Hasta hace poco se pensaba que ese pequeño ser humano de pocos meses que teníamos en nuestros brazos aún no tenía conciencia ni de sí mismo ni de su entorno. Se creía que, aunque ya sabía respirar, ver, oír y oler, apenas sabía nada de su cuerpo y que no era capaz de diferenciarlo del de su madre. Sin embargo, investigaciones recientes han arrojado nueva luz sobre las anteriores teorías: los bebés se empiezan a conocer a sí mismos a edades muy tempranas.
Según estos estudios, desde el principio el bebé se siente a sí mismo como una persona individual. Aunque es cierto que todavía no tiene conciencia del yo, sí es capaz de distinguir entre él mismo y los demás. Por ejemplo, puede darse cuenta de si está chupando su propio pulgar o el de mamá o papá. Y no tardará mucho tiempo en percatarse de que puede provocar diferentes reacciones en los objetos o personas que le rodean, como poner en movimiento un móvil si lo empuja con la mano, lo que constituye un descubrimiento fascinante de sus facultades. Además, este proceso se ve acelerado por ejercicios y juegos de estimulación temprana para bebés que se hacen a menudo en casa.
También en la comunicación no verbal que el bebé establece con sus progenitores demuestra hasta qué punto es ya capaz de influir en el diálogo. Por ejemplo, con su intensa mirada, el pequeño insta a sus padres a prestarle atención. Cuando se cansa, simplemente vuelve la cabeza.

Primeros cambios: a partir de los tres meses
A partir de los tres meses ya se da cuenta de que puede hacer sonreír a sus interlocutores y de que él solito es capaz de cautivarlos a su antojo.
A los seis meses percibe que los demás tienen sentimientos. Al cumplir medio año de vida, el bebé entra en una nueva dimensión en esta toma de conciencia del mundo. Es capaz de percibir los sentimientos de otras personas y se da cuenta de que los pensamientos, las emociones y las experiencias vividas pueden comunicarse a los demás e intercambiarse.
También hacia los seis meses, cuando la madre señala con el dedo estirado algún objeto cercano, el bebé se limita a mirar fijamente el dedo.
Sin embargo, tres meses más tarde, su mirada ya es capaz de seguir la línea imaginaria que lleva del dedo al objeto indicado. Más aún, el pequeño puede empezar a hacer señas y gestos para llamar la atención de sus padres sobre algo determinado. Una de las razones que facilitan la creciente percepción del propio yo en los niños es el hecho de que cada vez son más ágiles y capaces de moverse mejor.
En este momento comienzan a distinguir entre las personas (que se mueven) y su entorno (que es inmóvil). Por otra parte, se dan cuenta de que ellos mismos pueden tomar la iniciativa, que no tienen por qué esperar pasivamente a que sucedan los acontecimientos.
Aquí te contamos más detalles sobre el desarrollo de los bebés a los 9 meses de edad.

Las primeras palabras, otro hito de su autoconocimiento personal
En cuanto empiezan a balbucear sus primeras palabras, "comentan" lo que hacen. Dicen, por ejemplo, "iba" (arriba) cuando intentan levantarse agarrándose a una silla. Es como una confirmación verbal de que ellos son los que están al mando de la situación.
Alrededor del año y medio su conciencia del yo estará tan consolidada que los pequeños se reconocerán en la imagen que refleja el espejo, mientras que antes estaban convencidos de que se trataba de otro niño diferente. Ahora la mayoría de los pequeños empiezan a hablar de sí mismos, aunque todavía lo hacen en tercera persona (por ejemplo, “Lisa pan” o “nene pupa”).
Cuanto más fuerte es la percepción del propio ser, más pronunciado es también su sentido de posesión y su empeño de autodeterminación. Al inicio de esta fase muchos niños empiezan a decir “no” a todo, incluso cuando en realidad quieren decir “sí”. Oponiéndose tan enérgicamente quieren manifestar que intentan independizarse de la voluntad de los padres y actuar según su criterio. Pero saber quién es quién es un trabajo de más largo recorrido.
De hecho, habrá que esperar hasta los dos o tres años, dependiendo del desarrollo de cada uno, etapa en la que los niños ya serán muy conscientes de quiénes son. La mejor prueba será fijarnos en su forma de hablar. Al referirse a sí mismos, ya no lo harán en tercera persona, sino que pasarán a decir «yo». Y así, veremos cómo después de este largo proceso de exploración, los niños estarán encantados de conocerse.
En esta pieza puedes conocer más sobre el desarrollo del bebé a los 15 meses de edad y en esta otra, sobre el desarrollo del bebé a los 23 meses de edad.

Proceso de autoconocimiento de los bebés y niños pequeños
Así se van conociendo a sí mismos los bebés y niños pequeños durante la infancia temprana:
- ¿Quieres jugar conmigo? Los juegos con las manos encantan al bebé y, además, le hacen tomar conciencia de su propio cuerpo.
- Lo quiere y lo conseguirá. El esfuerzo que realiza cuando trata de alcanzar algo no será en vano, pues, aunque no llegue a coger el chupete que tiene cerca o el muñeco que quiere, aprenderá mucho sobre sus facultades físicas y sus posibilidades.
- ¡De aquí no me muevo! Cuando el niño empieza a gatear, se da cuenta de que tiene que mover su cuerpo si su madre necesita justo la manta sobre la que está sentado.
- Preguntas y respuestas. Mediante la mímica puede comunicarse con la madre, «consultarle» algo y esperar su reacción. Así también aprende mucho sobre sí mismo.
- A los once meses, el bebé se siente fascinado por su propia imagen en el espejo. Todavía no es consciente de que el niño que ve reflejado es él mismo, pero sí se encuentra un poco desconcertado, pues de alguna manera intuye que ese “compañero de juego” no es cualquiera, sino que están unidos por un lazo familiar.
- Fierecillas sin domar. A medida que el niño toma conciencia de sí mismo, desarrolla su voluntad y sus recursos para expresarla. Si, por ejemplo, no quiere comer, protestará con elocuentes gestos y berridos.