Si pensabas la elección del nombre para un bebé varía solo en función de los gustos, los antepasados o las tradiciones familiares, estás muy equivocado. La ciencia ha definido dos cosas que tienen que ver con la sonoridad de los nombres y que terminan por condicionar (sin que nos demos cuenta) la elección del nombre del futuro recién nacido.

De hecho, cuando escoges tus favoritos entre las largas listas de nombres hebreos, bíblicos, japoneses, franceses o poco comunes, tu mente también las tiene en cuenta aunque no seas consciente de ello.
No es algo que nos inventemos nosotros, sino que está avalado por la ciencia. En concreto, por diferentes investigaciones que han tenido lugar a lo largo del tiempo. Veamos cuáles son esas cosas y quién descubrió que afectan más de lo que creemos en la elección del nombre del bebé.
Evitamos nombres que chocan con nuestros apellidos
En algunos casos, esta condición es más evidente que en otros. Tanto es así que, incluso, si el nombre escogido para tu bebé suena demasiado mal junto al apellido, puedes tener problemas a la hora de inscribirlo en el Registro Civil.

Sin embargo, en otros casos este punto sigue afectando a la elección aunque no nos demos cuenta. Así lo descubrió la doctora Stephanie Shih en diferentes estudios. “Hay, por ejemplo, una pequeña tendencia de los padres a preferir nombres sin ‘s’ cuando su apellido comienza por la misma letra”, afirma el profesor de lingüística Bodo Winter, al hilo de esta investigación.
Pero esta fórmula, de acuerdo a sus palabras, es adaptable a cualquier letra: por ejemplo, los padres tenderían a evitar de manera inconsciente el nombre de María para su hija su el primer apellido es Álvarez.
Tendemos a escoger nombres con sonidos que nos resultan familiares
Aunque seamos fans de los nombres poco comunes o raros, casi nunca elegimos nombres del todo desconocidos (aunque es cierto que últimamente hay una tendencia a escoger nombres inventados en Estados Unidos).
A esta conclusión llegaron el profesor Berger, de la Universidad de Boston, y otros autores en el año 2012: después de analizar los nombres de moda durante más de 100 años en Estados Unidos descubrieron que, cuando hay grandes huracanes en el país, es más probable que la siguiente generación tenga nombres con sonidos que se parecen al nombre del huracán (ejemplo de ello fue la oleada de bebés llamadas Katie cuando pasó el huracán Katrina).
“Aunque parece loco llamar a tu bebé como algo que ha causado tanto desastre, es cierto que estamos más expuestos a los mismos sonidos y la ciencia ha demostrado que las cosas que nos son más familiares nos gustan más”, afirma el doctor Bodo Winter. El mismo da nombre a este fenómeno: “efecto de exposición”.