Errores al intentar no gritar a tus hijos que hacen que termines gritando más

Intentas no gritar a tus hijos pero, llega un momento en el que no sabes qué haces mal pero te han puesto de los nervios y terminas gritando todo lo que has contenido. Probablemente estés cometiendo alguno de estos errores.
errores que te hacen gritar más

Mantener la paciencia, no gritar y guardar la calma es muy difícil cuando los padres se enfrentan a un comportamiento incorrecto por parte de los niños. O, a lo que es peor: una rabieta. Basta que leas veinte libros sobre crianza, que te apuntes a tres cursos de Disciplina Positiva y que intentes poner todo en práctica que, a la hora de la verdad, se te olvidan hasta los títulos de lo que has leído y tiras de instinto.

Errores que te hacen gritar más - Yuri Arcurs peopleimages.com

Y es entonces cuando viene el problema: el niño parece que te reta cada vez más y tú ya no sabes qué hacer. Comienzas a gritar, a rebajarte a su nivel: terminas castigándole, imponiendo tu condición de adulto, frustrado porque no has conseguido poner en práctica todo lo que has aprendido, sintiéndote mal padre o mala madre por haber gritado y castigado a tu pequeño retoño.

Como sabrás la Disciplina Positiva o Educación en Positivo aboga por eliminar de la crianza de los hijos cualquier tipo de castigo físico, emocional o psicológico. Al igual que es partidaria de terminar con los gritos, con las malas palabras y con las contenciones físicas que muchas veces realizamos los padres. Por el contrario, se identifica con los límites sanos y la libertad infantil.

Pero muchas veces, los padres identifican esa libertad, precisamente como lo contrario: como la falta o la ausencia total de límites. Además, al no gritar, entienden que no pueden ejercer de figura de autoridad y, por ende, los niños terminan comportándose justo al contrario de lo que pretendemos.

Por suerte, es sencillo de corregir. Si has intentado no gritar a tus hijos y ha conseguido terminar gritándoles más que nunca, sigue leyendo porque te vamos a resumir los cinco errores que nos llevan a no saber gestionar un mal comportamiento infantil sin gritar y con paciencia.

Confiar demasiado en la paciencia

Dice el neuropsicólogo Álvaro Bilbao que, a la hora de educar y criar, es necesario “no poner toda nuestra confianza en nuestra propia capacidad de ser pacientes porque, nos guste o no, la paciencia es finita”. Así que, cuando te encuentres ante un mal comportamiento o algo que te está poniendo de los nervios, no confíes en que puedes con ellos sin alterarte, sin más.

Es mucho más efectivo aprender estrategias específicas de resolución de conflictos, antes de que esa gota derrame el vaso de paciencia.

A veces, los padres no estamos preparados para abandonar los gritos

En conversaciones con Rafa Guerrero, psicólogo infantil especializado, entre otros, en apego seguro, este nos contaba que no todo el mundo está preparado para dar un apego seguro a su hijo. Al igual que no todo el mundo está preparado para dejar de gritar y comenzar a criar desde el punto de vista de la disciplina positiva.

De acuerdo a sus palabras, solo un 30% de las familias está preparada para dar un apego seguro a sus hijos. ¿De qué depende? De la educación y el estilo de crianza que nuestros padres hayan practicado con nosotros: tenemos integradas en nuestro subconsciente una serie de técnicas y de formas que transmitiremos a nuestros hijos sin querer, aunque no nos gusten.

Por suerte, esto se puede revertir yendo a terapia y aprendiendo sobre Disciplina Positiva. Eso sí, no te lances a la piscina creyendo que sabes cómo aplicarlo todo, porque puede que estés equivocado.

Confundir el no gritar con la excesiva permisividad

Los niños necesitan cariño, pero también necesitan que los padres se pongan serios, que reciban desaprobación por su parte,… Si intentamos ser siempre amables con los niños, hablar siempre en positivo, intentar que no se enfaden más… terminaremos por perder los nervios. “No olvides que en algunos momentos los niños necesitan escuchar un no por respuesta”, expresa Álvaro Bilbao.

Querer que nos obedezcan a la primera

Este es otro de los principales errores: muchas veces entendemos que si no gritamos y les tratamos con buenos modales, nos recibirán con un comportamiento ejemplar al instante.

Y, lo sentimos, pero esto no suele ser así nunca o casi nunca. Y es que, de acuerdo al psicólogo Alberto Soler, “la autoridad nunca debe ser un objetivo, sino una consecuencia de acciones educativas honestas y respetuosas”. Porque no debemos imponer que el niño nos respete a la primera, sino ganarnos su respeto de otra manera.

Tener miedo a gritar y, por tanto, convertirnos en demasiado permisivos

Querer eliminar los gritos de nuestro día a día no puede ser sinónimo de dar al niño lo que quiera en cada momento para terminar cuanto antes con la rabieta o con ese mal comportamiento que está teniendo.

Imagina que no se quiere montar al coche. Y tú, para que no te haga perder la paciencia y, así, evitar verte en la situación de gritar sin querer, cedes y optas por ir caminando.

Una vez más, no podemos esperar estar preparados de buenas a primeras: es necesario formarse mucho y bien para dejar de gritar.

Recomendamos en