La educación se mueve en un contexto de debate y evolución, en el que hay partidarios que siguen defendido el aprendizaje tradicional, pasivo, y las personas, que cada vez son más, que apuestan por las llamadas metodologías activas. La eficacia de recurso académico, el de aprender haciendo, está avalado incluso por la universidad de Harvard.
Un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences titulado 'Medir el aprendizaje real versus la sensación de aprender en respuesta a la participación activa en el aula' y desarrollado por un grupo de investigadores de Harvard como Louis Deslauriers, director de enseñanza y aprendizaje de ciencias y preceptor senior de física, demuestra que la eficacia del aprendizaje activo es sobresaliente, mucho mayor de la que los propios estudiantes que se forman mediante este tipo de recursos creen.

Deslauriers y sus coautores diseñaron un experimento social educativo. Expusieron durante 11 semanas a un grupo de estudiantes a metodologías tradicionales, pasivas. Y posteriormente, en la semana 12 del proceso, la mitad de la clase fue asignada a un aula que utilizaba el aprendizaje activo (aprendizaje activo es, por ejemplo, el método Montessori, que tiene muchas ventajas y algunas desventajas) como recurso educativo de aprendizaje, mientras que la otra mitad asistió a conferencias. Posteriormente, invirtieron los grupos y su forma de aprender.
Al terminar cada clase se preguntó a cada estudiante por su acuerdo o desacuerdo con afirmaciones como "Siento que aprendí mucho de esta conferencia" y "Ojalá todos mis cursos de física se impartieran de esta manera". Y también recibieron una evaluación con 12 preguntas de respuesta múltiple para saber cuánto aprendieron en clase.
Tal y como se explica en The Harvard Gazette, los autores descubrieron al analizar los resultados que los estudiantes que habían participado en la investigación sentían que su aprendizaje había sido mayor con las conferencias. Es decir, con las metodologías pasivas. Sin embargo, los resultados de las evaluaciones fueron mejores cuando se utilizaban aprendizajes activos.

“El aprendizaje real y la sensación de aprendizaje estaban fuertemente anticorrelacionados”, afirmó Deslauriers al respecto al presentar el estudio. Es así porque los estudiantes aprendieron mucho más utilizando en el aula recursos educativos activos, que son métodos de enseñanza que potencian la capacidad de aprender de tu hijo, en los que el alumnado fuera partícipe del mismo, no un mero espectador como ocurre con los métodos tradicionales de aprendizaje.
El profesor Louis Deslauriers, como explican desde Harvard, “ya sabía que los estudiantes aprenderían más mediante el aprendizaje activo” porque en 2011 había publicado otro estudio sobre ello en la revista Science. “A menudo, los estudiantes parecían preferir genuinamente las conferencias tradicionales, suaves como la seda”, dijo Deslauriers.
El experto de la universidad de Harvard concluye que “el aprendizaje profundo es un trabajo duro” y que “el esfuerzo que implica el aprendizaje activo puede malinterpretarse como una señal de mal aprendizaje”. Y a ello se suma que, en el ámbito universitario, “un profesor superestrella puede explicar las cosas de tal manera que los estudiantes sientan que están aprendiendo más de lo que realmente aprenden". Todo esto puede influir en la percepción de los estudiantes, pero la estadística es objetiva y esa dice, según la universidad de Harvard, que el aprendizaje activo es mucho más eficaz a la hora de transmitir aprendizajes a los estudiantes.
Y prueba de ello es que el director de este estudio incide en que todos los cursos de la universidad más popular del planeta han transformado sus modelos educativos para priorizar los recursos educativos propios del aprendizaje activo. “Es extremadamente eficiente: podemos cubrir tanto material como lo haríamos mediante conferencias”, concluyen los autores del estudio.