Ser Padres

Matronatación: como pez en el agua

La matronatación y jugar en el medio acuático favorece el desarrollo del bebé: tonifica los músculos, mejora el equilibrio y le ayuda a tomar conciencia de su cuerpo.

Aida Díaz

Un buen chapuzón en el agua refresca, relaja, mejora el ánimo, ayuda a conciliar el sueño, da alegría y, en los primeros meses de vida, proporciona estímulos que favorecen el desarrollo motor y cognitivo, por eso la natación con el bebé y la matronatación son tan importantes.

Ejercicios de psicomotricidad

Y es que en el líquido elemento el niño no para de moverse, y como este ofrece resistencia, obliga a trabajar a todos los músculos del cuerpo. Además, el agua favorece el equilibrio.

Por todo eso los expertos aconsejan que los padres proporcionen al bebé ratos de juego en el agua ya desde el nacimiento. En las primeras semanas, los juegos son sencillos y se practican en la bañera, por ejemplo, antes de la última toma del día, en sesiones cortas, que se pueden ir ampliando, si el niño da muestras de sentirse a gusto.

Al principio estos juegos acuáticos consisten básicamente en cambiar al niño de posición en la bañera y moverle: sentarle con el agua por la cintura, tumbarle boca arriba y desplazar su cuerpo hacia delante y hacia atrás, echarle agua por la espalda y la cabeza, ponerle boca abajo, bien cogido por la tripa, de forma que la cara se acerque al agua, etc.

Un reflejo ancestral

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Matronatación Bebé agua

Cuando, tumbado boca abajo, la nariz o la boca del bebé se humedecen, se pone en marcha uno de los reflejos del recién nacido: se cierra la glotis y se contiene la respiración para impedir que entre agua en las vías aéreas. Es el reflejo natatorio (por eso el bebé puede sumergirse por periodos breves bajo el agua).

A partir del sexto u octavo mes, cuando el niño ya tiene algunas vacunas, los juegos acuáticos pueden continuar en una piscina de confianza, guiados por un monitor con mucha experiencia en bebés.

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Bebé agua

A esta edad, el monitor propone juegos acordes con su grado de desarrollo: patalear, agarrar un juguete que está a cierta distancia, deslizarse encima de un flotador, como si fuera un barco, hacer el caballito con ayuda de un churro o realizar inmersiones breves en brazos de la madre o el padre, por ejemplo. Con estas actividades, el niño mueve brazos y piernas, experimenta las sensaciones del movimiento, va conociendo las partes de su cuerpo, y sobre todo, asocia estar en el agua a una experiencia placentera. Algo imprescindible si más adelante queremos que aprenda a nadar.

(Más sugerencias de juegos en el agua en el artículo Actividades acuáticas para el primer año de vida del bebé, del catedrático Juan Antonio Moreno Murcia, de la Universidad Miguel Hernández de Elche).

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