No es cuestión de talento: el colegio activa la brecha de género en matemáticas

Un estudio masivo demuestra que la desigualdad de género en matemáticas aparece a los pocos meses de empezar el colegio. No se debe a la biología, sino al entorno escolar y familiar.
Aunque al comenzar el colegio no hay diferencias, en solo cuatro meses las niñas empiezan a rezagarse en matemáticas. El entorno importa más que la biología.
Aunque al comenzar el colegio no hay diferencias, en solo cuatro meses las niñas empiezan a rezagarse en matemáticas. El entorno importa más que la biología (Midjourney-RG)

A los cinco o seis años, cuando niñas y niños llegan por primera vez al aula, no hay diferencia alguna en su habilidad matemática. Pero en solo cuatro meses, los chicos empiezan a despuntar… y las chicas, a quedarse atrás. Esta es la conclusión de un estudio recién publicado. 

La investigación, que ha sido publicada en Nature, ha observado a millones de escolares franceses para llegar a una conclusión inquietante: la brecha de género en matemáticas no es innata, sino inducida. Es el sistema educativo, con sus estereotipos y dinámicas aún por revisar, lo que activa este desfase.

Este hallazgo representa una llamada de atención urgente, no solo para las escuelas, sino también para las familias. Porque si el desencadenante está en el entorno, los adultos —padres, madres, docentes— tenemos el poder de actuar desde el primer día en el ámbito familiar y escolar. Y quizás lo más importante: también tenemos la responsabilidad de hacerlo.

¿Y si bastara con cambiar cómo hablamos de matemáticas en casa para que ellas no se queden atrás?
¿Y si bastara con cambiar cómo hablamos de matemáticas en casa para que ellas no se queden atrás? (MIdjourney-RG)

El estudio: cuándo y cómo empieza la desigualdad

El equipo liderado por Pauline Martinot ha analizado cuatro cohortes consecutivas de escolares entre 5 y 7 años en Francia, desde 2018 hasta 2022. Hablamos de millones de datos que cubren todas las regiones, niveles socioeconómicos y tipos de escuela. 

No es España pero es un país muy próximo al nuestro, por lo que las conclusiones nos deben poner, como mínimo, en alerta. Y es que el hallazgo principal es contundente: la brecha matemática entre niños y niñas se inicia justo tras comenzar la etapa escolar. Antes, no hay ninguna diferencia entre ambos grupos.

Una metodología especialmente interesante del estudio consistió en comparar a niños y niñas nacidos con pocos días de diferencia, pero que cayeron en años escolares distintos. Así pudieron aislar el efecto de la edad biológica frente al del contexto escolar. ¿Resultado? Es el hecho de empezar el colegio y no la edad lo que dispara las diferencias de rendimiento.

Entre las posibles causas que señala el estudio destacan las siguientes:

  • Mayor ansiedad matemática en niñas al enfrentarse a ejercicios cronometrados o en clave competitiva.
  • Estereotipos arraigados que asocian el talento matemático con lo masculino.
  • Expectativas diferentes por parte de profesores y familias (se valora la dedicación en niñas, el talento en niños).
  • Cambios en el trato familiar hacia el aprendizaje al empezar la escolarización formal.
El aula, ese primer escenario de aprendizaje, puede ser también el lugar donde se activa la desigualdad.
El aula, ese primer escenario de aprendizaje, puede ser también el lugar donde se activa la desigualdad (Midjourney-RG)

¿Y qué tiene esto que ver con la crianza? Mucho más de lo que imaginas

Este estudio no es solo una cuestión académica. Habla de cómo influimos los adultos —a veces sin saberlo— en la confianza de nuestras hijas, en su autoestima, en sus referentes y en las puertas que se les van cerrando desde tan pronto.

Porque si las niñas se sienten “malas” en mates con solo seis años, ¿con qué mentalidad llegarán a secundaria? ¿Y qué opciones se permitirán considerar más adelante en estudios STEAM (de tecnología, ciencias, programación…)?

En este sentido, los autores del estudio hacen una serie de propuestas de intervención muy concretas que pueden inspirar cambios desde casa:

  • Reducir la ansiedad matemática: acompañarlas con calma, sin presiones de tiempo, mostrando que equivocarse forma parte del proceso. Aquí te contamos más sobre si se hereda la ansiedad matemática de padres a hijos.
  • Juegos de lógica y pensamiento: desde puzzles hasta juegos de mesa como el dominó o el tangram, sin señalar si “son de niños o de niñas”.
  • Hablar abiertamente del sesgo: compartir con ellas que la capacidad matemática no está determinada por el género.
  • Reforzar el esfuerzo y la curiosidad: más que el resultado o la nota.
La ansiedad ante los números, los estereotipos y las expectativas sociales influyen antes de los seis años.
La ansiedad ante los números, los estereotipos y las expectativas sociales influyen antes de los seis años (Midjourney-RG)

Un cambio de mentalidad... y hábitos

Además, el estudio subraya la importancia de que profesores y centros educativos tengan el entorno adecuado para que sean capaces de revisar sus prácticas, sin culpas, pero con herramientas reales. 

Es aquí donde las familias también pueden colaborar —no solo reclamando cambios—, sino también sembrando una mirada más crítica y activa desde casa, y menos sesgada en cuestión de género.

No es tan difícil hacerlo, pero requiere un cambio de mentalidad. Hay cosas sencillas que puedes poner en práctica ya mismo:

  • Evita frases como “yo también era de letras” o “las mates son difíciles”.
  • Celebra la perseverancia tanto como el acierto.
  • Dale el mismo valor a los logros numéricos que a los lingüísticos.
  • Anima a tus hijos e hijas a hacerse preguntas, a jugar con números, a disfrutar con problemas lógicos.
  • Y sobre todo, cree en su talento, sin adjetivos de género.
Una niña frente a los números: talento no le falta, pero quizás sí confianza. ¿Estamos haciendo lo suficiente para dársela?
Una niña frente a los números: talento no le falta, pero quizás sí confianza. ¿Estamos haciendo lo suficiente para dársela? (Midjourney-RG)

La brecha matemática entre niños y niñas no es un misterio sin resolver. Sabemos cuándo aparece. Sabemos que no está en su biología, sino en su entorno. Y sabemos que puede prevenirse.

El primer paso está en reconocer que nuestra manera de hablar, de acompañar, de enseñar y de esperar puede marcar la diferencia. Y eso, en la crianza, es una oportunidad que no podemos desaprovechar.

Referencias

  • P. Martinot, C. Rochex, E. Duru-Bellat, M. Goudeau. Gender disparities in early mathematics achievement are triggered by the start of school, not age. Nature, 2025. DOI: 10.1038/s41586-025-09126-4

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