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¿Pesadillas o terrores nocturnos? Cómo diferenciarlos

De repente, nuestro hijo/a se despierta llorando en mitad de la noche, muy asustado. ¿Se trata de una pesadilla o un terror nocturno? ¿Es posible diferenciarlos?

Tanto las pesadillas como los terrores nocturnos se encuadran dentro de las llamadas parasomnias, que son trastornos que van a alterar la calidad del sueño. Ambas situaciones ocurren en la infancia, siendo las pesadillas más frecuentes que los terrores nocturnos. Aunque las dos interrumpen el sueño de los niños, generando miedo y agitación, hay diferencias entre ellas. Veamos dos ejemplos:

Foto: Istock

Pesadillas o terrores nocturnosFoto: Istock

Marta tiene 4 años. Sus padres la han acostado como siempre, tras cenar y leerle dos cuentos. Se ha quedado dormida en pocos minutos, pero de repente, en el silencio de la noche, sobre la una de la madrugada, sus padres la oyen gritar. Acuden rápidamente a la habitación de su hija, que está muy agitada, asustada, sudorosa y con el pulso acelerado. Intentan despertarla, pero pese a que Marta tiene los ojos abiertos, no son capaces, puesto que la pequeña no reacciona a los estímulos de sus padres. Al cabo de pocos minutos, la niña se relaja y se vuelve a quedar dormida. Al día siguiente, Marta no recuerda nada de lo acontecido la noche anterior.

Javier tiene 6 años. Habitualmente duerme bien y, aunque a veces cuesta meterlo en la cama, suele dormir la noche completa una vez que los padres consiguen acostarle. Hoy se ha quedado dormido sobre las diez, tras negociar diez minutos más de televisión. Sobre las seis de la mañana, los padres lo oyen gritar. Al llegar a la habitación encuentran al niño agitado, sudoroso, gritando que lo persiguen. Su padre consigue despertarlo y, tras darse cuenta de que está en su cama, Javier llora diciendo que lo perseguía un monstruo que había visto en la televisión.

El caso de Marta corresponde a un terror nocturno y el de Javier a una pesadilla. Analicemos los dos casos para ver las diferencias:

  • Marta ha sufrido el episodio a la una de la madrugada y Javier a las seis de la mañana. Los terrores nocturnos son más frecuentes en el primer tercio de la noche y las pesadillas durante el último.
  • Los padres de Marta no han conseguido despertarla durante el episodio, mientras que los de Javier, sí. Durante un episodio de terror nocturno, aunque el niño esté con los ojos abiertos y la mirada fija, lo habitual es que no logremos despertarle. Las pesadillas suelen resolverse con el despertar del pequeño.
  • Marta no recuerda nada de lo sucedido durante la noche, mientras que Javier ha sido capaz de relatar que lo perseguía un monstruo durante la pesadilla.

¿Cuál es la causa de estos episodios?

En el caso de los terrores nocturnos, pueden desencadenarse por sueño insuficiente, horarios de sueño irregulares o por estrés. A veces existen antecedentes familiares:  puede ser que el padre o la madre los hayan padecido de pequeños. El pronóstico es favorable, pues la tendencia es la desaparecer con el tiempo sin precisar tratamiento.

En el caso de las pesadillas, también encontramos factores desencadenantes como dormir pocas horas al día o tener horarios cambiantes.

Foto: Istock

Pesadillas infantilesFoto: Istock

Si el niño está enfermo, con fiebre, o tomando medicamentos, pueden aparecer pesadillas durante el sueño con mayor frecuencia como también ocurre si el pequeño está pasando por una situación de estrés o cambios importantes en su vida, por ejemplo: empezar la escuela, llegada de un hermano, una mudanza, tener un familiar muy enfermo o sufrir la pérdida de un ser querido.

En el caso de las pesadillas no tiene por qué haber antecedentes familiares. Se estima que entre el 3% y el 6% de los niños en edad escolar pueden sufrir terrores nocturnos, pero prácticamente todas las personas hemos tenido pesadillas en algún momento de nuestras vidas.

¿Qué podemos hacer en estos casos?

Una vez identificado si nos encontramos ante un caso de terror nocturno o de pesadilla, los padres suelen preguntar que pueden hacer para evitar estos episodios. La mayoría de los casos no van a necesitar medicamentos y, no es recomendable administrar ningún tipo de fármaco por cuenta propia.

Van a ser aquellos niños con síntomas intensos o muy frecuentes, que sufran una merma importante en su calidad de vida, los candidatos a tratamientos que serán prescritos por el facultativo.

En el caso de los terrores nocturnos no se recomienda despertar al niño. Es mejor acudir y permanecer a su lado evitando que se haga daño hasta que ceda el episodio. No debemos recordarle al día siguiente lo sucedido, porque solo lograremos preocupar al pequeño y ocasionar resistencia a la hora de acostarse. En el caso de las pesadillas, debemos acudir y tranquilizar al niño, recalcando que ha sido solo una pesadilla, permaneciendo a su lado y transmitiéndole calma. Si cuesta volver a dormirle, se le puede dejar algún objeto que le proporcione seguridad o dejar una pequeña luz encendida

Lo más importante para evitar las parasomnias es asegurar una adecuada higiene del sueño. Seguir rutinas y horarios fijos, adecuar las horas de descanso nocturno y las siestas durante el día. Evitar situaciones estresantes en las horas previas a acostar a los niños, limitando la televisión o videojuegos. Intentar seguir a diario un ritual previo al acostarles, con actividades relajantes y agradables, como un baño, un cuento, caricias y mimos. Si nos cuesta encontrar el horario adecuado, necesitamos ajustar las siestas o definir el mejor ritual para relajar a nuestro pequeño, la ayuda de una asesora en sueño infantil nos será de gran utilidad.

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