La paciencia, como otras habilidades tales como la concentración, el autocontrol o la relajación, se aprenden por medio de la práctica. Y está claro que los niños necesitan mucha práctica para aprender todo esto.

Y es que, en su proceso madurativo pasarán por etapas en las que la concentración o la paciencia brillarán por su ausencia. Por ejemplo, la etapa de los 2, 3 y 4 años, protagonizada por las temidas rabietas que hacen que exploten emocionalmente por cosas mínimas. ¿Por qué?
Porque están empezando a percibir sentimientos y emociones que no habían experimentado antes, pero no saben hacerles frente porque no tienen las estrategias adecuadas (su cerebro no está lo suficientemente preparado). Por eso, las hacen frente con las tácticas que tienen: los gritos, el llanto y la ira.
En esta etapa es necesario que los padres validen todas las emociones de los niños y les ayuden a pasar el mal trago respetando cada cosa que sientan. Sin embargo, también sería bueno que tuvieran las herramientas necesarias para enseñarles poco a poco a trabajar habilidades como la paciencia, la concentración o el autocontrol, muy necesarias para hacer frente a las rabietas sin llegar a explotar emocional.
¿Cómo hacerlo? Un juego muy sencillo que propone María Montessori en su archiconocido método es el juego del silencio, al que podemos jugar en casa.
¿Cómo jugar al juego del silencio Montessori?
Este juego se engloba dentro del área de Vida Práctica del método Montessori (3-6 años) y la creadora le dio una importancia especial, puesto que es una estrategia buenísima para enseñar autocontrol a niños de dos años o más.
Ponerlo en marcha es muy sencillo: consiste en conseguir el silencio por parte de los niños, consiguiendo en ellos un estadio de relajación máxima que les permita escuchar a su cuerpo y desarrollar la atención, la conciencia y el autocontrol.
- Para ello, invitarás al niño (o a los niños, pues se puede jugar con un grupo amplio) a participar en el ‘Juego del Silencio’.
- A continuación, le preguntarás si está listo para empezar y le explicarás lo importante de no hacer ni la más mínima gota de ruido mientras el juego esté en marcha
- Pedirás al peque que cierre los ojos y guarde silencio (puedes marcar el inicio del silencio encendiendo una vela que se apagará al terminar, o dando un leve tono con algún instrumento musical)
- Pasaremos entonces a 30 segundos de silencio: María Montessori aconseja empezar por este tiempo e ir aumentando a medida que el peque vaya tomando práctica con el juego
- Al pasar el tiempo, marcaremos que el tiempo de silencio ha terminado llamando al niño por su nombre, apagando la vela o volviendo a tocar el instrumento musical
- Por último se establece un debate en el que preguntamos al niño qué ha sentido en ese ratito en silencio y sin moverse
Se puede hacer una pequeña variación, en caso de que el niño esté empezando y no sepa controlarse todavía lo suficiente. En vez de los ojos cerrados, jugaremos con los ojos abiertos y pediremos que estén pendientes de un reloj de arena (o cualquier otro reloj) que marque el inicio y el final del silencio.
Juego del silencio con cascabeles
Además, las autoras del a web Pequefelicidad proponen una alternativa de lo más chula: jugar por parejas.
El objetivo seguirá siendo el mismo, pero la dinámica variará un poco. En este caso los niños jugarán por parejas; a cada una de ellas se le proporcionará una cinta con cascabeles cosidos a ella. Uno de los niños sujeta un extremo y el otro el trasero de la cinta. La clave es ir de un punto a otro de la habitación sin que suenen los cascabeles.