Pretender que un niño pequeño duerma sobre una almohada y amanezca más o menos en la misma postura que al acostarse es prácticamente imposible. Lo raro, dado que tienen un sueño muy activo, es que se levanten arropaditos y con la cabeza en la parte superior de la cama. Por eso no conviene que duerman con almohada hasta que pasa bastante tiempo y por eso mismo también aparece una preocupación clásica de los inviernos en los papás: qué hacer para que no pase frío.
Esta es una de esas preguntas que no tiene fácil solución. Ni siquiera tiene solución como tal, de hecho. Más bien se abren ante ella una serie de opciones con las que se puede conseguir evitar lo que verdaderamente puede provocar que el niño enferme, los cambios de temperatura, debe ser el objetivo de los papás con sus hijos por las noches. “Nuestro hijo se resfríe es más fácil que ocurra cuando pasa la noche sometido a cambios llamativos de temperatura. Porque cuando alguien pasa frío, para ahorrar calor, reduce el riego de sangre en su piel y mucosas. Y el resultado es que disminuye la capacidad de defenderse”.
Evita los cambios bruscos
No se trata, por lo tanto, de arroparles una y mil veces para que luego ellos vuelvan a las andadas, sino que se trata de que mantengan una temperatura constante que sea agradable. Y esto se puede conseguir de distintas maneras, pero antes de elegir cuál puede ser la más efectiva en un caso concreto, es fundamental observar al pequeño porque aunque esté dormido se estará comunicando con sus padres. Y es que, si se desarropa, puede ser por motivos tan dispares como que tiene calor, porque le molesta no tener facilidad para moverse con todo eso encima de él, o simplemente porque no se da cuenta al estar tan activo.
Incluso podría desarroparse porque se ha puesto a sudar mucho al comienzo del sueño pero no por calor, sino porque este es un fenómeno común entre los niños. Pasa algo parecido con la tos seca, que no siempre implica que el niño esté destapado y tenga frío; a lo mejor se debe a que el ambiente en la habitación es demasiado seco.
Todos estos matices explican la necesidad de mantener los ojos bien abiertos para analizar la situación porque cada caso es un mundo. Dicho esto, antes de escoger qué hacer al respecto, no os olvidéis de que lo fundamental no es que no pase frío, sino evitar someterle a cambios bruscos de temperatura.
La elección del pijama y la ropa de cama
A partir de aquí, cuando son muy pequeños, podéis acostumbrarles a los sacos, de los que no podrán escapar. Tened en cuenta, eso sí, que hay niños que no los toleran, si bien es más fácil que lo hagan si los usan desde muy bebés.
Otro detalle interesante que se puede hacer es prestar atención a la ropa de cama: que no se abroche con botones, lo cual siempre deja espacios por lo que se puede colar el frío, sino que se haga con una cremallera que no moleste al dormir hará que se selle mejor su cuerpo. Del mismo modo, puede ser interesante que el pijama le cubra los pies, de manera que no se queden helados si tampoco deja que le arropéis esta parte del cuerpo.
Un último consejo que puede funcionar es el de arroparle una vez haya cogido el sueño profundo, y también el de utilizar ropa de cama holgada para sujetarla bien por debajo del colchón y que le resulte más difícil deshacerse de ella. Pero si se mueve mucho por la noche es altamente probable que no funcionen ninguna de las dos.
Ajusta su temperatura corporal
Por eso, tal y como recomiendan expertos como el mencionado pediatra Jesús Garrido, como nada de esto asegura que el niño no esté expuesto a cambios de temperatura, hay una alternativa que no debes descartar: dejarle desarropado. Suena a locura pasajera, pero bien argumentado es una opción realmente interesante: si el niño hará todo lo posible por quitarse de encima lo que le coloques, para evitar que se despierte o se sienta molesto por ello, y evitar también los mencionados cambios de temperatura, el gran peligro de las noches de invierno para los peques, es interesante vestirles con la ropa adecuada y dejarles al aire, sin nada que les arrope.
Evidentemente, para que esto funcione, debéis ajustar bien cómo el niño mantiene una temperatura corporal adecuada, y para eso el pijama que le pongáis es clave. Además de los consejos anteriores, podéis optar por una doble capa formada por un body y un pijama finito, o bien por uno más grueso, y ajustar en función de cómo observéis que pasa la primera noche sin estar arropado.