Prematuros, así es su vida en la incubadora
En la incubadora se les ve frágiles, delicados, pequeñitos... A veces da miedo hasta cogerlos. Pero ese frío entorno les protege y les ayuda a salir adelante.
En los últimos 20 años el índice de supervivencia de los bebés con menos de un kilo de peso ha pasado del 20 al 80 por ciento, un dato tranquilizador para todos los padres de bebés prematuros.
Ahora que los avances médicos han disparado la supervivencia de los prematuros, el principal reto es convertir las salas de neonatología en un espacio lo más parecido posible al útero materno, algo fundamental a la hora de reducir las secuelas que causa el nacimiento prematuro en el sistema nervioso del bebé.
«Se controlan tanto las condiciones externas de luz o ruido de la sala como la posición en la que descansan los pequeños», explica María Teresa Moral, médico del servicio de Neonatología del Hospital 12 de Octubre, en Madrid. Este centro es uno de los pioneros en la implantación del Cuidado NIDCAP ® (diseñado por la Dra. Als, en Boston), un programa de cuidados individualizados para los recién nacidos que ha demostrado buenos resultados en la evolución de los problemas respiratorios y en el desarrollo neuronal, reduciendo, además, la estancia en el hospital.
Su cunita en la UCI
Impresiona ver al bebé prematuro rodeado de máquinas, pero en realidad una incubadora no es más que una cuna que le mantiene en un ambiente controlado
• Es habitual que el prematuro lleve unos sensores pegados en la piel que ofrecen, mediante alarmas de luz y de sonido, información continua a los médicos y enfermeras de la situación del pequeño. Son indoloros.
• Si el bebé precisa oxígeno extra se le puede suministrar mediante una cánula nasal (dos tubitos en los orificios de la nariz), ventilación asistida o mecánica.
• El bebé puede recibir la alimentación por vía intravenosa (se coloca una aguja fina, un tubo fino o un catéter en distintas partes del cuerpo para suministrar alimentos) o por sonda (el alimento es suministrado directamente al estómago del bebé a través de un tubo o sonda que puede colocarse en la nariz o en la boca).
• Puede haber colchonetas o almohadas para ayudarle a adoptar una postura más parecida a la que tienen en el útero materno.
Los papás suelen personalizar la incubadora con algún peluche en su interior (si es con el olor de mamá, mejor). Si el niño tiene hermanos mayores, se puede dejar alguna foto de ellos cerca de la cuna para que cuando vayan a visitarle (si el hospital lo permite), lo reconozcan como un miembro más de su familia.
El alta, cuando alcanzan los dos kilos
Llega un día en el que los papás, nerviosos y emocionados, por fin pueden llevarse a casa a su «campeón».
Normalmente, les dan el alta cuando superan los dos kilos de peso, pero en algunos hospitales, como El 12 de Octubre (Hospital pionero en hospitalización a domicilio, desde hace más de 20 años) o La Paz, en Madrid, pueden irse a casa cuando pesan 1.700-1.800 gramos, siempre que sean capaces de comer y respirar por ellos mismos y controlen bien la temperatura. Este programa se llama alta precoz.
Hasta que alcanzan los 2.200 gramos, una enfermera les visita en casa, resuelve todas las dudas y ayuda con la lactancia materna. Además, está disponible para ellos a través de un teléfono móvil.
Las mamás se van con muchos miedos, pero también muy entrenadas por el tiempo que han pasado en el hospital. Los resultados son buenísimos, los niños se ahorran días de hospitalización y, al estar en casa, engordan más, están más tranquilos.
Ya en casa, los cuidados del prematuro son parecidos a los de cualquier recién nacido, pero en función de la edad corregida, que es la edad que tendría el niño si hubiera nacido a las 40 semanas. Es decir, que si el niño nació con 32 semanas de gestación, a los 4 meses tiene en realidad 2 a todos los efectos, menos para las vacunas, que se aplican según la edad cronológica.
Poco a poco, los papás irán ganando confianza, y verán que su hijo es un «tipo duro».
Preparar la llegada a casa
Conviene visitar al pediatra que va a atender al bebé poco antes de que den el alta al niño para explicarle su situación.
Los niños prematuros son más vulnerables a las infecciones, por lo que hay que pedir a amigos y familiares que se laven bien las manos si van a cogerlo y no dejar que tenga contacto con personas enfermas.
Los médicos hacen un buen trabajo, los papás también tienen lo suyo, pero lo que realmente da el alta a estos luchadores desde la cuna es su enorme fuerza vital concentrada en solo unos cuantos gramos.