Ocho claves para convertirte en un padre o una madre faro

Un padre o madre faro es un progenitor emocionalmente equilibrado al que sus hijos ven como una luz potente y segura en la que pueden confiar: actúa como un guía que acompaña sin imponer. 
Familia feliz

Fue el pediatra estadounidense Kenneth Ginsburg quien en 2015 utilizó por primera vez el concepto de padre faro en su libro “Raising kids to thrive: balancing love with expectations and protection with trust. Según este profesor de pediatría de la Universidad de Pensilvania, confiar en las capacidades de los niños y adolescentes contribuye a fomentar su resiliencia y, de esta forma, aprenden a solucionar sus problemas.

Este tipo de educación que llevan a cabo los padres y madres faro desarrolla al máximo el potencial de los hijos y conlleva grandes beneficios. Además de la mayor capacidad para resolver y afrontar problemas que les ayuda a tomar mejores decisiones cuando son adultos, un niño criado por un progenitor faro tiene una gran autoestima, excelentes habilidades sociales y un extraordinario rendimiento académico. En definitiva, se sienten seguros de sí mismos, a la vez que consideran a sus padres como un refugio al que siempre pueden acudir en busca de ayuda.

Consejos para convertirte en un padre o una madre faro

Para crear un entorno familiar seguro y emocionalmente sano para tus hijos, puedes poner en práctica las siguientes claves de educación basadas en el concepto de padre faro de Keneth Ginsburg.

Confía en las capacidades de tu hijo para tomar decisiones y resolver sus problemas: Así, van a desarrollar recursos para resolver situaciones y, cuando llegan a adultos, serán capaces de tomar mejores decisiones. Déjale tiempo para el juego, asígnale pequeñas tareas como poner la mesa o recoger sus juguetes, préstale atención mirándoles a los ojos y dejándole hablar y anímalo con frecuencia. Estas pautas refuerzan su autoestima y seguridad.

Déjale cometer  errores: Los errores y las equivocaciones forman parte de su evolución y aprendizaje. En lugar de tratar de evitar que cometa errores, enséñale a reconocerlos y ayúdale a pensar de qué forma puede solucionarlo. Y, por supuesto, nunca le castigues por sus equivocaciones. Si por ejemplo, rompe un vaso, puedes decirle con calma: “Te has movido demasiado rápido y por eso se ha roto”.

No proyectes sobre él tus propios deseos y expectativas: No quieras andar el camino de tu hijo para que no cometa los errores que tú cometiste. Tu hijo es una persona diferente a ti, con sus propios intereses y pensamientos. Descubre cuáles son sus capacidades y talentos, que no tienen por qué coincidir con los que tú deseas que tenga.

Establece metas razonables: No le marques objetivos que sean inalcanzables y que no correspondan a su etapa de desarrollo. Por ejemplo, no se le puede exigir que no se manche o utilice bien los cubiertos cuando está empezando a aprender a comer por sí solo.

Niño comiendo solo - Getty Images

Evita los reproches: Una de las principales cualidades de los padres y madres faro es que acompañan a sus hijos en las dificultades desde la comprensión. No les juzgan, ni les critican. Tampoco les comparan con los hermanos o con sus iguales, porque son conscientes de que hacerlo destruye la autoestima de sus hijos y, además, provoca la envidia.

Practica la escucha activa: No le quites la palabra y que no te incomoden sus silencios. Si le cuesta expresarse, no empieces a preguntarle más o a hablar tú en su lugar. Aunque en algunas ocasiones esto puede ayudarle a soltarse, otras veces supone quitarle la oportunidad de decir lo que realmente quiere.

Guía a tus hijos sin sobreprotección: Un padre o una madre faro fomenta la autonomía de sus hijos sin sobreprotegerlo. Si te pide ayuda, atiéndele, pero déjale actuar para que sea él que resuelva la situación. Acompáñale en sus dificultades como un guía (ponte a su lado y no enfrente) y demuéstrale que siempre vas a estar disponible cuando necesite tu ayuda.

Ama a tu hijo incondicionalmente por lo que es y no por lo que hace:  Si pones en práctica la forma de actuar de un padre o madre faro, contribuyes a crear un entorno sano y seguro en el que los niños se sienten amados por lo que son, no por lo que hacen. Es tu luz potente y segura la que les hace sentirse así.

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  • Eugenio Manuel Fernández Aguilar