Tradicionalmente se ha retrasado la introducción del huevo en la alimentación del bebé a finales del primer año de vida e incluso aún hay profesionales que no lo recomiendan antes de los doce meses. La realidad es que el huevo es un alimento muy completo y los bebés se benefician enormemente de su consumo.
Cuándo introducir el huevo

La mayoría de los alimentos pueden introducirse en la dieta del bebé a partir de los seis meses, y el huevo no es una excepción. Todavía existen muchas falsas creencias entorno a la idea de que dar un alimento pronto al bebé aumenta las posibilidades de reacciones alérgicas pero los últimos estudios desmotan estas teorías.
Es más, lo que apunta la evidencia científica es precisamente lo contrario: cuanto más retrasemos la introducción de un alimento, más probable es que el bebé presente reacciones alérgicas a este. Así que, poco a poco, sin prisa, pero sin pausa iremos metiendo alimentos nuevos en la dieta del bebé, incluyendo el huevo.
¿Cómo introducirlo?
De cuarto en cuarto, de medio en medio, primero la yema, ¿o primero la clara? Pues ninguna. Tradicionalmente, cuando dábamos las indicaciones a las familias sobre alimentación complementaria, la introducción del huevo era toda una odisea y, además, podía cambiar según cada profesional. Desde un octavo de clara, un cuarto, un medio al día, o tres días seguidos media clara, la clara entera otros tres días, media yema otros tres días…
La realidad es que la Asociación Española de Pediatría no refleja ninguna de estas recomendaciones, ni esta forma tan exacta de dar el huevo. Nos dice que la introducción de alimentos se hace poco a poco, sin forzar, espaciando los alimentos alergénicos y poco más.
¿Primero yema y luego clara?
Pues tampoco es necesario separar. No hay ninguna recomendación oficial y sería totalmente correcto dar juntas la yema y la clara. Sin embargo, aquí debo señalar, como apunte personal, que yo sigo recomendando separarlas. ¿Por qué? Porque puede que un bebé sea alérgico a uno de los dos componentes del huevo, pero no a los dos.
De hecho, es mucho más probable que sea la clara la que nos de problemas, mientras que la yema no, es decir, muchos bebés toleran bien la yema, pero no la clara. Y esto no quiere decir que se deba retirar el huevo completo, sino que debemos seguir ofreciendo la yema que, además, es la parte más importante a nivel nutricional.
¿Cocido o en tortilla?
Rompamos otro mito. El huevo no hay porqué darlo cocido siempre. Sería totalmente correcto ofrecerlo en forma de tortilla bien hecha, en trozos adecuados para la edad del bebé. Una vez más, no hay indicaciones exactas.
Sin embargo, debo decir que sabemos que el huevo crudo es más alergénico que el huevo cocinado, así que, si optamos por la forma de tortilla debemos asegurarnos de que no quedan zonas crudas. En cuanto a la opción del huevo cocido, suelo recomendar que la cocción sea mínimo de unos doce minutos, para asegurarnos de que no quedan partes sin cocer.
Por qué dar huevo a los bebés

La importancia de introducir el huevo en la alimentación del bebé radica en los componentes que lleva. Se suele decir que es un tesoro a nivel nutricional, por el equilibro de los aminoácidos que contiene y la biodisponibilidad de sus nutrientes.
La yema es la parte más importante desde este punto de vista ya que, además de proteínas, nos ofrece vitaminas A, D, E, B12 y minerales como hierro, selenio, fósforo y zinc. La clara de huevo contiene principalmente agua en un 88% y proteínas.
La proporción entre los ácidos grasos saturados e insaturados del huevo es nutricionalmente muy recomendable, siendo uno de los alimentos de origen animal con mejor composición grasa. Además, es la mejor fuente dietética de colina, que está en la yema. La colina es un nutriente esencial para la formación y el funcionamiento normal del cerebro y el sistema nervioso, muy importante para el desarrollo del bebé.