No hay nada más beneficioso que una buena conversación entre padres e hijos para estrechar vínculos y conocerse mejor. Además, este tipo de charlas contribuyen al desarrollo sano de los niños y a potenciar sus habilidades pues, al expresar de viva voz sus pensamientos y sentimientos, los niños ejercitan su empatía, confianza, creatividad, autonomía y conciencia de sí mismos.
Estos son algunos de los muchos beneficios que la psicóloga especialista en patologías del lenguaje en el departamento de Neurología del Hospital Infantil de Boston y profesora de Harvard considera que aporta lo que ella llama "conversaciones enriquecedoras". En su libro, El arte de hablar con niños, explica que los padres e hijos que dialogan adecuadamente se sienten más unidos y esta conexión ayuda a prevenir problemas de comportamiento, así como a reducir la ansiedad y el estrés.
Claves para hablar con nuestros hijos
Sin embargo, muchos son los padres y las madres que manifiestan tener problemas cuando intentan hablar con sus hijos. En este sentido, y para lograr conversaciones que contribuyan al desarrollo sano de los niños y potencien el desarrollo de sus habilidades, Rolland proporciona una serie de consejos muy eficaces. Te contamos algunos de ellos.
Conviértete en su compañero o guía, en lugar de ser un sabelotodo: Responde a sus preguntas prestando atención a su curiosidad e intentando averiguar sus intereses, que no tiene por qué ser iguales a los tuyos. Se trata de poner más intención a la hora de conversar con ellos y así descubrir lo que a ellos les interesa. Centra la conversación en torno a sus preferencias y así descubrirás lo que le pasa por la cabeza. Si diriges la conversación a hablar sobre lo que les gusta, seguro que empiezan a tener cada vez más ganas de hablar contigo.
No resuelvas sus problemas: Si te cuenta, por ejemplo, que ha tenido una discusión con un amigo, en lugar de decirle lo que tiene que hacer para solucionarlo dale la oportunidad de que sea él el que reflexione sobre lo que tiene que hacer. Puedes darle tu opinión sobre cuál de tus ideas es la que te parece mejor, pero que, en última instancia, sea él que decida que hacer. Esto contribuye a desarrollar su autonomía y su capacidad para resolver problemas en un futuro.

Cualquier momento es bueno para hablar con tu hijo: No es necesario esperar a qué se den unas circunstancias especiales, ni buscar temas profundos para tener una conversación de calidad. Cualquier momento del día y cualquier tema es válido para hablar. Caminando por la calle puedes preguntarle sobre cualquier nimiedad para dar pie a que se suelte a hablar contigo. Hazle preguntas del tipo ¿cómo? y ¿por qué? pues son las que le ayudan a ampliar su pensamiento.
Déjale expresarse: No le quites la palabra y que no te incomoden sus silencios. Si le cuesta expresarse, no empieces a preguntarle más o a hablar tú en su lugar. Aunque en algunas ocasiones esto puede ayudarle a soltarse, otras veces supone quitarle la oportunidad de decir lo que realmente quiere.
Sé humilde: Date cuenta de que lo que tú piensas no tiene por qué coincidir con lo que piensa tu hijo. Si, por lo que sea, cometes un error y la situación desemboca en conflicto, sé compasivo contigo mismo y piensa que las cosas no suelen salir bien a la primera. Es más importante aprender a disculparse que intentar hacerlo todo bien y sin cometer errores.