgenos y cualquier desecho que se encuentre en el interior de los mismos.
Es también conocido con el nombre de irrigación nasal, y, además, ayuda a humedecer las membranas mucosas, aliviando o previniendo la irritación y la sequedad de la piel.

Qué es el lavado nasal con monodosis
Es una opción aconsejada no solo entre los adultos, sino también para los más pequeños. De hecho, consiste en una opción de tratamiento ideal para bebés y niños pequeños, no solo por su facilidad de aplicación y efectividad cuando se realiza correctamente y de manera regular, sino por que, por lo general, es muy seguro.
En el caso de los lavados nasales con monodosis, el enjuague nasal se realiza mediante monodosis, habitualmente con una capacidad de 5 ml de solución salina, que vienen con un adaptador específico sumamente útil para facilitar su aplicación.
¿Cómo funcionan los lavados nasales? ¿Y por qué son tan útiles en bebés y niños?
En el interior de la nariz, existen estructuras únicas conocidas con el nombre de cornetes, que se encuentran revestidos por una membrana mucosa, de color rosado, en cuyas membranas hay a su vez miles de cilios que golpean y actúan de la misma manera que lo haría un filtro para el aire que respiramos en nuestros pulmones, además de humidificar el aire para ayudar a éstos a funcionar en un estado óptimo.
Por otro lado, también ayudan a mover cualquier mucosidad hacia la parte posterior de la garganta, para que expulsar la mucosidad sea más sencillo.
Cuando el lavado nasal se realiza de forma correcta, se consigue eliminar la mayor parte de la mucosidad que tapona la nariz del bebé o del niño, por lo que lo ayudaremos a respirar muchísimo mejor. Y no solo eso, también son útiles para prevenir infecciones comunes ante la presencia excesiva de moco, como sinusitis u otitis, tan habituales, dicho sea de paso, entre los más pequeños.
¿Cuándo hacer un lavado nasal con monodosis?
Cuando el bebé o niño pequeño tiene exceso de mucosidad, significa que probablemente la nariz la tenga taponada, por lo que deberá utilizar la boca para poder respirar con meridiana normalidad. Esto significa que, a la hora de comer, puede acabar resultándole muy molesto, por lo que no podría alimentarse correctamente, aún cuando tenga apetito. Esto es tremendamente común, sobre todo, en los bebés que se alimentan del pecho o con el biberón.
Por ello, es muy aconsejable realizar el lavado nasal antes de las comidas, para permitir que el bebé o el niño pequeño pueda expulsar la mucosidad para poder comer de forma más calmada y relajada, y por la noche, para ayudarle a que descanse mejor.
Cómo hacer un lavado nasal con monodosis
La realización del lavado nasal con monodosis es en realidad muy sencillo de llevar a cabo. Eso sí, antes de proceder a ello, es fundamental lavarnos bien las manos con agua y jabón, para evitar contagios. Si la mucosidad es demasiado densa, también podrías ayudarte de un aspirador nasal.
Por otro lado, la posición del bebé o del niño pequeño es igualmente fundamental. Si se trata de un bebé, podemos acostarlo en la cama o en un cambiador. Mientras que si ya es mayor, lo ideal es inclinarle la cabeza hacia delante en el lavamanos.

Pasos para hacer el lavado nasal con monodosis
Una vez hemos colocado al bebé en la posición correcta, solo tenemos que apretar con cuidado la solución fisiológica que encontraremos en monodosis, pero deberemos hacerlo a cierta distancia de la nariz del bebé, para evitar hacerle daño, o que el pequeño se incomode mucho.
Si la solución salina entra en el conducto nasal con la suficiente fuerza, pero con cuidado de no lastimarle, podríamos conseguir que la mucosidad sea expulsada en mayor medida por el otro lado de la nariz. Luego, una vez hemos gastado la monodosis, podemos utilizar otro para el otro conducto nasal.
A no ser que la mucosidad sea muy densa, el uso del aspirador nasal no se recomienda, dado que el organismo tiene sus propios mecanismos, total y completamente naturales, útiles para expulsar la mucosidad.
En caso de necesitar utilizarlo, recuerda que el aspirador nasal tipo “pera” se encuentra en desuso, puesto que no permite regular la fuerza de la succión y se podría correr el riesgo de dañar el oído del bebé. Lo mejor es sustituirlo por un aspirador nasal tipo “boquilla”, que nos ofrecerá la posibilidad de controlar la adecuada succión del aspirador con nuestra propia boca.